Capítulo 10

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POV. NATALIA

Era nuestro cuarto día en Nueva York. Hoy íbamos a ir a Central Park y me encantaba la idea porque podría sacar miles de fotos.

Estaba en el baño terminando de maquillarme cuando sonó el despertador de Sabela.

- Wow. Que madrugadora has sido hoy - me dijo desde la puerta- Y que guapa te has puesto -dijo sonriendo todavía un poco adormecida- ¿Puedo preguntar el por qué o para quién?

- Sí, me he levantado antes para poder plancharme el pelo y el porqué me he vestido así es por que vamos a Central Park y quiero que las fotos que saqué allí sean perfectas y quería salir bien.

- ¿Segura que es por eso? ¿No hay nada más? -me preguntó maliciosamente.

- Si estás esperando a que diga algo para que empieces con los chistes sobre la Reche, vete olvidando -desde lo del ascensor, Sabela me molestaba con eso cada vez que podía- Ahhh, y quiero que tú también te arregles. Así podré sacarte más perfecta de lo que eres, enana.

- Vale, no más chistes sobre la Reche pero admite que sería gracioso que tuvierais algo.

- Uuy sí, toda una comedia -dije irónica.

- ¿Romántica? -dijo riendo.

- Sabela.. -dije con tono de advertencia.

- Vale, vale -salí del baño y entró ella.

- ¿Sab, has visto mi cámara? -le pregunté.

- Está en el estante de arriba del armario -dijo desde el baño. Alcancé la cámara y oí cómo encendía la ducha.

- ¿Te importa si bajo a desayunar yo sola? Tengo hambre.

- Tranquila, ve, no pasa nada, después nos vemos.

Llevaba la cámara en la mano para ver las fotos que había hecho el día anterior. Entré al ascensor para bajar al comedor, encendí la cámara, le di al botón "B" y me quedé en la esquina derecha.

Se abrió la puerta y alguien entró. Se puso en el lado contrario a mí, yo estaba demasiado ocupada mirando la pantalla de la cámara y no vi quien era.

- Hola -dijo.

- Buenos... -levanté la vista de la pantalla- ...días -volví a bajar la vista.

Esa chica es... No, no es...

Levanté la mirada una vez más y la vi perfectamente bien. Sí, era... Alba.

Joder.

Cuando la vi con ese suéter de manga larga y cuello alto de rayas horizontales blancas y negras, su pelo rubio corto hasta los hombros, esa falda negra corta con unas medias también negras y unas botas de tacón que le llegaban a las rodillas, me quise morir allí mismo. ¿Cómo podía estar tan buena?

Natalia, no la vuelvas a mirar. Mira la cámara, toca botones, pero no levantes la cabeza, por favor, no la mires. Que no se de cuenta, no seas obvia.

Agggh quiero mirarla.

No, no puedes.

Fue más fuerte que yo. Estaba ahí apoyada contra la pared mordiéndose el labio inferior.

No hagas eso, desgraciada, acabarás conmigo.

¿Qué le pasa? ¿Cómo no hemos peleado en tres semanas ahora pretende matarme con sus modelitos?

Que dices, Natalia, no se ha vestido así por ti.

Levanté la mirada cuando se volvió abrir la puerta del ascensor en el piso 34. Una pareja entró con un carrito y un niño en él. Yo me aparté para dejarla pasar y me puse al lado de la Reche.

Cuestión de tiempo | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora