CAPÍTULO 28

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La Revelación.

— Scorpius, Albus, ¡vamos, despierten! –susurró mientras los sacudía, ambos abrieron sus ojos hacía ella y le quedaron mirando.

— ¿Qué sucede, Ivy? Apenas comenzaba mi sueño –protestó el rubio.

— Va a amanecer –informó–. Se quedaron dormidos y Rose escuchó ruidos, creemos que estamos en peligro así que apúrense, levantamos campamento.

— ¿Ya? Pe-pero... ¿Dónde está Rose?

— Fue por el coche, vamos, ¡arriba!

Había pasado una semana en la que nada malo ocurrió, incluso se atrevían a describirlo como un viaje bastante aburrido. Viajaban de un lado a otro, parando para reponer lo que se les acababa, pero por desgracia estaban perdiendo la motivación. Los chicos guardaron sus pertenencias y se dirigieron hacía donde el coche estaba escondido.

El invierno comenzaba a alejarse y lo agradecían, pasar las noches durmiendo en el suelo era cansador, Ivy extrañaba las comodidades de antes e incluso a medida que la búsqueda avanzaba, se sentía más vacía. Como si le faltara algo, cuando en realidad todo lo que tenía lo llevaba con ella: sus amigos. Ya no le quedaba Brandon y su madre mucho menos, por lo que se aferraba a las tres personas junto a ella y trataba de no soltarlos.

— ¡Ivy! ¡Chicos! –gritó Rose y no tardaron ni un segundo en correr para encontrarla–. ¡Scorpius! ¡AAAH!

— ¡Rose!

Un carroñero la empujaba lejos, arrogándola en el suelo mientras ella trataba de ponerse de pie, al mismo tiempo que Scorpius corría hacía ella y lograba ver una herida en la frente. El carroñero corrió hasta el coche para tomarlo, el resto de sus amigos se le acercaban; iban a robarles el auto, corrección, iban a robarles el auto que ellos robaron primero.

— ¡Petrificus Totalus! –gritó Albus, antes de que Ivy pudiera reaccionar, el carroñero cayó al suelo tan recto como una tabla, el resto se giró para enfrentarlos.

— Buena esa, Severus –dijo Ivy tratando de aligerar la tensión.

— Gracias, ahora necesitamos más que eso –su voz temblaba y tragó saliva antes de ponerse espalda contra espalda.

Rápidamente fueron rodeados por varios magos oscuros y Scorpius y Rose ya no estaban a la vista, los habían dejado solos.

— ¡Desmaius! –gritó la pelirroja, pero el carroñero esquivó el hechizo.

— ¡Expelliarmus!

La adolescente soltó un grito cuando uno de los malhechores consiguió desarmarla, pero para su suerte su varita no cayó hacía él, sino que se perdió de vista en el suelo nevado. Ivy se aferró a la espalda de Albus mientras él esquivaba los hechizos de sus dos contrincantes.

— Me desarmaron –susurró, apretando fuerte sus dientes. ¿Y ahora qué?

— No te separes de mí –contestó de la misma manera, girando para protegerlos.

— ¡VOLTIUS!

— ¡Impedimenta! ¡Accio varita! –exclamó y atrajo la varita de Ivy de vuelta, entregándosela justo a tiempo cuando ambos invocaron el mismo hechizo:

— ¡Protego Horribilis!

Los carroñeros comenzaron a lanzar maldiciones hacía su pequeña barrera mágica, los adolescentes estaban agotándose y sabían que no podrían ganar ese duelo sin ayuda. Entonces, el rugir de un motor los desconcentro y en cuestión de minutos, el auto gruñía hacía ellos. Al verse asustados, los magos comenzaron a alejarse despavoridos, fue ahí cuando Albus tomó la mano de Ivy con firmeza y corrieron hacia sus salvadores.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora