CAPÍTULO 25

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Los Patronus.

Esa noche, a pesar de la presencia de sus mejores amigos, no durmió bien, aquella vieja pesadilla volvía más potente e irrumpiendo en sus sueños. Ivy se encontraba en una especie de cueva subterránea, había una gotera que caía desde algún lugar en el techo oscuro y se estrellaba justo ante sus pies. De pronto, sintió frío y el eco del agua goteando comenzaba a inquietarle. ¿Estaba sola? Apenas conseguía ver con tanta oscuridad, pero pudo oír quejidos, como si alguien estuviera sufriendo o estuviera herido y se escuchaba cada vez más cerca con cada paso que daba. De golpe, una luz reflejó unas rejas o quizás eran celdas, cuando llegó hasta estás se sintió encerrada.

— ¿Hola? –intentó hablar, alguien estaba bajando, pero cuando estaba acercándose a ella, una mano apretó con fuerza su tobillo.

— ¡Ivy! ¡CORRE!

La adolescente soltó un grito de terror, había sido tomada por sorpresa, podía distinguir sangre en las manos de la persona, pero seguía sin saber de quién se trataba. Alzó la vista hacía la persona que iba entrando, pero solo distinguió una silueta, una varita brillando y dos palabras mortíferas.

— ¡Avada kedavra!

— ¡NO!

Ivy abrió sus ojos mientras llevaba una mano a su pecho, se encontraba acostada en la cama y cuando miró  hacía el techo pareció tranquilizarse, estaba a salvo; seguía en la Madriguera.

Un sudor frío recorría su cuerpo y tenía rastros de lágrimas en su rostro, trató de calmar el palpitar acelerado de su corazón, por lo que se sentó en la cama y miró por la ventana; estaba amaneciendo. Rose, Lily y Roxanne dormían en sus respectivas camas y no quería despertarlas, pero tampoco iba a volver a dormir después de que la pesadilla que tuvo hace mucho tiempo atrás, volvía y con un final diferente. ¿Iban a matarle? ¿Y quién era la persona que le advertía antes de morir? La pelirroja se puso unas pantuflas en los pies y metió sus brazos en una bata de baño color azul oscuro.

Su madre, Anne, se estaba quedando en casa de Ron y Hermione mientras que los padres y los hermanos de Victoire dormían en la casa de la playa y el resto de los nietos de Molly y Arthur merodeaban en la casa. Las chicas, por ejemplo, dormían en el antiguo cuarto de Ginny en la segunda planta.

Cuando Ivy alcanzó el final de las escaleras, escuchó ruidos en la cocina, Molly se encontraba preparando el desayuno.

— Buenos días –saludó sonriente.

— Buenos días cielo, ¿despierta tan temprano?

— No tengo sueño.

— Mmm... ya veo –dijo poco convencida, como si supiera que tuvo malos sueños, sin embargo, no preguntó. Puso un tazón de cereales en la mesa y le sonrió–. Mi nieto Louis dice que ustedes los jóvenes comen mucho de esta cosa últimamente, esos muggles... Ya no saben que más inventar y Arthur me vuelve loca con los nuevos modelos de enchufes, en fin, querida, toma, sírvete un poco de cereal.

— Gracias –sonrió mientras echaba leche al cereal y se sentaba en la mesa–. ¿Nadie ha despertado aún?

— No, al parecer les gusta dormir hasta tarde en vacaciones –explicó–, y Arthur está muy cansado últimamente, es la edad –suspiró con melancolía–. Esperamos que se despierten pronto, estaré horneando pan y haciendo galletas para la noche.

— ¿Quieres que te ayude en algo?

— Oh no, gracias, quizás en la tarde la necesite para decorar el lugar –sonrió–. Por ahora intenta relajarte, me han dicho que no lo haces mucho.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora