CAPÍTULO 19

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¿Ejercito de Hogwarts?

La mañana siguiente el dolor en su cabeza era tan molesto que difirió de levantarse de la cama e ir a desayunar. Rose tampoco se movió de su lugar y ambas se quedaron en silencio, Ivy no sabía si estaba preparada para contarle lo que pasó la noche anterior con Albus. No sabía si podría decirlo en voz alta porque hacerlo lo volvería un poco más real; más verdadero. Y sí, acababa de pelearse con su mejor o ex mejor amigo si iba al caso. ¿Y si no volvía a hablarle como pasó con Rose? Ivy odiaba no poder controlar la situación, que su amistad una vez más se viera pendiendo de un hilo.

Recordó a cuestas la carta que escribió en la madrugada y la sacó de debajo de su almohada, tal vez estaba precipitándose y tomando medidas drásticas para algo que no valía la pena o que no tenía lugar, pero no sabía que otra cosa hacer, por lo tanto, salió de su cama y caminó hasta la ventana en donde su lechuza reposaba con tranquilidad dentro de su jaula. En realidad, nunca quiso tener una lechuza, pero era útil en caso de emergencias así que no podía discutir al respecto, la sacó de la jaula y le acarició su suave pelaje.

— Hey amiguita, al fin podrás dar un paseo –susurró bajo.

Le ató la carta a la pata derecha y la soltó, el ave extendió sus alas y se alejó por el cielo cargado de nubes blancas, era sábado por la tarde. Ivy se volvió a acostar en su cama, esta vez con su hurón ya que llevaba tiempo sin jugar con él. Escuchó movimiento a su izquierda y segundos después, Rose con pijama puesta, cabello enmarañado y ojeras le saludó.

— Hola Ivy.

— Hey, ¿estás bien? No luces muy bien que digamos.

— Bah, tú tampoco –bostezó –. ¿Puedo?

— Claro.

Ivy se sentó y le hizo un lugar en la cama, Rose observó el edredón de la frazada y no dijo palabra alguna, mientras la pelirroja seguía jugueteando con su hurón mascota.

— ¿A quién le enviaste una carta?

Ivy se quedó mirándola como una idiota, sin saber que decirle. No esperaba que le preguntara eso, no en ese momento, no con todas las preguntas que podía hacerle.

— ¿Prometes no enojarte? –preguntó.

— ¿Qué?

— ¡Solo promételo!

— No lo haré, presiento que me enojare, aunque lo prometa –se cruzó de brazos, mirándole ceñuda–. Ahora habla.

— Está bien –suspiró –. Le escribí a Albus, quería que supiera que me sentía mal por el distanciamiento y que tú también, que lo queremos y tratamos de aceptar lo que sea por verlo feliz, pero que también queremos un poco de esa felicidad.

— Eso está perfecto Ivy, no entiendo porque me molestaría.

— Porque anoche vino a la sala para traer a tu gato y no fui muy buena con él como lo hice en la carta, lo arruiné Rose y ahora está enojado conmigo, me imagino –intentó explicar.

— ¿Por qué le enviaste la carta entonces?

— Porque quería que la leyera de todos modos, creí que haría una diferencia, que arreglaría de algún modo nuestros problemas.

— Pero no lo hará, ¿cierto? –su tono desolador le hizo sentir mal. Ivy deseaba ser quien le dijera que todo estaría bien, pero no podía.

— Mejor arreglémonos para ir a comer.

Mientras merendaban, Ivy no dejaba de preguntarse si Albus habría leído la carta, pero actuaba como si no lo hubiese hecho. Las chicas veían hacía la mesa de Ravenclaw todo el tiempo, en donde él reía como si nada hubiese pasado la noche anterior, sonriendo y bromeando, viéndose tranquilo y feliz. No obstante, al sentir su mirada Albus giró hacía ellas y cuando sus ojos se toparon con los de la pelirroja su sonrisa se desvaneció. Observó a Ivy por un tiempo largo y luego desvió la mirada. ¿Qué significaba eso? Ella no podía leerlo como lo hacía antes, todo en él se sentía diferente. Sentía que no lo conocía de nada.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora