CAPÍTULO 24

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La Orden del Fénix.

No, definitivamente NO. Ivy no podía creerlo, ¿Qué estaba haciendo su madre allí? ¿Ahora pretendía ser la pobre madre a la que le secuestraron el hijo? Estaba molesta, ni siquiera podía mirarle a la cara e internamente deseaba hacerle daño. ¿Cómo se atrevía a volver después de tanto tiempo? Contuvo las ganas de maldecir y tomando su gorro que se hallaba sobre uno de los asientos, salió del compartimiento dejándola atrás. Bah, seguro era otra de sus alucinaciones, sin embargo, los pasos siguiéndole eran reales y la mujer no iba a darse por vencida.

— ¿Ivy? Hija tenemos que hablar –decía mientras caminaba.

— ¡No me llames hija! –exclamó enfrentándola–. Nunca, jamás en la vida vuelvas a llamarme así, no tienes más ese derecho, ¿sabés?

— Cariño estás herida...

— ¿¡A quién le importa!? –gritó, pero sabía que ella no se refería a sus heridas físicas, las que todo el mundo podía ver; se refería a sus sentimientos.

— A mí.

— No te importó cuando te fuiste –susurró, tratando de no soltar sollozos.

— Te equivocas, me importaba tanto que aún me pregunto de dónde saqué las fuerzas para marcharme.

— Necesito volver al colegio o ir a casa, tengo que...

— Tienes que venir conmigo, necesitamos hablar, por favor Ivy –le tomó del brazo–. Necesito que escuches lo que tengo que decir, luego puedes hacer lo que quieras, pero por favor ven conmigo.

La pelirroja miro más allá de ella, hacía el final del pasillo, ¿podía si quiera decir que no? No tenía como regresar a Hogwarts e ir a su casa sería un suicidio, probablemente dementores, mortifagos o aurores se encontrarían custodiando y necesitaba apartarse de quienes querían capturarla o asesinarla, si quería encontrar a Brandon. Apretó los dientes con fuerza y asintió hacía su madre, odiaba aceptar su propuesta, tener que escuchar sus escusas baratas o tener que pedirle ayuda para buscar a su hermano.

Era una completa locura, nunca pensó que volvería a verla, incluso hasta se había hecho a la idea de que quizás estuviera muerta. ¿Dónde habría estado? No podía evitarlo, la curiosidad era mucho más grande y quería escuchar lo que tenía para decirle, necesitaba tener las respuestas a todas sus preguntas.

Ambas salieron del tren, el maquinista les entregó las maletas y Ivy notó que las de su hermano no estaban, volvía a sentirse devastada. Anne Joseph, madre de Ivy y Bran, la escoltó hasta la estación King Cross en donde casi no quedaban personas; seguía lloviendo y ya era de noche.

— Un viejo amigo me otorgó el permiso especial de hacer una desaparición contigo, aunque aún no tengas la edad adecuada.

— ¿Vamos a desaparecernos? –preguntó sorprendida.

— Así es, es la única forma de no ser atrapadas, iremos a un lugar seguro y podremos hablar.

— ¿Tienes casa en Londres? –espetó con malhumor.

— No realmente, me estoy quedando en casa de un miembro de la Orden, fueron muy amables conm...

— ¿Perteneces a la Orden del Fénix? Pero somos americanos, ni siquiera estudiaste en Hogwarts –dijo interrumpiéndola y ella sonrió.

— Sí, soy un miembro desde hace siete años, más o menos, pero es una historia un poco larga.

Anne le tomó del brazo sin que pudiera detenerla y observó a las personas para asegurarse de que no las veían, sin embargo, la mente de Ivy estaba en otro lado, ¿siete años? Eran más o menos los que pasaron sin ella luego de que se marchó. De pronto, cerró con fuerza los ojos, tuvo la sensación de ser tirada con fuerza desde el ombligo, su estómago se retorció y comenzó a temblar. La adolescente casi se cayó cuando tocó el suelo bajo sus pies, pero Anne le sostuvo con fuerza. Ivy observó hacía abajo, había arena, estaban en una playa vacía.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora