CAPÍTULO 8

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Apuestas.

Sr. Van Der Woodsen:

Le escribo esta carta disculpándome por mi tardanza, hemos estado muy atareados con respecto a los É.X.T.A.S.I.S., como ya sabrá, encontré este pequeño espacio en mi agenda de estudiante para escribirle y esto es lo que voy a decirle:

Primero que nada, Brandon quedo en Gryffindor como yo, es algo bueno y está muy feliz al respecto, hizo dos nuevos amigos y eso lo pone muy contento. Por favor, envíale una carta felicitándolo cuando puedas, él merece tener un padre de verdad, merece creer la dulce y triste mentira que yo alguna vez creí.

Segundo, no he conseguido saber nada importante de los Potter. James es el mismo imbécil de siempre, Lily casi nunca está a la vista y bueno, Albus sigue siendo el chico de siempre. No puedo decirte más porque no sé nada más, si ocurre algo de lo que pueda informarte te lo hare saber.

No tengo más que decirte por lo tanto me despido. Hasta luego.

Ivy.

La pelirroja termino de leer la carta que acababa de escribirle a su padre, no quería que fuera nada cariñoso porque ya no se sentía de ese modo, sin embargo, no tenía información jugosa de los Potter por lo tanto Kurt no estaría contento cuando la recibiera. Metió el papel en el sobre y lo sello, luego, se lo entrego a la lechuza de su hermano menor. Un suspiro cansino se escapó de sus labios cuando observo al animal perderse en el cielo nublado de aquella mañana. Mientras no se enterará de nada comprometedor, no se sentiría una asquerosa traidora y todo estaría bien. No sabía porque había estado recordando su primer día en el andén 9 y ¾ desde que despertó, pero los recuerdos de la primera vez que conoció a sus amigos, no dejaban su mente.

— Ivy Van Der Woodsen. ¿Tan temprano por aquí?

— ¿Y tú? –enarco una ceja girándose a verle, Leo Macmillan sonrió sonrojado.

— Olvide el cumpleaños de mi hermanita Ella, cumple ocho este año.

— ¿Tienes una hermana? –se sorprendió. No sabía mucho de los amigos de Potter, pero Macmillan parecía ser el más tratable.

— Si y un hermano de diez años, pero Ella es mi consentida  –sonrió, sin embargo, se puso nervioso–. Eh... Por favor no le digas a James que actué así, creerá que soy un tonto.

— No creo que seas un tonto Leo, creo que es tierno como quieres a tu hermanita y de todos modos, Lily también debe ser la debilidad de James. Es algo de hermanos –se encogió de hombros, recordando a Bran.

El rubor en las mejillas de Macmillan se profundizo y una sonrisa tímida apareció en sus labios, sus ojos se cruzaron mientras Ivy caminaba a su lado para salir por la puerta de la lechuceria. La pelirroja se giró a verle antes de irse; él le estaba mirando. El aire fresco azoto con fuerza, pero Ivy se sentía bien, quizá no sería un día tan malo.

Ivy hizo su camino de regreso al castillo, sus mejillas estaban frías y con un sutil color rosa. Trato de quitarse el frio y regular su respiración antes de entrar al Gran Salón, en donde todos estarían desayunando.

— ¡Te dije que masticaras y tragaras antes de hablarme, Hugo!

— Te gige gue me degagas en pag, Gosie.

— ¡Qué tragues primero! –grito exasperada, golpeándole con su libro de Aritmancia en la cabeza.

— ¡Augh!

— ¡Déjalo en paz Rose, harás que se ahogue! –dijo James entre risas.

— ¿Y ustedes dos donde se habían metido? ¡Hace media hora que estaba esperándolos aquí!

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora