CAPÍTULO 29 [Parte 1]

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Sacrificios.

La noche no había podido ser más difícil de digerir con la reciente confesión de Ivy a sus amigos, todo por lo que temió en el pasado, todo aquello por lo cual decidió ocultar la verdad, ya de nada servía porqué se habían vuelto realidad, sus miedos, sus dudas, todo. ¿Qué clase de amigos no escuchaban en vez de solo juzgar? Bueno, precisamente los que se encontraban heridos, pero con todo esto saliendo a flote ella quedaba como la mala, como la mentirosa y traidora, ¿Cómo reparaba algo así? Volvió a secar las lágrimas que salían de vez en cuando, aspiró con fuerza y observó hacía el amanecer, hacía frío y el cielo se encontraba completamente nublado. Subió su bufanda más arriba de su boca y se apretó más a su propio cuerpo, tratando de hacerse un ovillo y pasar desapercibida en el pie del enorme álamo en el bosque. Aún estaban allí, Albus y Rose se dedicaban a aplicarle la ley de hielo, sin mirarla o hablarle, casi como si ella no existiera para ellos. Lo peor era que sabía que se lo merecía por mentirosa, ninguna mentira duraba mucho tiempo y mucho menos se hacía más liviana con el tiempo, de hecho, todo lo contrario.

Se preguntó que podía hacer para reparar todo lo que ocasionó a sus mejores amigos, ¿una cena especial? ¿Una disculpa, aunque ya lo allá intentado millones de veces? Pensó que ofrecerse voluntaria para vigilar aquella noche serviría de algo, pero Rose tuvo un poco de duda sobre dejarla a cargo de su seguridad. Hasta aquel entonces, Ivy no sabía cuánto daño había hecho, ahora sabía que sus amigos desconfiaban.

— ¿Aún despierta? –preguntó una voz a lo lejos.

— Bueno, a menos que uno de ustedes tome mi lugar, no podré dormir mucho, tengo una confianza que reparar.

— Intenté hablar con ella y no quiso escucharme, pero Ivy, Rose es inteligente, deducirá la verdad por su cuenta, ya verás –sonrió el rubio.

— Ojalá sea así, no soporto esto, es como cuando Albus nos ignoró a ambas por semanas. Claro que al menos tenía a Rose a mi lado, ahora tal vez, los perdí a ambos.

— No digas eso, mira, te conocen desde antes de que tu padre... bueno, el punto es que, sacaran conclusiones de que nunca hiciste esto porque lo deseabas.

— No sé qué haría sin un amigo como tú –sonrió, mientras él le tendía una mano y le ayudaba a incorporarse–. Gracias.

— No hay porque –se encogió de hombros, aunque la pelirroja le dio un ligero abrazo.

— Eh... –carraspeó Rose, estaba cruzada  de brazos al pie de la tienda de acampar, observándolos ceñuda–. Debemos mover el campamento.

Luego de haberlo anunciado, se adentró en la tienda de nuevo y no volvió a salir, Ivy observó melancólica esperando que todo solo fuera una pesadilla. Minutos más tarde, guardaba las cobijas en el baúl del auto para comenzar a alejarse del campamento, descubrió que, si se quedaba callada y evitaba la mirada de los demás, se sentía menos doloroso. Sí, ser invisible, como en los viejos tiempos. ¡Yupi!

Scorpius se esforzó por sacarles conversación a todos por igual, pero siempre caía alguna indirecta y como nadie quería sentarse junto a Ivy, ella debió ocupar el asiento de copiloto mientras Scorpius conducía. Por alguna extraña razón, aquel gesto molestaba a los primos Potter-Weasley que no dejaban que el ceño en sus rostros se marchara ni de por casualidad.

Descendieron en la orilla de un lago, el sol se ocultaba detrás de las nubes oscuras y amenazaba con ponerse a llover muy pronto, Rose se encargó de poner hechizos para que la lluvia no les mojara mientras Albus comenzaba un plano de ubicación nuevamente. Mientras tanto, Scorpius y Ivy se sentaban alrededor de una pequeña pirámide de leña.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora