Prefectos.
Una vez todos habían terminado sus postres, los últimos restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos completamente limpios. Minerva McGonagall volvió a levantarse y la charla que llenaba el Gran Comedor se apagó de inmediato.
— ¡Bien! –dijo la mujer, sonriéndoles a todos–. Ahora que todos estamos bien comidos, debo una vez más pedir su atención mientras les comunico algunas noticias: El señor Filch, el conserje, me ha pedido como cada año que les comunique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año. La lista completa comprende ya seiscientos noventa y siete artículos, según creo y puede consultarse en su conserjería.
La boca de la directora se crispó un poco en las comisuras. ¿En serio existían tantos objetos que prohibir? Negó con la cabeza y luego prosiguió:
— Como cada año, quiero recordarles que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogsmeade para todos los alumnos de primero y de segundo. Por nada del mundo deberán romper aquella norma, estar fuera no es tan seguro como solía serlo. Por si hay quienes no están enterados, fuerzas oscuras están atacando nuestro mundo de nuevo y depende de todos hacer de este, su lugar seguro.
Ivy sintió un nudo en el estómago, fuerzas oscuras que tenían que ver con su padre. Deseaba no tener que volver a recordar. Su vista se dirigió a la profesora quien seguía hablando.
— Ya se va haciendo tarde y sé lo importante que es para todos ustedes estar despiertos y descansados para empezar las clases mañana por la mañana, por lo tanto, ¡Hora de dormir! ¡Andando!
— Vamos –murmuro la pelirroja.
— No puedo, ¿recuerdas? Soy Prefecta, Leo también –explico Rose, buscándole con la mirada–. Lo siento, Ivy.
— No pasa nada, ¡te veo luego!
Ivy no quería admitirlo, pero le molestaba rotundamente no haber sido seleccionada como Prefecta de su casa. Ella no había hecho más que esforzarse en sus calificaciones el año anterior, había tenido que adaptarse a un modo de enseñanza diferente, en otro país y esperaba poder sentir que lograba algo por su cuenta. Sin embargo, ahí estaba, de nuevo fracasando. En cambio, Rose era parte del equipo de Quidditch, tenía el mejor promedio de su clase y era excelente en el ajedrez mágico; además de la clase de encantamientos. La profesora McGonagall le había asegurado que no quería sobre cargarla con tantas cosas en sus últimos años, pero termino siendo elegida de todos modos. Ivy había visto a Scorpius Malfoy también llevando su insignia de Prefecto. Salió caminando del salón, observando como Debby Sharman llamaba a los de primero, bien, ¿Quién más que conociera seria Prefecto? Se choco con Scorpius quien le sonrió al reconocerla.
— ¡Hola, Ivy! Qué bueno verte.
— Hola Scorpion King –sonrió.
— Extrañe viajar con ustedes en el expreso, pero papá no se sentía seguro de dejarme subir, ya sabes, por todo lo que está sucediendo, ¿puedes creerlo? –exclamo hablando rápido–. Oh, lo siento, tengo que seguir. ¡Te veo mañana!
Saludo y siguió llamando a los de primero, ella sonrió de vuelta y continuo su paso ante la atenta mirada de Ignatia Zabini, quien era la hija de Pansy Parkinson y Blase Zabini. Y por supuesto, era todo lo que sus padres deseaban que fuera; a los ojos de Ivy, una mierda de persona. Se creía superior y molestaba a todo el mundo, como Prefecta seguramente se jactaría de muchas cosas y les haría la vida imposible a las chicas Gryffindor. Scorpius se unió a ella para hacer su trabajo juntos, en el fondo deseando que hubieran elegido a Albus para el cargo, a Albus le daría lo mismo estar con la morena, pero Scorpius no soportaba su presencia maligna. El año pasado había defendido a Ivy y Rose —especialmente a Rose—, de una de sus bromas pesadas, aquello fue lo que provocó que Rose le diese una nueva oportunidad de conocerse y ser amigos. Sin embargo, a pesar de lo bueno, Ignatia no olvidaba. Siempre estaba al asecho junto a su amigo Cormac Chadburn, quien resultaba ser menos desagradable pero más corpulento e intimidante.
Minutos más tarde, Ivy llego al retrato de la Dama Gorda, quien esperaba impaciente por la contraseña. La pelirroja maldijo por lo bajo, ganándose miradas de reproches de algunos retratos, no se sabía la contraseña. ¿Cómo es posible? pensó, sintiéndose avergonzada. Había decidido que esperaría a que algún compañero llegara o saliera para ayudarle, cuando de la nada tres chicos salieron de debajo de una capa invisible y le asustaron.
— ¡Maldición, Potter! –grito a la vez que los muchachos se retorcían de la risa.
— Cuidado ahí, Van Der Woodsen, estas maldiciendo frente a una Dama –dijo fingiendo seriedad–. Willis di la contraseña.
— Quibbler –pronuncio el adolescente y el cuadro de la Dama Gorda se hizo a un lado.
— Gracias, Dan.
— De nada, Ivy –respondió sonrojado.
Los Merodeadores le dejaron entrar primero, Ivy saludo a su hermano pequeño con un abrazo, estaban escuchando a los prefectos por lo que no quería interrumpir. Se despidió y subió las escaleras hacia el ala de los dormitorios de mujeres. Cuando abrió la puerta, cinco camas adoceladas la recibieron, la habitación circular era bastante espaciosa y su cama estaba a la izquierda de la puerta; a su lado estaba la de Rose. Ellas dos compartían habitación con Ana Worthing, Leila Evans y Susie Jones, las muchachas se encontraban platicando en sus camas, hablando de sus vacaciones fuera del país y mostrando fotografías unas a otras. Las tres le sonrieron.
— ¡Bienvenida otra vez, Van Der Woodsen! –canturreo Susie, sonriendo con cariño.
— Gracias, es un gusto verlas de nuevo chicas.
— Ya estábamos preguntándonos por ti –dijo Leila, girándose de pronto para buscar cinta y pegar un poster de una banda muggle en la pared junto a su cama.
— Tu hermano es un Gryffindor ahora, ¡felicidades! –exclamo Ana–. Debes estar muy feliz.
— ¡Gracias! Claro, si –sonrió con la mirada apaga, no todo era felicidad.
Las muchachas siguieron platicando y luego, Rose se les unió, pero aquella vez estaban hablando de James Potter y su grupito de chicos guapos, según ellas. Ivy y Rose pusieron los ojos en blanco y Ivy se aseguró de que su mascota tuviera agua y comida. Estaba a punto de acostarse cuando golpearon la puerta. Afuera se encontraba Brandon, ella salió del cuarto para tener privacidad.
— Hey amiguito –sonrió.
— Perdona Ivy, iba a dormir, pero me acorde de algo –explico mirando sus manos–. ¿Le escribirías a papá por mí? Quiero que le digas en donde quede.
— Oh, claro –respondió un tanto triste–. Luego te enseñare como enviarle cartas para que puedas hacerlo cuando quieras.
— ¡Gracias, Ivy!
Ella asintió y alborotando el cabello del niño se giró para volver a su habitación. No hablo con Rose o sus demasiado alegres compañeras de habitación, se ocultó bajo las mantas de su cama y cerro las cortinas a su alrededor, todo lo que quería era cerrar los ojos y no pensar en el mañana, porque mañana las cosas podían cambiar, porque sabía que venía con un propósito, una misión para su padre. El momento de empezar a ser una traidora llegaba, no podía frenarlo y odia rotundamente no hacerlo.
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Traiciones [Albus Severus Potter]
FanficHan pasado dos años desde los eventos que involucraron a la hija de Lord Voldemort y Bellatrix Lestrange con Albus Potter y Scorpius Malfoy. El mundo mágico parecía recobrar su tranquilidad, sin embargo, una entrevista con la joven bruja lo cambiara...