PROLOGO

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Las lágrimas caían por sus mejillas, sus manos temblaban sobre su regazo mientras observaba al suelo. Se sentía adolorida, como si le hubieran pateado y golpeado, pero era su corazón el que estaba presionando fuerte en su pecho. No era un dolor físico, pero era tan fuerte que así se percibía. Sollozos salieron de su boca sin poder detenerlos, su cuerpo sacudiéndose por el fuerte llanto, sentía de a poco como la oscuridad la consumía. ¿Qué había hecho para merecer aquello? Lloro con más fuerza, apretando los ojos hasta sentir dolor, la puerta de su habitación se abrió lentamente, mientras la luz del pasillo llenaba el lugar poco a poco. Sin embargo, no tenía la energía de elevarla vista, estaba destrozada.

Una persona se arrodillo frente a ella y apoyo una mano en su regazo, quería tomar sus manos, pero ella las alejo bruscamente, no quería que le mire y mucho menos que le tocara. No lo quería cerca suyo, sentía asco, repugnancia, enojo, dolor. Mucho dolor, pero sobre todo traición. Él le había traicionado, su propio padre, un traidor, una mala persona.

— Mírame –demando, pero la muchacha negó como pudo, atragantada con sus propias lágrimas–. Ivy, mírame por favor. Ahora.

— Papá... –sollozo.

— Necesito que me veas.

Lentamente, como queriendo evitarlo el mayor tiempo posible, la adolescente miro su rostro, el sudor corría por su cara. Aquel rostro que alguna vez había sido paternal, bondadoso, incluso tierno; era completamente diferente. Un par de ojos carecientes de emoción le miraron fijo, estaba pálido y con enormes círculos negros rodeándole sus ojos azules, tenía unas ojeras protuberantes. Últimamente dormía muy poco y se la pasaba encerrado en su oficina. Se veía incluso más delgado, más consumido. ¿Quién era él? ¿Qué había hecho con su padre? Su corazón golpeaba con fuerza, retumbaba en sus oídos, se sentía mareada. Debía ser una pesadilla, un mal sueño, pero el hombre frente a ella tomo su mentón con fuerza, casi lastimándole. Tenía miedo, miedo de su propia sangre.

— Por favor, no me hagas daño –suplico mientras más lagrimas caían.

— ¿Qué dices, Ivy? Jamás te lastimaría, eres mi hija –intento sonreír, pero ella no confiaba en él–. No voy a hacerte daño cariño, me has descubierto, pero sé que guardaras el secreto.

— ¿Quién era ella? ¿Era quien yo creo?

— Lo es –respondió–. Y necesitamos que hagas algo por nosotros. Como habrás escuchado, me han dado una misión, hay una profecía y debe cumplirse. Ella me ha elegido a mí y necesito de ti para cumplirla. Soy el elegido.

— ¿Estas mal? ¡No puedes confiar en ella, sabes todo lo que hizo!

— ¡Lo que le obligaron a hacer! –vocifero–. Lo siento, lo siento Ivy –paso sus manos por su rostro, en señal de cansancio y estrés–. Mira, no es tan complicado, iras a Hogwarts y me darás toda la información que consigas sobre los Potter. Nada más que eso, yo haré el resto.

— No puedo hacer eso, por favor no me pidas que lo haga, no quiero engañar a mis amigos, papá...

Tienes que hacerlo Ivy, lo harás. No puedo fallarle o ustedes podrían sufrir las consecuencias. Quisiera no tener que pedírtelo, pero no hay otra forma, ¡eres nuestro caballo de Troya! –sonrió ampliamente.

Ivy le miro horrorizada, su padre no era la persona que ella creía, no era lo que hacía creer a todo el mundo, él llevaba una doble vida, mantenía una farsa e iba a traicionarlos a todos. Peor aún, obligaría a su hija mayor a hacerlo también y ella ni siquiera podía terminar de asimilar lo que había descubierto. Su padre se había unido a Delphini Riddle, eran aliados, ella le había lavado el cerebro, lo había cambiado por completo. Y ella era la heredera del mal, la hija de Lord Voldemort, el mago Tenebroso más temido de todos los tiempos.

Traición... Eso sentía, eso haría y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Traiciones [Albus Severus Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora