CAPITULO 55
[Liam Payne]
Bea estaba de vuelta definitivamente. Se había pasado la tarde entera en mi apartamento y, para cuando era de noche, le daba demasiada pereza irse así que decidió que se quedase a dormir. Hicimos un fatídico intento de pollo al horno pero, por cuestiones técnicas, terminamos encargando unas pizzas.
-eres un desastre Payne –dijo Bea recogiendo el suelo de la cocina-
-¡solo intentaba hacer una salsa! –Protesté limpiando la encimera del intento de salsa-
-pues olía a estiércol –dejé de limpiar solo para mirarla pero ella se dedicó a encogerse de hombros- solo soy sincera
-ya te diré por dónde puedes meterte la sinceridad… -murmuré consiguiendo una patada en el trasero-
-¿desde cuándo eres tan mal hablado? –Se quejó-
-¿y desde cuándo eres tan…? –Me quedé en silencio porque ella siempre había sido una chica directa, quizá ahora más brusca, pero no había cambiado mucho-
-¿perfecta? ¿Maravillosa? ¿Adorable?
-modesta –dije riéndome-
Sonrió abiertamente. Poco a poco fuimos terminando de limpiar y, justo cuando acabamos, sonó el timbre.
-¡comida! Ve a abrir –dijo, u ordenó, mientras se dirigía al salón-
-podrías invitarme –dije yendo a la entrada-
-tú eres el millonario –escuché. Tenía razón-
Pagué la pizza, dándole también algo de propina al chico, y fui al salón. Bea estaba tumbada en el sofá, las zapatillas tiradas por el suelo, y el mando de la tele en su mano.
-¿me toca traer también vasos y bebida? –Me miró sonriendo perezosamente. No iba a aceptar, le tocaba a ella mover el culo así que me cruce de brazos y cuadré los hombros-
-vale, vale… -dijo sentándose- voy
Sonreí y fui a la cocina para sacar los vasos de los armarios. Los tenía en un sitio alto por lo que sabía que ella no llegaba, motivo de demasiadas bromas desde que vivía en ese apartamento. Escuché como entraba arrastrando los pies, abrió la nevera y poco después la cerró.
-llevo Coca-Cola y servilletas; te tocan los vasos
-oído cocina
Sus pasos se alejaron de la cocina. Cogí los vasos y fui al salón donde el ambiente olía a pizza carbonara. La boca se me hizo agua. Me senté a su lado, dejé que llenase los vasos y yo aproveché ese pequeño momento para hacerme con el mando de la tele. Quería ver el partido de la NBA.
-te tienes que estar quedando contigo –dijo cuándo miró la pantalla- no he venido hasta aquí para ver la NBA
-mi casa, mis normas –entrecerró los ojos y me quitó el mando de un simple movimiento-
-calla y come –reí y miré la pantalla. Empezó a cambiar canales sin ton ni son hasta que me puso nervioso-
-¡Bea! Es la tercera vez que pasas por la BBC –me miró riendo antes de cambiar un par de veces más y terminar poniendo la NBA- ¿en serio?
-soy la mejor, ¿recuerdas? –Sonreí y le di un beso en la cabeza-
-lo eres
Cogimos un trozo de pizza y nos recostamos contra el sofá mirando el partido. Sabía que ella no era la mayor fan del baloncesto, y de los deportes en general, pero nunca se había perdido un partido conmigo.