37 | La comida también baila.

21 16 0
                                    

CHESTER.

— ¿Y así fue como has llegado hasta aquí? —Pregunta Kody. Tras escuchar por fin mi historia.

—No me falta un cabello canino qué contar. —Digo.

Estamos detrás de las mesas de aperitivos, justo donde nadie nos pueda ver.

—Oye. Cuéntame... ¿cómo has cambiado de opinión para cambiar tu nombre? —Pregunto al recordar ese gran detalle.

— ¿Recuerdas lo que me contaste sobre el propósito que tendríamos las mascotas al estar en una familia? —Inquiere.

—Claro que lo recuerdo. —Exclamo.

—Estabas en los cierto. Yo conseguí el mío cuando Aidan y Aidrian eligieron ese nombre para mí. —Cuenta, agitando su cola.

—Eso me agrada escuchar. —Digo orgulloso—. Hasta me siento algo envejecido.

Aunque aún no sea un canino anciano, escuchar al pequeño Kody me hace sentir así.

—Vaya. Y tu segundo nombre podría ser exageración. —Comenta Princesa.

—Chester, ¿me alcanzas un bocadillo? —Pregunta Kody.

—Oh, claro. Solo vigila que no haya nadie cerca. —Le pido.

Entonces, él se escabulle debajo de los manteles de la mesa lo más rápido que pueden sus patas. Mientras, yo espero su señal.

—Es un cachorro muy adorable. —Me dice Princesa.

—Oh, sí. Seguro. Bueno, lo aprendió de mí. —Presumo.

— ¡Despejado! —Dice la voz lejana de Kody.

Rápidamente me pongo frente a la mesa, y en dos patas traseras me alzo hacia arriba con la finalidad de que mis patas delanteras se sostengan al borde de la mesa.

—Oh. Cuanta comida y variedad. —Digo ansioso.

Hay algunos Cupcakes cerca de mí nariz, tomo uno color azul con la boca, pero, antes de lograr bajarlo, ya se ha ido hasta mi estómago hecho migajas.

Bueno, me lo comí voluntariamente.

Lo acepto.

Me apresuro a tomar uno más de color verde. Pero, no lo resisto, también me lo he comido.

Otro, de color amarillo, donde juro no comerlo.

He fallado como canino resistiéndose a la tentación alimenticia.

—Chester, ¡Apresurate! —Exclama Kody, aún en vigilancia—. Ahí viene alguien. —Me notifica.

Pero, antes de que pueda tomar otro, veo la figura de una mujer mayor acercándose.

—Oh. oh. —Digo. E inmediatamente me tiro al suelo.

— ¿Por qué tardaste tanto? —Pregunta Princesa.

—Ah, pues... —balbuceo—... es que están muy alejados. —Miento.

—Oh. ¿Y qué dices del glaseado? —Pregunta de pronto.

— ¿Glaseado? —Digo extrañado.

—El que tienes en el hocico, Chester. —Me dice Kody, al llegar alado de Princesa.

—Bueno... —Me veo atrapado—. Está bien, me comí uno que estaba irresistiblemente al paladar. —Le digo.

En realidad fueron tres.

HASTA EL FINAL DEL CAMINO © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora