08 | Instinto carnívoro.

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Luego de un prolongado tiempo, desde que Laura se fue hacia el laboratorio con el loro, Romín, la anciana que lo acompaña se ha tomado la libertad de relatarme sobre su vida con su mascota. Mencionando la cantidad de años que lleva realizando esas actividades que desde hace un mes dejo de hacerlo, siendo exacto, son quince años. Razón por la cual, Romín entraría en ese estado de ansiedad. Aunque Laura no precise el resultado exacto de qué sea, debido a que tendría que realizar ese análisis físico en el laboratorio, puedo estar seguro de no haber detectado algo más en su cuerpo que aquella situación emocional, quizá en ese momento no lo sentía, y, también por ello, él diría que los argumentos de su abuela no eran de fiar. Solo porque hoy sintió la serenidad al salir de su hogar, donde rememoraba, quizás, una parte de su pasado, o sentía que la presión sobre sí, al estar encerrado, se disipaba al olvidar aquello que le estuvo perturbando durante todo ese tiempo.

Unos toques, a penas audibles, se escucharon sobre la puerta del consultorio, seguidamente, ésta se abre mostrándose la figura alta de Melissa, cargando sobre sí un semblante sonriente: –– Disculpen... ––Murmura, y casi al instante en que se percata de la ausencia de mi humana, agrega––: Oh, pensé que se encontraba mi compañera..., lo siento. ––En ese preciso instante me observa, tratando de emitir algo en sus labios. Al caer en cuenta de ello, prosigue––: ¿No le molestaría que me llevase al canino? ––Expresa, y, tras una mueca en sus labios, dibuja una extravagante sonrisa, casi por solo mostrar su dentadura.

–– Eh, bu-bueno, no hay problema. ––Titubea la anciana, quizá se haya asustado por la rareza de ésta chica–– Como lo dijo la veterinaria, él es ahora el asistente veterinario, eso debe repercutir en todo lo que aquí laboren. ––Conjeturo, tras esto, le regala una dócil sonrisa.

–– ¡Gracias! ––Exclamo con mucho fervor–– Ven aquí, Chester. ––Menciona, haciendo ademán con sus manos para que le siga, y, al ver que aún no reaccionaba a ir tras ella, agrega––: Acompáñame, te voy a mostrar algo muy divertido. ––Menciona, en su gran suerte, me incorporo sobre mis cuatro patas para seguirla.

–– ¿Jugaremos a la pelota? ¿O algo en particular? ––Inquiero, una vez cerca de Melissa, levantándome sobre mis dos patas traseras–– Es decir, sé que he venido a cumplir con mi trabajo, que además es un motivo divertido. Pero, por si las dudas, ¿no? ––Objete.

Una vez que Melissa trata de salir, y yo, vuelvo mis patas delanteras al suelo y la sigo. Pero, súbitamente, vuelve de regreso, provocando que retroceda con dificultad al estar frente a frente. Por éste acto tan repentino le observo esperando respuesta y ella, al notarlo, instantáneamente añade––: Ya nos vamos, amigo. ––Se hace a un lado para lograr mirar a la acompañante de Romín, que sostiene su ceño fruncido con una mezcla de confusión–– Por cierto, si la veterinaria pregunta por su asistente canino, ¿podría comentarle que Meli se lo ha llevado hasta el área de entretenimiento animal?

–– Sí, puedo notificarle. ––Comenta con serenidad.

–– ¡Se lo agradezco! ––Exclama en un brinco. Puedo asegurar que la anciana se ha visto algo extraña por ello––. Ahora sí, hasta luego. Vamos, Chester. ––Comenta.

–– ¿Para dónde van? ––Se escucha una voz muy peculiar a nuestras espaldas. Así que me giro encontrándome con Laura.

–– ¡Oh! Laura, eh... ––Melissa trata de ordenar alguna explicación–– ¿Podrías prestarme a Chester por un segundo? ––Inquiere, con una sonrisa de nervios sobre sí.

–– Sí, pero, ¿para qué? ––Formula Laura, acariciando el plumaje de su paciente.

–– Bueno, no hay respuesta a ello, solo se me ocurrió de momento. Pero, quiero llevarlo al área de entretenimiento animal. ––Objeta.

HASTA EL FINAL DEL CAMINO © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora