40 | Experimentando nuevas cosas.

22 18 0
                                    

CHESTER.

Me devuelvo con la vara de madera en la boca hasta donde Caitlín y Aidan decidieron sentarse sobre una suave capa de césped que se mezcla con la arena, luego de caminar lejos de los demás chicos.

Esta vez Caitlín se turna para aventar la vara.

—A ver, ¿lo quieres? —Dice animosa mientras mueve de un lado a otro la rama.

Movilizo mi cola por instinto y mantengo mi mirada en el objeto.

— ¡Vamos! —Exclamo.

Y entonces la lanza con su mayor fuerza.

Salgo impulsado con la vista fija en el diminuto vuelo de la vara, y cae finalmente a orillas del mar. Mis cuatro patas gozan de la energizantes adrenalina que corre en mis venas mientras voy camino a mi objetivo.

Cuando llego, la orilla del mar ha tratado de arrastrar la rama consigo, pero he llegado al fiel rescate y la tomo con mis dientes; con mis patas algo mojadas, voy de regreso hasta donde se encuentran mis acompañantes. Siento como la arena se pega con más facilidad al pelaje que rodea en mis patas, pero no es algo de lo que me preocupo.

—Eres muy rápido, Chester. —Comenta Aidan al verme llegar.

Dejo la rama en la arena.

—Es imposible frenar el impulso de la diversión. —Alego.

—Se entretiene con lo mejor. —Dice Caitlín, sonriente, mientras acerca su mano para acariciarme.

—Oh. Esto es lo mejor... —Digo, mientras me tranquilizo.

Aidan toma la rama para poder lanzarla pero algo se lo impide.

Un grito nos detiene a todo aquel que se encuentra en el lugar.

— ¡Traigan un salvavidas, por favor! —Exclama una voz algo dolorida y tétrica—. ¡Mi bebé se está ahogando! —Vuelve a gritar con más fuerza, mezclando sollozos con la frustración del momento.

Todo el mundo empieza a acercarse.

Trato de visualizar donde se encuentra el bebé. Y lo veo. Casi podría decir que es de una edad parecida a la del hermano pequeño de Aidrian. Está muy alejado de la orilla y de las personas.

Una vida que lucha por nadar y no ahogarse, por buscar algo de aire para alimentar sus pulmones. Por seguir con vida, está luchando.

No hay señales de rescate.

¿Por qué no hacen nada?

—Oh, por Dios... —musita Caitlín, horrorizada y temerosa por lo que le suceda a ese pequeño—. Hay que hacer algo... —dice con dificultad.

Entonces lo recuerdo. Allí están mis raíces. Todo queda en silencio absoluto, pero algo prevalece en constante ruido. Pálpitos. Pálpitos de algún miocardio que me dice lo que debo hacer.

— ¡Chester! —Grita Caitlín, pero es tarde para detenerme.

Siento la misma energía que sentí al correr tras la rama, pero ésta vez el rescate es tan distinto como necesario. No sé lo que pasa a mi alrededor, más sé que una vida está en peligro y nadie va a su rescate.

Sé que Laura estaría de acuerdo con hacer esto. No esperaría siquiera un segundo para salvar a un animal, es por ello que yo salvaré a ese humano que apenas conoce el mundo. Creo que si existiese ese tipo de unión entre los seres, seríamos algo invencible por la maldad. Apagaríamos el fuego para no quemarnos, y lo avivaríamos para no congelarnos. Todo está en la unión entre los seres, seríamos un gran equipo.

HASTA EL FINAL DEL CAMINO © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora