44 | Rumbo a la realidad.

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CAITLÍN.

- ¡Chester! ¿a donde van? -Exclamo, pero él y Princesa hacen caso omiso a nuestro llamado.

Ambos se encontraban en el gran jardín de la casa de la señora Martha, y justo cuando Alaska y yo decidimos salir a averiguar qué hacían, empezaron a andar hasta estar fuera de casa.

-Vamos. -Sentencio al ver que no se detienen, comenzando a andar y Alaska me sigue.

- ¿Hacia dónde se dirigen? -Pregunta Alaska-. ¿Verían a algún gato, o están embrujados? -Dice incrédula.

-No lo sé, pero creo que si no nos apresuramos, perderemos su paso. -Digo, y entonces empiezo a trotar.

Van muy rápido, y como si adivinaran que vamos tras ellos a trote, ellos aceleran el paso sin siquiera mirar hacia atrás.

- ¡Chester! -Exclamo.

- ¡Princesa! -Exclama Alaska.

Ay, no.

Somos las únicas que sabemos de su intento de escapada.

Me genera algún miedo el perder sus pasos y no volver a ver a Chester. No puede ser, no ahora.

-Vamos, rápido. -Digo, jadeando-. Avisa tus padres. -Digo a Alaska, no podemos encargarnos solas de esto, podríamos perder el control si nos vamos así.

-De acuerdo. -Dice ella, e inmediatamente toma su móvil para marcar.

Me he dado cuenta entonces que ya llevamos bastante lejos de casa, pero tampoco podemos perder su paso.

-No me contesta nadie. -Informa.

Ay, no.

¿Qué sucede ahora?

-Llama al teléfono de casa. -Digo-. Rápido. -Imploro esta vez.

No hay muchos carros por aquí, pero temo de que se encuentren con alguno de sorpresa.

- ¡Vengan ya! -Exclamo, pero me veo ignorada por ambos caninos.

¿Por qué no nos escuchan?

-Tampoco me responden. -Comunica Alaska.

-Sigue intentando. -Pido-. No hay que perderlos de vista.

- ¿Cargas dinero ahora? -Inquiere de pronto.

-Sí, ¿por qué? -Respondo.

-Tomaremos un taxi. -Sentencia.

Excelente idea.

Pensé.

Desaceleramos el paso y ella -prácticamente se tira a uno- detiene el taxi, mientras yo mantengo la vista en Chester y Princesa para no perder su rumbo.

-Oiga, señor... necesitamos que nos lleve hasta donde van nuestras mascotas, -pide Alaska, y señala hacia donde están nuestros objetivos-, ¿de acuerdos? -y el hombre asiente al mantener su vista en ellos.

Así, nos disponemos a subirnos. Y sin siquiera dudar, el hombre arranca complaciendo un avance de camino. Justo cuando vamos un poco más cerca, el tráfico empieza a reinar, sin embargo, el señor entender nuestra necesidad de alcanzarlos como para romper con la ley de tráfico.

Dios quiera que no se encuentre con algún policía.

Sin embargo, ambos caninos empiezan a correr sin piedad en nuestra búsqueda para alcanzarlos.

HASTA EL FINAL DEL CAMINO © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora