14 | Atrapados en la nostalgia.

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–– Mmmmm, ¡Galletas! ––Siento cómo el fiel aroma se adentra por mis fosas nasales, adueñándose de gran parte de mis sentidos––. ¡Qué delicia! ––Me incorporo sobre mis cuatro patas, después de un largo descanso, y empiezo a caminar. Cruzo la elegante sala, repleta de un azul marino que hace juego con los sofás; este exquisito aroma, saliente de la cocina, se impregna en las masas de aire de todo el hogar. Para un canino es el mejor ambientador que alguien podría aplicar a su hogar.

Me dirijo hasta la puerta de la cocina y trato de ubicar por donde se desprende ese aroma capaz de acariciar mi panza. Y ahí lo veo, no lo pienso más de un segundo para mover mis patas y adentrarme al lugar hasta estar frente a la caja mágica y quedarme justamente allí, sentado; empiezo a mover mi cola al estar observando una de... ¡cuántas maravillas hay en el mundo!

Mi humana dejó horneando las galletas, y aprecio como ellas empiezan lentamente a inflarse. Al cabo de unos minutos, escucho que Laura se adentra a la cocina y volteo a mirarle. Fue el único motivo por el que quite la vista de encima de las galletas.

–– ¡Ehh! Fortachón ––Expresa, al percatarse de mi compañía––. Veo qué maravilloso motivo te trae por acá ––Comenta, dirigiendo su suave mano derecha hasta mi oreja y acariciarla.

–– Yo diría: un delicioso motivo ––Mencioné, empezando a lamer su muñeca––. ¡Uh! Amo cuando me rascan la oreja, gracias ––Mencioné. Una vez finaliza, se dirige hacia el lava platos para lavar sus manos y tomar sus manoplas, luego vuelve hasta donde estoy para abrir la caja mágica y, así, sacar la bandeja de galletas. Al hacerlo, se puede apreciar como de cada galleta se desprende un aroma más profundo.

Podría jurar que estoy babeando, es algo que literalmente no puedo detener, están justo enfrente de mí. Mi humana cierra el horno y se dirige con las galletas hacia la mesa de cocina. Y sí, fui tras ella porque siempre es inevitable, pero cada vez que hago esto, después de que Laura saca la bandeja del horno, ella me lanza una de sus miradas más disciplinadas para que no me desespere. Rápidamente capté su mensaje y baje mi cabeza, algo intimidado. Para luego acostarme en suelo en modo de espera.

Oh, sí. Ese idioma de miradas fue una de mis primeras clases, soy un total experto en ellas. Créanme, cada vez que Melissa y ella se comunican por medio de ellas, puedo comprender exactamente lo que dicen. Es obvio que en variadas ocasiones a Meli le ha dado antojo de comer, pero Laura cuida de su alimentación. Aunque para suerte de mi humana, justo aparece Carlos para ayudarle con su amiga. Pero, debo admitir que entre estos chicos puedo intuir que existe una fuerte atracción por querer mezclar cierto tipo de fluidos. No es que lo suponga, en muchos casos fui un intermitente (sin tener alguna intención, solo me topaba con escenas con las que no debía) para su objetivo.

–– Oye, Chester... ––Musita mi humana, sacándome de aquella nube de recuerdos no muy gratos.

–– ¿Sí, Laura? ––Inquiero, sacudiendo mi cabeza para despojar cualquier imagen que baile en ella.

–– Quiero darte una noticia ––Comenta, tomando una de las sillas que reside dentro de la cocina para arrastrarla hasta mí.

–– Oh, las noticias me ponen ansioso, bueno... literalmente es porque no sé si sean buenas o malas ––Mencioné, rápidamente.

–– En las próximas setenta y dos horas estaremos en un vuelo hacia Sidney ––Comenta

–– ¿Sidney?, ¿Vuelo? ––Inquiero, tratando de buscar en mi cuaderno de notas mentales, información del lugar. Sé que en variadas ocasiones, mi humana nombró ese lugar.

–– ¡Iremos a visitar a mis padres! ––Exclama. Al instante, su rostro se ilumina y una sonrisa descubriendo su dentadura, se apodera de sus labios––. Ya tengo el permiso de vuelo para los dos del centro veterinario ––Agregó, sin quitar una mínima parte de su felicidad.

HASTA EL FINAL DEL CAMINO © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora