En la bañera

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18+

El eco del baño amplificó el sonido de las risas. Steve y Tony estaban en la bañera, el ultimo entre las piernas del primero, dándole la espalda.

—Vamos, Tony, te caerá en los ojos si no los cierras.

Tony rió y se enderezó.

—Está bien, está bien—dijo, hizo la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

Steve entonces derramó un poco de shampoo en su palma y le masajeó el cuero cabelludo haciendo espuma con él, para lavarle el cabello. Para Tony, se sentía muy bien y era relajante. El vapor del agua caliente los sumía en una especie de sopor y un ambiente de comodidad único. Steve tomó la regadera de mano y clareó el pelo castaño de Tony.

—Listo—le dijo.

Tony abrió los ojos y sonrió.

—Mi turno—replicó y se incorporó de la bañera lo suficiente para darse la vuelta. Se sentó en el regazó de Steve y fue su turno de lavarle el cabello.

Steve le sujetó de la cadera mientras Tony jugaba con su cabello enjabonado, haciéndole diferentes peinados alocados y rió con él. Steve estaba encantado con el momento que estaban compartiendo, tanto como en ver a Tony tan contento, comportándose como un niño travieso.

—Así eres un super saiyajin—le dijo Tony al tiempo que ponía el pelo de Steve en punta y luego, echó a reír, realmente divertido.

Steve lo miró, admiró su risa y no pudo evitar querer callarlo, no porque le molestara, sino porque, de pronto, deseaba besarlo. Así que lo hizo, le acunó el rostro con las manos y le besó en los labios ahogando su risa. Tony, aunque un poco sorprendido por su acción, respondió al beso y le rodeó el cuello con los brazos. El beso húmedo y caliente, poco a poco pasó de ser un simple roce entre sus labios a un contacto apasionado e íntimo, donde sus lenguas se rozaban, sus dientes chocaban y sus respiraciones se agitaban en busca de un poco de aire para continuar con ese beso.

Debajo de su cuerpo, Tony sintió la dureza de la erección de Steve contra su trasero, justo debajo de sus nalgas. Y deliberadamente movió sus caderas, buscando el roce sugerente y empujó suavemente a Steve contra la bañera, para recargarlo contra ella. Steve le acarició la espalda, deslizando sus dedos por la piel húmeda, siguiendo sus contornos, redondeándole el trasero. Cuando el beso terminó, rieron de nuevo, brevemente, muy poco, antes de ahogar sus risas en un nuevo beso, igual de apasionado que el anterior. Habían hecho el amor hace unas horas atrás, así que cuando Steve deslizó sus dedos entre las nalgas de Tony y presionó con la yema de los dedos su entrada, ésta cedió fácilmente. La intromisión, sin embargo, provocó reacciones en Tony, quien se estremeció y gimió dentro de la boca de Steve. Fue el mismo Tony quien levantó el trasero y sujetó la erección de Steve, para dirigirla a su interior. Fue él quien bajó la cadera para ser penetrado lentamente, y sin titubeos. Cuando se sentó por completo, sintió que en aquella posición había ido más profundo que antes, y se estremeció. Steve gruñó de satisfacción, adentro se sentía caliente, estrecho, maravilloso. Abrazó a Tony, y besó el hombro, lamiendo el agua que le perlaba la piel y, después, siguió una línea imaginaria hacia su cuello, su oreja, su mejilla y finalmente su boca.

Tony comenzó a moverse, a oscilar delante y atrás o levantando la cadera y bajándola, rítmicamente, todo ello sin dejar aquellos labios que demandaban por sus besos. El eco del baño amplificó el sonido de sus respiraciones, los jadeos y los gemidos que escapaban de sus gargantas inevitablemente. Steve mismo comenzó a empujar su cadera hacía el otro, buscando más contacto y aumentar el ritmo de las penetraciones. Tony se aferró a los hombros de Steve, y hundió el rostro en su cuello, mientras gemía incontrolable. Provocaron olas en la bañera, y el agua comenzó a salirse por los bordes, no pararon, hasta sus cuerpos se contrajeron y ambos eyacularon arrastrados por el orgasmo.

SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora