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Jarvis escuchó risas provenientes de la sala. Miró su reloj y decidió que, aunque le pesara interrumpir, tenía que pasar por ahí. Steve y Tony seguían recostados en el sofá. Tony estaba entre los brazos de Steve, quien se la arreglaba para sostener un libro también frente a ellos. Parecía algo entretenido porque ambos reían de vez en cuando. Jarvis carraspeó y llamó la atención de la pareja.
—Señor—dijo tras aclararse la garganta una vez más—, iré a comprar algo para preparar la comida.
—Oh, Jarv, está bien. Mi cartera está la mesa de noche de mi lado de la cama—dijo Tony mirándole por encima del libro que Steve había inclinado un poco para poder, precisamente, verle.
Jarvis asintió, fue por la cartera y tomó algo de dinero, luego, al volver a pasar por la sala, fue Steve quién le llamó.
—¿Sí, joven Rogers?
—Sólo Steve—le dijo éste sonriéndole amablemente—. Las llaves están en la entrada, para que no tengas que tocar.
—Gracias, joven... Steve.
Steve le sonrió de nuevo y Jarvis siguió su camino, de reojo vio que el joven rubio volvía a levantar el libro y que Tony se pegaba un poco más a él para mirar. El mayordomo no pudo reprimir una sonrisa. Le pareció una escena imposible, impensable siquiera en otras circunstancias. Víctor von Doom y Tony Stark jamás se habían acurrucado así en ningún sitio. Y en esos dos un contacto de esa manera, dulce y con tintes familiares, parecía ser algo natural. Tomó las llaves del platito de la entrada y salió del departamento.
Una vez a solas, la vista de Tony pasó de las letras del libro al rostro de Steve, quien leía tranquila y seriamente. Los ojos curiosos y castaños de Tony pasaron revista por la herida en el pómulo, menos hinchada que en la mañana y, también, menos enrojecida tras los pequeños parches que Jarvis había colocado para cerrar la herida; Tony suspiró, le molestaba la idea de que quedara alguna cicatriz; por alguna razón, que no acababa de comprender, se sentía culpable, algo le oprimía el pecho cada vez que su mirada topaba con esa herida.
—Steve...—murmuró
—¿Mmh?—respondió éste sin apartar la vista del libro.
Tony infló las mejillas, movió la mano que tenía en el pecho de Steve y le acunó la mejilla opuesta, obligándolo a voltear hacia él. Sus dedos se deslizaron hacia la nuca de Steve, entreverando su pelo en el camino; y sus labios alcanzaron los contrarios. Le besó suavemente. Steve bajó el libro y eventualmente lo soltó para abrazar a Tony y profundizar el beso. Sus respiraciones se mezclaron, y el chapoteo de sus labios humedecidos y sus lenguas ansiosas por encontrarse, aceleraron los latidos de sus corazones.
El libró cayó al piso y Tony se incorporó para ocupar su lugar en el regazo de Steve. Todo sin romper con ese hambriento beso. A horcajadas, Tony se inclinó sobre Steve, le acunó el rostro con ambas manos y en el calor del momento, sin darse cuenta, rozó la herida con sus dedos, y provocó un respingo por parte del otro. Entonces, se apartó y le miró interrogante.
—Lo siento—murmuró—, ¿te duele mucho?
Steve le sonrió y negó con la cabeza. Luego, estiró su brazo y atrajo de la nuca al castaño de vuelta a sus labios. Tony sonrió dentro del nuevo beso y comenzó a mover la cadera contra la pelvis del joven rubio. Hizo pequeños círculos, rozando y estimulando la entrepierna de éste; al tiempo que hacía lo propio consigo mismo.
Steve deslizó sus manos por la cadera de Tony hacia su torso, y por debajo de su playera. Sus dedos acariciaron la piel a su alcance, trazó una línea ascendente por aquella suave espalda llevando consigo la tela. El beso se detuvo lo suficiente para que Tony se dejara quitar la playera y ésta fuera aventada al piso, justo encima del libro.
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Sugar
FanfictionTony no está pasando por una buena racha en su matrimonio y sin proponerselo se embarcará en una aventura con un joven barman, quien en una sola noche ha cautivado su corazón. Pero su esposo no estará dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Stony AU...