En la pelea

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18+

Víctor von Doom llegó a su casa muy de mañana, atravesó los pasillos haciendo sonar sus pasos sobre el piso de mármol y sólo los aminoró cuando se acercó a su habitación. Abrió las puertas dobles despacio, procurando no hacer ruido. No quería despertar a Tony, quien, seguramente, tenía pocas horas durmiendo, ya que siempre acostumbraba desvelarse en su taller. Sin embargo, cuando entró en la habitación y encendió la lámpara de la mesa de noche, se llevó una sorpresa. En la cama no había nadie, estaba intacta, con la colcha lisa y los cojines acomodados.

Extrañado, frunció el ceño. Era raro, pero no mucho. Seguramente, Tony seguía en su taller. Ya llegaría y mejor para sí mismo. Si Tony lo encontraba en la habitación cuando llegara, no le haría ninguna escena molesta. Encogiéndose de hombros se quitó el traje y se puso el pijama. Se metió en la cama y tomó el libro que había dejo en la mesa de noche desde hacía meses. Decidió leer un poco en lo que Tony llegaba.

En ese momento, Tony despertaba, se había dado vuelta en la cama y no había encontrado a Steve a su lado. La sensación de vacío le despejó el sueño. La habitación estaba a oscuras, a excepción de una luz que provenía del baño. Amodorrado, se estiró en la cama y bostezó. Se giró con la vista hacia el baño y esperó un par de minutos hasta que Steve salió. Éste se había duchado y ya estaba vestido.

—¿Qué haces tan temprano?—preguntó Tony, tallándose los ojos y bostezando de nuevo.

Steve sonrió, caminó hacia él y se sentó en el borde de la cama.

—Tengo que ir a clases—dijo y le acarició el cabello peinándolo suavemente hacia atrás—, pero tú sigue durmiendo, te dejo la llave en la mesa, cuando salgas, cierra y déjala bajo el tapete.

Tony suspiró y le miró todavía medio dormido.

—Espera—le dijo—, te llevo a la universidad.

—No es necesario.

—Sí, sí, dejaste tu moto, yo te llevo—al decir eso, se movió e incorporó de la cama—. Sólo deja que me vista.

—En serió, Tony, no es...

Tony le cubrió la boca con una mano, después, la quitó lentamente y la giró acunándole la mejilla. Ninguno agregó nada, cerraron los ojos y se besaron suave y brevemente.

—Déjame llevarte—insistió Tony, y posó sus brazos en los hombros de Steve, rodeándole el cuello—, ¿sí?

Steve se quedó sin armas y le sonrió.

—Está bien—dijo y se inclinó para besarle una vez más.

Tony se vistió tan rápido como pudo, le habría gustado desayunar con Steve, pero el deber era primero, ya tendrían oportunidad de compartir alimentos. Él desayunaría en su casa. Luego, ambos, bajaron las escaleras del edificio y al salir a la calle caminaron hasta el auto de Tony.

—Sobrevivió—dijo Steve.

—¿Qué?

—Bueno, es un carro de lujo en una zona nada lujosa.

—Pensaste que podrían robárselo.

—Si no entero, sí algunas partes.

Tony rió.

—Tengo suerte—dijo—. Vamos, sube o llegarás tarde.

La universidad estaba aproximadamente a una hora y cachito en transporte público, en el auto hicieron la mitad del tiempo. Tony se acercó a la entrada del campus, su auto rojo y, evidentemente, de alta gama, llamó la atención de los estudiantes que iban ingresando a la institución.

SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora