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Víctor von Doom despertó cuando tiraron sobre su rostro una cubeta de agua. Se incorporó tosiendo y todavía lo hacía cuando sintió que lo sujetaban de los brazos y lo levantaban del suelo. Dos hombres lo arrastraron por un pasillo oscuro. Víctor no pudo hacer ningún movimiento defensivo, en primer lugar, porque estaba esposado de pies y manos, y segundo, porque aun sentía los efectos del narcótico que le habían suministrado en el cuerpo, el cual sentía entumecido.
Se abrieron unas puertas y lo llevaron hasta una silla, donde lo sentaron. Una luz blanca se encendió de pronto, cegándolo por unos instantes. Con los ojos entrecerrados trató de distinguir a las sombras que se movían a su alrededor.
―Dr. Víctor von Doom ―escuchó una voz ronca, honda, como pronunciada desde el fondo de un pozo―, bienvenido una vez más.
Víctor parpadeó, su mente todavía giraba y no podía ver a su interlocutor por culpa de la luz casi frente a su rostro. Se dio cuenta que su posición había empeorado todavía más. Aquello parecía un interrogatorio con tintes de tortura. Trató de erguirse y recomponerse.
―Comprenderá los modales ―continuó la voz, cada palabra parecía costarle mucho trabajo― Vayamos al grano. Hablemos de su traición.
Víctor entrecerró los ojos y respiró profundo.
―No los he traicionado―dijo de la manera más tranquila que le era posible.
―¿No? ―la voz sonó irritada―. Dígame, ¿no fue usted quien colocó las coordenadas de los misiles?
―No me equivoqué en eso.
―¿Y no fueron estás las que destruyeron nuestro campamento y frustraron nuestra misión?
―¿Por qué querría que fallaran? ―Víctor sacudió la cabeza, le parecía que no estaban siendo lo suficientemente lógicos como deberían, pero no le sorprendía, eran mercenarios. ―La operación me habría llevado de nuevo a la corona de mi país. ¿Qué motivos tendría para frustrarla?
Se oyó un chirrido, como si hubieran corrido una silla de metal por el piso. A continuación, resonó el arrastre de unos pasos titubeantes, junto con el resuello de una respiración entrecortada.
―No había, y usted lo sabía, garantía alguna de que ese propósito se cumpliera. Sabía que en Latveria habría resistencia.
―El plan era perfecto.
―Fue usted quién colocó las coordenadas.
Víctor esbozó una ligera sonrisa.
―¿No han pensado que no fueron las coordenadas, sino los microchips? ¿No se les ha ocurrido que el culpable, en realidad, es Tony Stark?
Los pasos se detuvieron. Víctor creyó que finalmente las neuronas de sus interlocutores habían hecho alguna conexión. Pero, poco después, escuchó una risa socarrona.
―Los microchips fueron revisados y testeados por nuestros expertos ―dijo la voz ―. ¿Estás insinuando que ellos se equivocaron?
―Tony es muy listo.
―Él no estaba pensando en los microchips ―la voz se ahogó, su dueño tuvo que toser antes de continuar ―. Lo que a él le preocupaba era su sugar baby.
Víctor suspiró.
―No me hablen de ese idiota.
La risa burlona se repitió y otras más se le unieron a coro.
―Fue eso, ¿no es así? Fue por ese niño que perdió la dirección, von Doom. ¿Tanto lastimó su ego un pintorcito de mierda?
Víctor frunció el ceño. Recordó haber llamado así al amante de su esposo. Así que supuso que la persona con quién hablaba debió haber estado presente en ese momento, imaginó quién, y pensó que quizás podría convencerlo de lo que para él era un hecho.
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Sugar
FanfictionTony no está pasando por una buena racha en su matrimonio y sin proponerselo se embarcará en una aventura con un joven barman, quien en una sola noche ha cautivado su corazón. Pero su esposo no estará dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Stony AU...