En la mañana

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18+

Tony sonrió cuando entre sueños sintió el abrazo de Steve, desde su espalda. Sintió la fuerza de sus brazos atenazándolo, pegándole a su cuerpo. Luego, sintió un beso en su hombro desnudo, seguido de otro beso en la hondonada entre su cuello y hombro; y uno más cerca de su oreja. Se removió un poco, gruñó a modo de ambigua protesta.

Steve respiró el aroma del pelo de Tony, y deslizó sus manos por la piel que bajo las sabanas estaba tan desnuda como la suya. Con la yema de los dedos, hizo figuras imprecisas en la cadera de Tony. Lentamente, disfrutando del tacto, alcanzó el miembro de Tony tan dormido como éste mismo. Lo acunó en su mano y lo acarició suavemente. Tony gimió, se movió un poco, pero le dejó continuar hasta que la erección se hizo patente.

Tony despertó un poco más con ello, pero se negaba a abandonar el sueño, tal vez, porque quizás estaba soñando algo que tenía que ver con lo que sucedía en la realidad. Algo que incluyó ese apretón en su nalga izquierda, y los dedos intrusos que se internaron en busca de su entrada. Volvió a moverse, sin abrir los ojos, simplemente giró un poco la cadera para dar más acceso a su cuerpo y dobló la pierna en escuadra, dándole, así, más espacio. Esos dedos intrusos encontraron lo que buscaban y se deslizaron sin resistencia de ningún tipo al interior de su cuerpo.

Steve comprobó que había algo de la humedad del lubricante que había aplicado generosamente en la zona, la cual estaba suave, maleable y tibia. Deslizó su dedo medio dentro y Tony dio un respingo, pero también movió la cadera, buscando el contacto. Steve era muy consciente de su propia erección y del calor que fluía entre sus cuerpos, así que retiró sus dedos y apartó las sábanas para tener más libertad. Tomó de la mesa de noche el último preservativo que le quedaba. Se lo puso y sujetó su erección, colocándola entre las nalgas de Tony, y presionó suavemente.

Tony despertó realmente cuando se dio cuenta que la sensación de un falo abriéndose paso en su interior no era parte de un sueño, sino que estaba sucediendo de verdad.

—Steve—murmuró ahogadamente y cuando éste empujó dentro de él los últimos centímetros de su miembro, gimió e hizo la cabeza hacia atrás.

Era curioso, estaba muy sensible, parecía que Steve conocía los recovecos de su cuerpo, esos que lo llevaban rápidamente a la pérdida del sentido.

—Tony—murmuró Steve en su oído, al tiempo comenzaba a moverse.

Tony giró el rostro contra a almohada, y se abrazó a ella, tratando de ahogar su voz contra la funda. Steve le sujetó la pierna, separándola y abriendo su compás.

—Ah, Steve... espe...

Steve aumentó la velocidad y fuerza de sus embestidas, Tony mordió la almohada, estaba a punto de llegar, de alcanzar el clímax. Steve hizo una pausa, sólo para cambiar de posición ligeramente. Sin salir de él, lo giró sobre el colchón dejándole boca abajo, y sujetándole la cadera continuó penetrándole. Cada vez que entraba golpeaba la próstata de Tony, estimulándole, haciéndolo temblar bajo su cuerpo, cada espasmo en el él, provocaba los suyos. Él también estaba muy cerca, y ya no se detendría hasta alcanzar la meta. Con una última embestida, profunda y fuerte, ambos encontraron ese instante de nulidad; el placer más intenso los sacudió.

Tras unos segundos, jadeando, abrieron los ojos, como si hubieran regresado de un largo viaje. Steve se retiró suavemente y Tony se quedó unos segundos inmóvil, respirando entrecortadamente contra la almohada. Steve, entonces se inclinó hacia él y le besó el hombro de nuevo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

Tony hizo acopió de sus fuerzas para girar y hacia un costado, y quedar frente a él.

SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora