En el adiós

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Tony arribó a la casa de Pepper al día siguiente, su amiga acababa de terminar de desayunar y le miró extrañada.

—¿Está tu esposo? —preguntó Tony cuando ambos se sentaron en la sala con una taza de café de por medio.

—Está durmiendo, llegó hace un par de horas. Tuvo una noche difícil... como tú.

Tony comprendió las palabras y también la mirada que le dirigió Pepper.

—Ya lo sabes.

—Stephen me lo contó cuando llegó—Pepper posó su mano suavemente sobre la de Tony —. No te preocupes, estoy segura que él estará bien.

Tony asintió y luego sacudió la cabeza como si hubiera recobrado la consciencia.

—Necesito pedirte algo, Pepper —dijo.

—Por supuesto, dime, ¿de qué se trata?

El castaño se incorporó de su asiento y caminó un poco, alejándose de Pepper, quien le miró intrigada y presintiendo que fuera lo que fuera que Tony iba a pedirle no sería una buena cosa.

—Necesito que... hables con los abogados y les digas que den marcha atrás a la demanda de divorcio.

Pepper cerró los ojos por un instante, como si hubiera recibido una bofetada. Cuando los abrió se levantó también del sofá, suspiró y puso las manos sobre sus caderas.

—¿Qué? —preguntó —. Repíteme lo que dijiste, porque creo que escuche una tontería.

Tony sacudió la cabeza.

—No es ninguna tontería, ya no quiero divorciarme de Víctor.

Para Pepper aquello sonaba tan inverosímil, que tuvo que hacer una pausa. Al mirar a su amigo con detenimiento, confirmó que algo no estaba bien. El rostro de éste estaba inexpresivo, y era precisamente eso lo que volvía todo más extraño. Tony no era así, él solía expresar mucho con sus gestos.

—¿Qué pasó? ¿Te dijo algo Víctor?

Tony negó.

—No, es sólo que... tenías razón.

—¿En qué?

—En que siempre regresó a él.

Pepper suspiró de nuevo y se llevó una mano a la frente.

—Pero, ¿qué estás diciendo? ¿Cómo que volver con Víctor, después de todo lo que te hizo? ¿En qué diablos estás pensado? ¿Qué hay de Steve?

—Él estará bien—respondió Tony, y se dijo que eso era lo único que le importaba realmente de todo eso—. Era una aventura para mí, Pepp, ya me di cuenta.

—¿Qué? No... no puedo creerlo —negó mientras hablaba —. Justamente cuando él te necesita, ¿te vas de su lado? ¿Qué te pasa?

—¡No me pasa nada! ¡No quiero divorciarme y es todo! —Tony respiró profundo tras exclamar aquello y luego bajó la cabeza—. Lo siento Pepper, es... sólo haz lo que te pido y dile a los abogados que no se preocupen; les pagaré por las molestias—hizo una pausa en la que sufrió la mirada dura de su amiga—. Ahora, tengo que irme.

—¿A dónde?

—Vuelvo a casa—dijo y tras ello se dirigió a la salida.

Pepper le siguió hasta la puerta y justo cuando giraba la perilla añadió:

—Víctor te amenazó de alguna manera, ¿verdad?

Tony detuvo sus movimientos por un breve, pero significativo segundo, luego, giró la perilla y abrió la puerta.

SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora