En el callejón

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18+

Las cosas eran así, se dijo Steve mientras aquellos hombres le rodeaban: se trataba de cinco matones fornidos, uno llevaba un bat y otro una manopla, los demás no parecían llevar más armas que sus puños y las pesadas botas con, posiblemente, casco de acero en la punta. El líder llevaba las manos en los bolsillos, así que era difícil saber si llevaba algo consigo. No se amedrentó, permaneció tranquilo estudiando a sus agresores en silencio, estudiándolos con el rabillo del ojo. Finalmente, su mirada se detuvo en el líder, aquel que lo había llamado y quien era el único que hablaba. Fugazmente pasó por su mente que se trataba de un asalto, pero lo descartó de inmediato, porque sabían su nombre y parecían tener un propósito, más bien, ajeno. Lo comprobó cuando le dijeron quién los había enviado. Un mensaje de Víctor von Doom, no reconocía el nombre, así que no tenía idea de lo que aquello se trataba realmente.

Bien. No había nada que hacer, excepto una: enfrentarlos. Él jamás huía de una pelea, jamás. Así que, aunque no se movió ni hizo ningún gesto, se puso en guardia.

El ataque empezó con el hombre con el bat. Steve le vio levantarlo y lanzar un golpe contra él, el cual esquivó y, no sólo eso, sujetó la muñeca del hombre y la giró haciéndole tirar el bat. El hombre que estaba detrás de él le sujetó del cuello y lo atrajo hacia atrás, otros dos le sujetaron los brazos, obligándolo a tirar su casco, fue cuando recibió un golpe en el pómulo. Fue tan fuerte que supo que se lo habían dado con la manopla. Sin embargo, a pesar de ello, no se desvaneció ni perdió el espíritu combativo, cuando aquel estaba por darle otro golpe, le dio una patada en el estómago, sacándole el aire. Forcejó con los captores que le sujetaban el brazo y logró liberar uno, con la mano recta y extendida le golpeó en el cuello derribándolo, el líder del grupo, una vez que derribó a esos dos, le dio un cabezazo al que lo sujetaba por atrás, rompiéndole la nariz y noqueándolo. Al que le sujetaba el otro brazo, le dio un puñetazo en el estomagó y, luego, otro en el riñón antes de aventarlo lejos, el hombre aterrizó en los botes de basura y se quedó ahí tirado.

Los tres que había derribado antes, se recuperaron y fueron de nuevo al ataque, Steve con la punta del pie, alcanzó su casco y lo levantó para atraparlo en el aire, con él le dio en la cara al matón de la manopla y lo vio caer inconsciente en el suelo; antes de que otro le lanzara un puñetazo, Steve bloqueó el golpe con el brazo, le devolvió el golpe y le dio un rodillazo en el estómago, aquel tampoco se incorporó.

Finalmente, estaba él, frente a frente con el líder del grupo. El cual había recuperado el bat y lo blandía al tiempo que ponía cierta distancia entre ello.

—Calma, calma, niño—le dijo el hombre.

Steve le miró ceñudo, con los puños bien apretados y la respiración algo agitada. El hombre sonrió, asió el bat con fuerza y avanzó hacia él. Steve se agachó a tiempo, lo sujetó de la cintura y lo empujó contra la pared, antes de que se recuperara le torció la mano y arrebató el bat, no lo golpeó con él lo partió en dos golpeándolo con todas sus fuerzas contra un saliente de la pared del callejón.

El líder del grupo de matones miró aquello con los ojos bien abiertos, anonadado. Steve, luego, se acercó a él y lo sujetó del cuello de su ropa, encarándolo. Rumlow, el nombre de aquel hombre, dio cuenta de la única herida que le habían causado en el pómulo, la cual sangraba, pero que no parecía muy aparatosa.

—Dile a Víctor von Doom—masculló Steve furioso—, que venga él a darme sus recados, que no sea cobarde.

Dicho eso, Rumlow sólo pudo ver un puño acercándose a su cara, antes de perder la consciencia. Steve respiró profundo, se acomodó la chaqueta y buscó con la vista su casco, lo encontró tirado cerca de uno de los hombres que había noqueado, fue por él y salió del callejón.

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