Parte 17 Culpabilidades

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Me atemoricé.

Malenne caminaba hacía Steven con todo el poder abrasador de su belleza y feminidad. Tan cegadoramente hermosa que el sol, algo inusual y digno de ver en esa región, palidecía a su lado.

Si no fuera por el hecho de que acaba de asustar al muchacho hasta el límite, seguramente Stev también hubiera estado envuelto por el aura de perfección que mi amiga irradiaba.

Raphael todavía lo sostenía entre sus manos, aprisionándolo con fuerza.

– Suéltalo, hermano. – Dijo la vampiresa al acercarse. – Es mi turno...

Raph le hizo caso, dejando caer al humano con si fuera un trapo sucio, que estaba manchándole sus perfectas manos pálidas y pétreas. Cayó al suelo en un gran estruendo, y se puso de pie muy rápido, sabiendo que estar allí, lo ponía en una situación de mayor desventaja de la que ya estaba...

No podía explicar las sensaciones que me invadieron en ese momento. Mis amigos estaban jugando con Steven, humillándolo, tal como él hacía con las muchas chicas que pasaban por su vida.

Pero eso no fue capaz que sintiera lastima por él. Se merecía cada una de las cosas que Raphael y Malenne querían hacerle, sin embargo, no podía precisar hasta donde podrían llegar.

Mi rubia amiga estaba parada de frente al muchacho, que volvía a temblar fuertemente.

– ¿Así que eres de los chicos a los que le gusta ver a las mujeres humilladas? ¿Te gusta tratarlas como objetos? – Preguntó destilando veneno con su voz de sirena.

Steven no respondió, atemorizado con el tono acido de la voz de Malenne.

– Yo no hago esas cosas... – Susurró. Su voz era prácticamente inaudible, de no ser porque éramos vampiros, nos hubiera resultado imposible percibirla.

– Mientes... – Acusó Malenne. – Tienes que aprender... tienes que respetar a todas las personas que se te cruzan en el camino.

Se acercaba más y más a él. Con un andar felino, de predador. Me recordó mucho al momento en el que los tres estuvimos de caza.

Pero ella no iba a hacer eso... no se iba a alimentar de él...

No, eso no podía pasar. Ella era vegetariana, igual que Raphael y que yo.

No iba a hacer eso, bajo ningún concepto.

Sin embargo, que cerca que estaba de su cuello. Medía cuarenta centímetros menos que Steven, y su cabeza apenas llegaba al pecho del muchacho, aunque este se encontraba encorvado por el miedo.

En otra situación, hubiera sido ilógico que un chico de su porte se asustara con la pequeña talla de mi amiga, sin embargo, todo su poder estaba plasmado en el brillo salvaje de sus ojos.

Pero a pesar de tener esa mirada, era incluso más hermosa de lo que podría llegar a ser una criatura sobre la faz de la tierra.

Raphael estaba a su lado, mirando a Steven, que también le echaba una que otra mirada cuando podía escapar del abrasador contacto de los ojos de Malenne.

– Yo estoy aquí, puedes jugar conmigo todo lo que quieras... – Habló entonces Mallie tras un breve momento de silencio. – No soy tan blanda como las otras chicas a las que has lastimado...

Esa frase hizo que los ojos de Steven terminaran de abrirse por completo.

– Anda, – Lo sedujo. – He visto como me miras cada vez que te paso por al lado... Veo que tienes ganas de besarme... y muchas otras cosas más – Estaba utilizando toda su belleza para engañarlo. – Eso no es nada malo... Y tú eres un chico tan hermoso.

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora