Parte 8 Frustraciones

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El vampiro no respondió rápidamente.

La piel de su rostro, blanca como la nieve, se puso incluso más pálida cuando terminé de formular mi pregunta.

En ese momento, deseé no haber sido tan impulsiva, al permitirme realizar esa consulta sobre sus sentimientos. Yo no lo conocía, y por lo tanto, no era nadie para él. No tenía por qué hablar conmigo de esas cuestiones, pero si las cosas salían bien, sabía que al final, no le molestaría a Raphael que lo pusiera en una situación incomoda

Sin embargo, que fuera algo obvio que él la quería, no significaba que pudiéramos hablar tranquilamente sobre el asunto. Además, si Renesmee les había contado todo acerca de nosotros, de seguro sabía que Jacob era mi mejor amigo. Y por lo tanto, eso no ayudaría a que expusiera conmigo sus sentimientos.

Raphael me miró directamente a los ojos, analizando por completo la intención de mi pregunta.

Por más que no pudiera entrar a mi mente con su don, eso no significaba que fuera tonto. Si analizaba correctamente mis palabras, se daría cuenta de que había una petición detrás de esa pregunta.

En ese momento, no vi al vampiro que quería arrebatarle la felicidad a Jacob, sino a una persona que amaba a mi hija, porque la sola alusión de Renesmee hizo que sus pupilas brillaran con nostalgia y amor.

Sentí lastima nuevamente por él. Supuse que esa era una emoción que no podría evitar percibir por el tiempo que nos quedaríamos en Alaska.

Tras ese silencio, el vampiro respondió, y supe que lo hacía sinceramente.

– Más de lo que debería. – Dijo con aire melancólico. – Aunque no sé a que viene la pregunta.

Eso era exactamente lo que quería oír. ¿Me estaba comportando nuevamente como un monstruo? Al igual que en el momento en el que le pedí a Edward que no me dejara sola en la lucha de los neófitos. Había apelado al amor que me tenía y a la culpa que él sentía por cosas del pasado. Ahora estaba haciendo lo mismo. Estaba manipulando el amor que Raphael le tenía a Renesmee para logra un objetivo.

Que ella estuviera a salvo.

Estaba mal, muy mal. Pero no tenía otra alternativa, porque si con utilizar los sentimientos de Raphael a mi favor, con tal de mantener sana y salva a Renesmee, merecía un castigo, sin duda lo aceptaría con gusto.

– Entonces, necesito que me ayudes a convencerla de que se vaya... – Le respondí. – Ella no desea irse y no quiere entender razones... Si la quieres, por favor, ayúdame a sacarla de aquí.

Él fijó su mirada de nuevo en la mía, meditando cada una de las palabras que acababa de decir. Su rostro perfecto estaba tieso, como una escultura de alabastro delicadamente confeccionada.

– Si no has podido tú, que eres la madre, no veo razón para que lo intente yo... – Articuló con lentitud. – Si ella no desea hacerlo porque quiere quedarse a tu lado, deberías permitírselo.

– No dejaré que se quede aquí, esperando a que la muerte nos alcance a todos. – Agregué rápidamente.

– No estoy diciendo eso. Es lo que menos deseo... – Respondió. – Pero ella se irá y nosotros seremos menos. Malenne y yo nos quedaremos con ustedes. Aún así la pérdida de una persona es valiosa. Sin empezar la lucha, si es que hay una, ya correremos con desventaja. – Razonó. Antes de continuar, observó mi rostro, que se estaba volviendo cada vez más inexpresivo ante la falta de esperanza. – Quiero que Renesmee se vaya y que esté a salvo, pero lo bueno sería que ustedes sobrevivieran, al igual que ella. Si permanece con nosotros, su don es sería una gran ventaja.

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora