Parte 10 Otra visión

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No terminaba de procesar todo lo que estaba pasando.Las cortinas de la ventana todavía se mecían al compás del viento que ingresaba desde el exterior. Todo estaba destrozado, pues Raphael había reducido los cristales a pequeños fragmentos diamantinos al salir corriendo de su dolor.Las cosas habían pasado demasiado rápido, y la única certeza era la desolación que inundaba el ambiente, y nos poseía uno a uno, sumergiéndonos en ella.El espectro de sufrimiento estaba presente en todos nosotros, que nos esforzábamos en regresar a la realidad, dando manotazos de ahogado.Era difícil, porque no había nada que pudiéramos hacer para evitar que las cosas fueran diferentes. Cada suceso se había relacionado con el otro de una forma tal, que resultó imposible que todo terminara como lo hizo.Edward había detenido a Malenne, que estaba dispuesta a seguir a su hermano, que ahora corría con desesperación hacía ningún lugar. No había sitio en el mundo donde su dolor fuera menos intenso, no lo encontraría...Simplemente estaba alejándose de su hermana y de Renesmee. Su pesar había sido tangible a cada segundo, calando muy profundo en mi cuerpo.Comprendía esa sensación, quizás más de lo que estaba dispuesta a aceptar.Todo su mundo, o por lo menos gran parte de él, se había desmoronado en unos minutos.Por fin había despertado de ese largo sueño en el que había estado hundido.La mentira.Mi hija se había quedado petrificada en el medio del pasillo, que reflejaba a través de los espejos que envolvían las paredes todo la escena, volviéndola todavía más perturbadora.Malenne era dueña de un don demasiado poderoso, que podía luchar, incluso contra el mío. Ella no podía someterme, pero sí tenía en su poder a alguien, yo no podría liberarlo, aunque me lo propusiera.¿Cómo una sola persona podía ser dueña de tanto poder? ¿Cómo esa pequeña vampiresa era capaz de todo aquello? No parecía lógico...Aunque...¿Había algo de lógica en todo nuestro mundo?Nada, ni siquiera un poco.Todo daba vueltas. Muchas cosas habían sido debeladas en pocos segundos... y todo había terminado de la peor forma posible.Edward había sido testigo del dolor interno de Raphael, lo sabía por la forma en la que movía su cuerpo... en los pequeños gestos que tuvo a lo largo de la conversación que los Blancquarts acaban de tener.Ella gobernaba a su hermano... utilizaba esa fuerza para que olvidara... para que no sintiera el dolor que producía el abandono.Era difícil entenderlo. Difícil pensar en los motivos que la guiaban a hacerlo. ¿Acaso no era mejor que sufriera lo que debiera y después hacer todo lo necesario para estar bien...?Aunque yo no era ningún ejemplo a seguir. Y desde luego, tampoco nadie para dar consejos.Cuando sentí el dolor del abandono, simplemente había dejado que me aplaste. Aún así, siempre había sabido que estaba equivocada, que esa no era la mejor forma de dirigirse.Siempre es mejor luchar contra los fantasmas que dejarse atemorizar por ellos.Pero lo poco que conocía a Raphael, me hacía pensar que él no se contentaba con sufrir lo suficiente. Nunca había delimitado esa barrera en la cual dices "Esta bien, ya he sufrido bastante"Era masoquista. Bueno, tal vez esa no era la palabra correcta, pero si la que dejaba ver que él jamás iba a poner un tope. Iba a dejarse consumir por la culpa, el resto de la eternidad.Todo eso le daba la razón a ella, y seguramente por eso, me encontraba desconcertada.¿Por qué no la podía encontrar culpable de ello? ¿Por qué me costaba tanto verlo como algo malo? Había hecho todo eso para evitarle el dolor.No daba crédito acerca de la forma.Ese don suyo era demasiado poderoso. Un arma demasiado tentadora.Había logrado que Edward y Raphael se desplomaran como muñecos de nieve el último día de invierno, y sin un esfuerzo aparente, había dejado inmóvil a Alice, también.Y ahora estaba destrozada. Con el rostro surcado por la pena y la desesperación. El universo en el que Raphael creía que su amor, Julia, estaba vida había desaparecido, y con él las apariencias de bienestar.El vampiro había huido, y todos habíamos escuchado de los labios de Edward la última cosa que Malenne hubiera querido saber."No volverá..."¿Sería cierto? Entendía su dolor, su sufrimiento. Había vivido cien años en una mentira. Y para colmo, había tenido que soportar que Renesmee lo supiera todo. Era una traición para él.Que ella lo supiera y no se lo hubiera dicho era como si le hubiese arrancado su congelado corazón.Lo entendía. Claro que lo hacía.Renesmee se acercó hacía Malenne, que no parecía que se recuperara en largo tiempo. La abrazó, y la acunó en su hombro como si fuera un bebé.Ella se dejó llevar por mi hija, y comenzó a sollozar sin parar en ningún momento.– ¿Qué haré ahora, Ness? – Preguntó con la voz de una muerta. – Me odia, me detesta.– Él no te odia, Mallie. – Dijo Renesmee, consolándola. – Solo esta dolido. Volverá, estoy segura de ello.Pero el rostro de Edward dejó muy en claro que eso no iba a pasar.Había visto la mente de Raphael, y él sabía que el vampiro no tenía motivos para regresar.– ¿Cómo es que todo terminó siendo así...? – Se quejó Malenne. – ¿Por qué, Renesmee?El trance comenzaba a pasar, pero ninguno de nosotros tenía una reacción a todo aquello.– Alice, ¿Quiere acompañarme para buscarlo? – Preguntó Edward entonces. ¿Sería un trabajo inútil? Quizás solo quería hacer lo posible para ayudar a Malenne.Mi cuñada asistió una vez, y se unió a mi esposo, con el que se adelantó hacía la ventana destrozada. Ambos saltaron, y nos dejaron a las tres en allí.– No debiste darle a entender que lo sabías... – Murmuró la vampiresa rubia, entonces. – Ahora él también está enojado contigo... Este era mi problema, amiga. Tú no tenías nada que ver...Renesmee no dudó al contestar.– No podía, Malenne. Él estaba muy mal, y tú también. Sabes lo mucho que los quiero, simplemente no quería verlos sufrir, pero no he ayudado en nada, solo logré que se fuera más herido de lo que ya estaba. Estoy segura de que piensa que lo traicioné. – Ya no pudo disimular su tristeza, y una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla. – A ti no te odia, eres su hermana, y te ama por sobre todo, tú lo sabes. Pero a mí, no me lo perdonará jamás.– Él te ama, Ness. – Dijo, intentando sonreír. No lo hizo nada bien. – ¿Tan difícil es que des cuenta de eso? Fue un error lo que hice, pero cuando me quise dar cuenta, ya era tarde. No tienes idea de lo que odio éste poder. No tienes idea de lo que lamento haberlo dejado ir hace cien años.No podía decir nada. Ese momento era tan íntimo entre ellas dos, que incluso me sentí una intrusa.La noche era cerrada, y las estrellas no aparecieron en el cielo en ningún momento.Pasaron unas horas, y luego de ese tiempo en el que Malenne parecía no recuperar la paz, Alice y Edward volvieron.No me sorprendió el hecho de que hayan vuelto igual que como se fueron. Desconcertados, y sin Raphael. Esa mínima ventaja de unos cinco minutos, había sido suficiente para que se alejara bastante como para no seguirlo.Nos encontrábamos ya en la sala, que había sido el primer escenario de todo ese drama que se había desencadenado. Mi hija abrazaba a su amiga, que aunque obviamente no lloraba, sollozaba sin poder detenerse.– No pudimos encontrarlo. – Anunció Edward.– No sabe hacía donde quiere ir, está cambiando de decisión todo el tiempo. – Agregó Alice. – No sé si es porque sabe que podré verlo, o porque realmente está muy confundido, pero no tiene ninguna intensión de regresar, eso es todo lo que puedo decir.Malenne gimió de nuevo, con tristeza.– Debo seguirlo, no importa que no quiera hablar conmigo. – Anunció la vampiresa rubia, poniéndose de pie, y deshaciendo el abrazo que Renesmee le hacía. – No me importa, – Repitió. – Si quiere darme vuelta la cara, y abandonarme, que así sea, pero no antes de hablar con él.– Eso no cambiará nada... – Dijo Edward. – No entiendes lo profundamente traicionado que se sintió hace un rato. No puedes pedirle que hablen ahora, sin más... Debe tomarse un tiempo para pensar.– Lo que no tenemos es tiempo... ¿Qué tal si esas personas que vinieron aquí para lastimar a Renesmee se topan con él...? – La vampira no terminó la frase, porque el dolor que suponía su conjetura era demasiado para ella.– ¡No! – Reaccionó Renesmee de inmediato. – ¡Eso no puede, ni debe pasar!Edward se acercó a las dos, y tomó la mano de nuestra hija, que temblaba ligeramente debido al miedo.– No se me ocurre otra cosa que hacer, hija. – La contuvo. – Lo hemos seguido durante dos horas. No quiere que lo encontremos, si tú sabes del algún lugar donde podríamos encontrarlo, con gusto iremos todos juntos para ver si podemos lograr que las escuche a las dos. – Renesmee intentó recordar, pero era de suponer que su nerviosismo le jugara malas pasadas.– No se me ocurre nada, papá... – Susurró.Era más de medianoche. Seguramente estaba bien entrada la madrugada, pero no tenía idea de la hora exacta. No teníamos idea de que hacer, solo concordamos en que si Raphael deseaba volver, lo haría en algún momento.Malenne estaba demasiado perturbada, y seguramente con motivo.Renesmee la acompañó a su cuarto, para ver si podía lograr que estuviera un poco mejor. Eso no dejó solos a Edward, Alice y a mí.– ¿Qué haremos ahora? – Preguntó mi cuñada. – Esto ha complicado mucho las cosas. Ahora somos solo cuatro si no contamos a Renesmee. – Parecía contrariada. – No puedo ver nada del futuro de Raphael, está demasiado concentrado en otra cosa como para pensar en que va a hacer...– Se acaba de enterar de que la persona que lleva amando doscientos años esta muerta, Alice. – Le expliqué. – Lógicamente no esta pensando en otra cosa más que en eso.– Lo entiendo, Bella. – Dijo luego de un segundo. – Pero cuando estábamos fuera he tenido otra visión. No quería decir mucho, porque todavía no la puedo comprender del todo, pero es algo malo. Temo que se haya desencadenado con la partida de Raph, y si es así, estamos en problemas.Contuve el aliento.No necesitábamos más problemas, pero estos aparecían cuando menos nos los esperábamos. Así había sido siempre, y sin duda, no había ninguna tendencia a que esto fuera a cambiar.– ¿De qué es? – Al parecer, yo era la única que no estaba enterada, porque Edward no dijo nada, solo se dedicó a observar a su hermana.– Veo cristales... cristales destrozados, y mucha gente corriendo. Hay sangre por todos lados, y muertos. Mucho muertos.Contuve el aire, presa de horror. ¿Cómo era posible que esa visión se haya generado de un segundo al otro? Eso significaba que estaríamos allí... Que estaríamos rodeados de gente muerta...Nuestra misión, de repente, se volvió incluso más aterradora y peligrosa.– Humanos. – Dije, a pesar de que era un poco obvio. No era una pregunta, solo una confirmación.– Sí, pero como todo es un desastre, no puedo distinguir el lugar. Puede ser el aeropuerto, o un lugar parecido. Aún así, si nos vamos pronto, tendremos que ir hacía allí, no hay otra forma de volver a casa que no sea en avión.– ¿Puede ser el aeropuerto de Juneau? – Habíamos estado en él, y aunque no le había prestado la mínima atención dado lo preocupada que estaba, podía suponer que tanto Alice como Edward eran mejores observadores que yo.– Puede ser... – Convino. Cerró los ojos una vez más. – Aunque no puedo asegurarlo, todo es muy confuso.– ¿No hay nadie a quien puedas reconocer? – Preguntó Edward, con la candencia de alguien que ya ha formulado esa pregunta.– Estaremos con Renesmee. Sabes que tengo suerte de ver esto. – Dijo, extrañada al mismo tiempo de sus propias palabras. – Creo que mi mente se esta reacostumbrando a los puntos ciegos que genera. Estoy siendo afortunada, muy afortunada por poder verlo.La noche terminó demasiado pronto, sin que nos encontráramos con algo que hacer.Renesmee bajó cerca del amanecer, diciendo que había conseguido que Malenne se tranquilizara un poco, y que la había dejado sola en su cuarto, porque ella se lo había pedido.– ¿Cómo se supone que continúa todo esto? – Preguntó ella en algún momento posterior a su aparición.– No lo sé... – Dije, solo por contestarle, porque ninguno tenía la menor idea de que hacer.– Raphael no volverá, Renesmee... – Anunció Alice. – Sé que te duele, pero quedarse aquí, esperándole, es lo mismo que perder el tiempo. Y arriesgarse en vano a que todo empeore de un momento a otro.Mi hija hizo una mueca de dolor.Sabía por qué, pero no era el momento de hablar de eso. Había cosas que eran más importantes. Nuestra seguridad, en primer lugar. Su seguridad.– ¿Tienes idea de que es lo que piensa hacer Malenne? – Preguntó Edward. – Creo que lo mejor es que parta con nosotros... – Era consciente de que la vampiresa podía escucharnos, escaleras arriba. – Como ya dijo Alice, no tiene sentido quedarse aquí...– Pero papá... Si eso que nos quiere atacar lo encuentra, si le hace daño. Será por mi culpa. – Todo rastro de cordura había desaparecido del rostro de Renesmee. – No has visto como huyó de nosotras. Tú más que nadie lo entendió todo. Se fue herido, débil. Si lo atacan, no podrá defenderse.Edward no dijo nada, pero su silencio fue lo mismo que si hubiera aceptado las palabras de Renesmee.– ¿Nos iremos todos juntos? – Preguntó Ness, que retomó el hilo de la conversación anterior. No quería pensar en Raphael.– Creo que lo mejor sigue siendo que tú y Malenne vayan hacía Denali. – Empezó Edward a planear nuevamente. – Pueden ir con Tanya, pasar unos días allá, y luego, cuando nosotros estemos seguros de que no pase nada aquí, nos comunicaremos y nos reuniremos en Forks.– ¿y ustedes tres se quedarán solos aquí? – Consultó mi hija.– Ese era el plan inicial, antes de que supiéramos que tenías amigos vampiros. – Contestó Alice, a lo que Renesmee no pudo objetar nada.– Malenne será la guardiana perfecta, ya sé que todo lo que ha pasado es terrible, pero al demostrarnos todo su poder, – Dije, pues no quería que pensaran que encontraba algo bueno en que el hermano de la vampiresa haya huido, destrozado. – ha manifestado que esta perfectamente calificada para llevarte sana y salva hacía Denali, sin que nosotros estemos preocupados por ello.Mi esposo y mi cuñada asistieron, mostrándose de acuerdo conmigo. Nessie no agregó nada. Sabía que no estaba de acuerdo con todas esas cosas, pero ahora, que todo había cambiado en cuestión de segundos, no tenía sentido seguir discutiendo.La paranoia nos había dividido.Habíamos sido tan insistentes con Renesmee con respecto a su partida, que había explotado. Eso había logrado que su padre, tan propenso a reacciones exageradas, bien lo sabía yo, también lo hiciera.Todo había sido como una reacción en cadena, y quien resultó más perjudicado fue el vampiro de cabello rojizo, que había terminado por enterarse algo que jamás había pensado que averiguaría.– ¿Cuando empezaremos a movernos? – Preguntó mi hija. – Creo que lo mejor sería hacer todo lo más pronto posible... – Pensó un segundo. – Cuanto más rápido termine esto, más pronto podremos concentrarnos en buscar a Raphael.¿Qué decirle a esa afirmación?Miré a Edward, que de seguro pensaba lo mismo que yo, y como una decisión unánime y tacita, no respondimos.Ella se dio cuenta de nuestro intercambio silencioso, y suspiró, compungida.– Quiero verlo antes de volver a Forks. – Declaró. – No deseo que todo esto termine así...– Él se ha ido por propia voluntad... – Comenzó Edward, pero la mirada que le dedicó Renesmee lo hizo enmudecer.– Se fue porque no soportaba más esto... – Lo contradijo ella. – No porque nos estuviera abandonado.– No quise decir eso... – Se disculpó entonces Edward, que no tenía ninguna intención de seguir discutiendo con ella.– Creo que lo mejor es acelerar todo... – Propuso luego de una nueva pausa. – Hablaré con Malenne y le explicaré. Entenderá cuales son los motivos para irnos tan deprisa. Una vez que estemos en la casa de Tanya, ella volverá con ustedes, y todos juntos, podrán hacer lo que sea necesario.En su rostro reinaba una concentración inescrutable, que jamás había visto en mi hija hasta entonces.Nos dedicamos a planear, teniendo en cuenta todos y cada uno de los pasos que daríamos. No había tiempo ni margen para cometer errores.El sol estaba presente detrás de las nubes que envolvían el firmamento. No era consciente de la hora, ni de todas esas cosas que nos ataban a la realidad.– ¿Entonces estamos de acuerdo? – Dijo Edward luego de que termínanos de deliberar. – ¿Es así como queremos que pasen las cosas?– Es lo mejor que podemos hacer... – Murmuró Alice, que casi no había emitido comentarios.– Llamaré a Tanya, entonces. – Concluyó mi esposo. – Una vez que la hagamos participe de todo esto, no podremos volvernos atrás.Nadie dijo nada. ¿Acaso teníamos otro camino?Edward tomó el móvil, que había guardado en sus pantalones desde el momento en el que había llamado a Carlisle. Un suceso que de repente, me pareció que había sucedido hacía tanto tiempo, que incluso me costó recordar por completo la conversación.El tomo de marcado sonó dos veces, antes de que la hermosa voz de la vampiresa de cabello de color rojizo atendiera.– Edward. – Dijo a modo de saludo. – Tanto tiempo sin hablar. ¿Cómo esta todo?– Prima, Que bueno es saludarte. – Contestó él, con aparente naturalidad. – La familia se encuentra bien, pero nosotros estamos en Juneau... – Comenzó a decir. Tenía que elegir bien que sucesos debía contar y cuales no. – Hemos venido a visitar a Renesmee, que como sabes, se encuentra aquí, estudiando.– Sí, Carlisle me lo había comentado hará unos meses. ¿Cómo se encuentra mi pequeña preferida?Mi esposo sonrió.– Creo que ella no estaría contenta si escuchara que la llamas así. – Bueno, Renesmee estaba escuchando. – Ya es toda una mujer.– Nunca dejará de ser un bebé para ninguno de nosotros. – Tanya rió, con alegría. – Carmen estaba planeado hace unos días una visita para poder verla, sabes cuando la quiere. Todos la queremos.– De eso quería hablarte, justamente. – Dijo, tomando ventaja de su anterior declaración. – Ha sucedido una pequeña complicación.– ¿Qué es lo que ha pasado? – Quiso saber ella. Su tono de voz cambió completamente, tensándose. – ¿Algo anda mal?– No es que algo ande mal en el estricto sentido de la palabra. – Mintió Edward rápidamente. – Una amiga humana de Renesmee ha desaparecido, y creo que lo mejor será que ella no se encuentre aquí, solo por si acaso.– ¿Desaparecido? – Preguntó entonces ella. Claro, era demasiado lista.– Bueno, eso no lo sabemos. – Confirmó mi esposo.– ¿Vampiros? – Dijo mi prima política.– Eso parece. – Contestó él. – Por eso creo que lo mejor sería que Renesmee fuera unos días hacía su casa, mientras nosotros averiguamos bien aquí que es lo que esta pasando.Tanya meditó un segundo más sus palabras.– ¿Eso no es arriesgarse demasiado? – Preguntó luego de una pausa. – Es decir, ¿Por qué no vienen todos?– No queremos que una amenaza quede suelta en Juneau... – Respondió mi esposo.– Ese no es su trabajo, en cualquier caso. – Contestó Tanya. – Puede tratarse de un simple nómada o de cualquier otra cosa. ¿O es que hay más? Y si lo hay, estoy segura de que no es su obligación encargarse de ello. – Continuó. – Para eso están los Vulturis.Pronunció el nombre con un resentimiento seco. Era de esperarlo, había pasado tan poco tiempo desde que los vampiros italianos habían perturbado la quietud de su familia, que era lógico que no olvidara.Si no lo había hecho cuando mataron a su madre, ¿Por qué iba de hacerlo ahora?– No hay nada más, lo que prefiero encargarme yo mismo de esto, tu me conoces, prima, soy demasiado precavido.La vampiresa intento reir, aunque el humor había desaparecido de su voz hacia bastante rato.– Entonces, ¿Puede ir Renesmee a quedarse con ustedes? – Consultó nuevamente Edward.– Claro que sí, eso no debería ni preguntarlo. – Convino Tanya. – Es parte de nuestra familia y puede estar aquí tanto como desee. ¿Cuando llegará?– Aún no lo hemos programado. Depende del vuelo que salga lo más rápido posible hacía Anchorage.– Avísenme, entonces, y la iremos a buscar en cuanto sepamos cuando arribe al aeropuerto.Edward dudó un segundo más.Tenía que decirle que Renesmee no llegaría sola. Que Malenne iría ella.– Una cosa más... – Continuó. – Ness no llegará sola. Una amiga la acompañará.– ¿Amiga? – Repitió Tanya, extrañada. – ¿Humana?– No. – Mi esposo no continuó explicando. – Es una vampiresa. Una larga historia que ellas mismas podrán contarte.Tanya dudó. Era casi como si estuviera con nosotros en esa habitación, podía verla fruncir el ceño ante lo que Edward le estaba contando.Estaba casi segura de que sabía que le estábamos mintiendo, pero de todos modos, no agregó nada. Lastima que mi esposo no podía leer la mente por teléfono, eso habría sido de gran ayuda...– Entonces ni bien sepamos a que hora arribará Renesmee en Anchorage te lo haremos saber. – Continuó Edward ante el silencio que se originó del otro lado. – Por favor, ten la amabilidad de no decirle nada a Carlisle ni a nadie que no sean ustedes.Más silencio.– Está bien, Edward. – Dijo por fin la vampiresa. – Respeto tus decisiones, pero cuando esto termine, me debes una gran explicación.– Y te la daré, Tanya. – Convino él. – En unos días nosotros también iremos hacía Denali, y podremos todos juntos contarte todo.– Me parece bien. – Dijo mi prima, – Sólo les pido un favor. No se arriesguen en vano. Somos una familia, y estamos para protegernos, no para ocultarnos cosas y exponerse al peligro en vano.– No estamos haciendo tal cosa. – Mintió Edward. Que bien se le daban esas cosas. – Sólo no queremos asustarlos con algo que puede no ser grave.– Entiendo. – Finalizó ella.– He de cortar, Tanya. – Se despidió Mi esposo. – No dejaremos que esto pase a mayores. Ni bien pueda, me comunico nuevamente.– Adiós, Edward. – Cortó.En ese mismo momento Malenne bajaba las escaleras.Había cambiado su expresión. Ya no estaba mal, por lo menos no a simple vista. Quizás tenía la mirada un poco perdida, pero creía que por lo menos, había dominado el estado de shock en el que se había encontrado solo unas horas atrás.– He escuchado todo. – Anunció con tranquilidad. – Y estoy de acuerdo con ustedes. Raphael no volverá por propia voluntad, no esta vez. Creo que lo mejor sería resolver este problema, antes de que comience a buscarlo.Renesmee la observó.– ¿Comiences? – Preguntó, sin duda aludiendo al hecho de que había hablando en singular.– Comience. – Repitió ella. – No dejaré que te involucres en esto. Perdóname, pero no puedo arriesgarte más. El mundo esta lleno de cosas peligrosas, amiga... No sabes cuantas...– Lo prometiste... – La acusó. – Prometiste que estaríamos juntas por siempre.– También hice la promesa de que no dejaría que nada te lastimará... – Susurró. – Y eso es más importante que todo lo demás.Mi hija desvió la mirada, y no agregó nada más.– ¿Cuándo partiremos? – Consultó Malenne a Edward.– Ya mismo llamaré al aeropuerto y reservaré dos pasajes. – Contestó él, que miraba a la vampiresa rubia con cautela, incluso con admiración. – Las acompañaremos al aeropuerto y partirán hacia Denali.Malenne afirmó secamente.– Subiré de nuevo a preparar unas cosas y a armar la maleta. – Dijo volteándose de nuevo camino a las escaleras del fondo de la estancia. – Sólo avísenme cuando este todo listo para marcharnos.Nos dejó solos nuevamente, y desapareció por el pasillo que daba hacía su cuarto.Renesmee hizo el amago de seguirla, pero se encontró con la mirada de su padre, que la hizo comprender que no era lo mejor.– Todavía no esta bien, hija. – Le susurró. – Debes darle su tiempo, no mejorará de un día para el otro. Debes entender... Su hermano se ha ido, y ella esta convencida que la odia.– Es que lo entiendo, papá. – Dijo ella. – Justamente por eso es que quiero estar a su lado. No hace más que culparse, y ella no es la responsable. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Dejarlo consumirse de esa manera?– No estoy diciendo que lo que ha hecho estuviera mal. – Le contestó Edward. – Pero por ahora ella tiene que pensar, y comprender que no es la culpable. Sólo así estará bien, y luego podrá buscarlo, más tranquila y relajada, sin exponerse a los peligros que menciona.Detuvieron su conversación en ese punto, ya no era necesario seguir hablando de ese tema, porque nadie iba a arreglar nada de ese modo.– También subiré a mi cuarto. – Dijo Renesmee luego de un segundo. – No sólo Malenne debe prepararse si partiremos pronto.Edward llamó a la compañía de viajes, y discutió un largo rato por dos pasajes en primera clase hacía Anchorage.– No importa si es demasiado prematuro. – Decía. – Sí ha surgido un inconveniente hoy mismo, por eso debemos partir hacía allá. – La muchacha de la compañía aérea le decía que los pasajes deben ser reservados con anterioridad.– Costarán el doble, señor McCarthy. – Le informó.– No me importa, cárguelos a la tarjeta de crédito. – Dijo Edward con un estado muy cercano al enfado. – Pasaremos a buscarlos en el momento de abordar.– Que tenga buenos días, entonces. – Se despidió la empleada.– El vuelo sale esta noche, a las ocho. – Anunció al cortar. – Es lo más pronto que pude conseguir. Malditas aerolíneas de Alaska, tienen tan poca frecuencia de vuelo...– Es lo mejor que podemos hacer, Edward. – Le dije acercándome y tomándolo de la mano.– ¿Y que tal si no es suficiente? – Preguntó.Me sentí extraña.Siempre yo era la insegura. Era la que temía, la que hacía que un problema menor, pareciera el más grave del mundo. Por eso esa declaración de miedo me descolocó.– Renesmee estará bien, Malenne estará con ella. – Dije con tranquilidad. – Y nosotros estaremos juntos. Eso es lo importante.Levanté el rostro, y me encontré el suyo, tan impactantemente hermoso como siempre. Descendió hasta mis labios, y me besó. Me sentí viva cuando comenzó a recorrer su boca todo mi cuello, mientras besaba con sus labios toda la extensión de mi mandíbula. Casi olvidé que Alice se encontraba allí.Nos separamos demasiado pronto.Envueltos por esa paz que solo puede generar estar cerca del ser que amas con toda tu alma. No importaba lo que el destino, el futuro o lo que sea nos deparaba. Éramos conscientes de que las cosas eran peligrosas, y de que podían ponerse mucho peor de un momento a otro, pero la fe era lo único que podíamos tener en ese momento. Sin ella no serviría de nada los momentos de planeamiento que habíamos tenido. Sin ella no importaba lo mucho que pudiéramos alejar a nuestra hija de nosotros, o las palabras de aliento que nos diéramos a nosotros mismos. Sólo tendríamos que acurrucarnos con miedo y esperar que lo peor simplemente pase.Pero no era eso lo que quería, y mucho menos lo que necesitábamos.El resto de la tarde transcurrió como en un sueño, dando saltos incomprensibles que hicieron que el tiempo se transformara en algo abstracto e impreciso.Cuando nos quisimos dar cuenta, eran casi las seis de tarde, tiempo de ir hacía el aeropuerto y realizar el primer paso de nuestro plan.– Entonces, creo que no tenemos nada más que hacer aquí. – Dijo Alice, que se había encargado junto con Malenne de cerrar la mansión Blancquarts.El lugar resultaba ahora mucho menos hermoso de lo que me había parecido cuando la luz se filtraba por las ventanas, ahora cerradas, e iluminaba con esos pequeños destellos todo aquello que alcanzaba. Los muebles, los cuatros y todo cuanto estaba en ese lugar, estaba cubierto por trapos y sabana blancas, que les conferían un aspecto mustio y solitario. El lugar había perdido todo ese esplendor que se podía sentir ni bien entrabas a esa magnifica casa.Aunque luego de un rato, pude entender que no eran esas cosas las que le daban el brillo a esa casa. Esa sensación de que todo estaba iluminado se había ido con Raphael, que había partido triste hacia la realidad, esa realidad donde Julia estaba muerta. Malenne, que amaba a su hermano, y lo protegía, irradiaba también esa energía que sólo el amor puede generar.El sitio no brillaba por la elegancia, lo hacía por el sentimiento puro y desinteresado que esos dos hermanos se tenían.Ahora, con uno corriendo hacia no sabíamos donde, y la otra destrozada por sus errores, toda esa atmósfera de ensueño se había disipado, mostrándonos todo desprovisto de esa gracia que antes percibíamos.La vampiresa rubia miraba todo con nostalgia, como si en verdad estuviera abandonando su pasado junto con la casa que ahora dejaba atrás.Sabía que era así.– Este lugar ha sido el primer lugar que sentí mi hogar después de doscientos años de vagar por todo el mundo. – Dijo compungida. Renesmee la estrechó a su cuerpo, pasando uno de sus brazos por la pequeña espalda de su amiga. – Y ahora me voy de él, con las cosas como están, sin Raphael...Escondió el rostro en el hombro de Renesmee, que comenzó a consolarla acariciándole el cabello dorado.Nunca hubiera creído que la podría llegar a ver tan vulnerable. Había pensado que Malenne era una chica fuerte, que las cosas que había vivido, y el poder con el que contaba la había curtido, que era una muchacha simplemente avasalladora y con la cual no quieres tener problemas.El episodio de la noche anterior había servido de ayuda para confirmar mi teoría, pero ahora, que la veía tan triste y desolada, me daba cuenta de la realidad.Ella era sensible, pero había llegado a un punto de su vida en el que había tenido que decir "Alto" no quiero sufrir.Por eso sus motivos. Por eso esa personalidad efervescente, por eso ese animo tan jovial todo el tiempo, con la cual disfrazaba su madurez prematura, la que había alcanzado muchos años antes de lo que hubiera debido. Por eso ese control sobre su hermano, por eso muchas cosas.Ambos, Raphael y Malenne, no eran más que niños perdidos. Dos seres que luchaban en contra del destino que les había tocado, y que intentaban vivir la vida de la mejor forma posible.Sin lastimar a nadie.Ahora recién podía entenderlos por completo.Ellos se creían capaces de luchar contra aquello que los perturbaba.Sus conciencias y su pasado.Pero eso era imposible, porque como le había dicho a Raphael me pareció como un millón de años atrás, el secreto de vivir la eternidad, es hacerlo sin remordimiento.Malenne recuperó una vez más el dominio de sí misma, demostrando de nuevo que era la clase de persona que odiaba sentirse débil. Su amor propio y su poder no la dejaban mostrarse de esa forma.Sabía que era vanidosa, incluso algo malvada, si esa era la palabra, pero así como no tenía duda de eso, también sabía que quería a mi hija con sinceridad, y por eso, podía dejarla en sus manos.El tiempo se agotaba y no teníamos nada más que hacer allí.Fuimos al garaje, donde descansaban todos los autos que Raphael y Malenne habían coleccionado a lo largo de ese tiempo.Tomamos dos, el convertible de Renesmee, y el BMW de Ralph, que estaba tal cual lo habían dejado unas horas antes Alice, Malenne y Edward, cuando fueron hacia Juneau para investigar las cercanías del departamento de Renesmee.Abordamos todos, Renesmee, Edward y yo en el Porche, y Alice y Malenne en el otro coche. Queríamos tener el tiempo de viaje para despedirnos de nuestra hija, que se marchaba para estar a salvo. Desconocía el tiempo en el que la volvería a ver, si es que ese encuentro se materializaba alguna vez."Sólo es cuestión de fe" Me dije a mí misma, intentado darme ánimos, algo que jamás se me había dado bien.– Te llamaremos en unas horas. – Dijo Edward, sacándonos a los tres de un gran ensimismamiento. – No deberías tardar demasiado tiempo en llegar con Malenne a Denali. De todas formas, antes me comunicaré con Tanya. – Explicó. – No le digan nada más que lo que yo le he contado, ¿Entiendes? – Renesmee asintió. – No necesitamos que vengan corriendo hacía aquí o que le comuniquen lo que pasa a Carlisle y a los demás.– ¿Cuánto tiempo nos crees capaz de ocultar algo así? Tanya no es tonta, papá. – Dijo nuestra hija. – ¿Por cuánto tiempo creerá que todo esto es fruto de tu obsesión por la seguridad? En algún momento se dará cuenta de que es algo realmente peligroso.– Es tu trabajo hacer que demore la mayor cantidad de tiempo en descubrir lo que hay detrás de todo esto. ¿Está bien? – Propuso Edward.– Bien... – susurró Nessie, asintiendo con un gesto solemne del cuello, aceptando la única misión que le permitiríamos realizar en ese gran asunto en el que estábamos metidos.Llegar no nos demoró más de unos veinte minutos. Las pequeñas vampiresas, que nos pisaban los talones, estacionaron el auto justo atrás de nosotros.Habíamos armado un buen plan, o al menos estaba convencida de ello.Renesmee y Malenne tomarían el avión, del todo protegidas por el poder de la vampiresa rubia, Edward, Alice y yo volveríamos al apartamento, nos quedaríamos allí el tiempo que fuera suficiente, y esperaríamos que apareciera alguien, esa maldita intrusa que deseaba cazar a mi hija.Si no pasaba nada, simplemente viajaríamos hacia Denali y nos reuniríamos todos allí, para luego volver a Forks.Pero si todo se complicaba, bueno, era trabajo de mi esposo mi cuñada y mío, resolverlo de la mejor forma posible.No quisimos perder más tiempo, y luego de que pasamos por los detectores de metales y los guardias nos miraran a todos como idiotas, ingresamos a la plataforma por la que abordarían mi hija y su amiga.Había mucha gente yendo y viniendo por doquier, niños, parejas, madres con sus hijos.Era miércoles, y de seguro muchos de los viajantes eran hombres de negocios que se deslizaban de aeropuerto en aeropuerto.Sólo quedaba esperar a que el tablero luminoso anunciara que ya era nuestro turno para que Renesmee se subiera al avión. Poco a poco, los minutos fueron transcurriendo, y la noche cerrada se apreciaba desde la plataforma donde nos encontrábamos. Desde allí, el gran muro de cristal nos permitía ver casi todo el exterior, que se mostraba revuelto por los aviones que maniobraban elegantemente en el frío ártico de esa región.Quería estar tranquila. Necesitaba estarlo, aunque no estaba segura de poder resistir la presión de alejarme nuevamente de mi niña, pero estaba convencida de que eso era lo más correcto.Malenne y Ness no decían nada. Estaban cada una hundida en sus propios pensamientos, que de seguro estaba focalizados en el mismo tema, en la misma persona.Ambas tenían una gran cara de preocupación, y me hubiera gustado ayudarlas de algún modo, pero si ellas no sabían donde podrían encontrar Raphael, desde luego yo tampoco.Tal vez fue por esa meditación por la que no reaccioné de inmediato a lo que mis sentidos me estaban mostrando.Inspiré fuerte con la nariz. Ese efluvio, que de repente se había materializado en todo ese ambiente calido y cerrado, era demasiado familiar.Terrible y espantosamente familiar...Miré a mi esposo, y también a Alice, que de seguro lo reconocerían.Malenne y Renesmee también se tensaron un segundo después de recibir esa esencia.– Ese es el rastro... – Murmuré para que ellas entendieran lo que significaba. – El rastro con aroma a jazmín que apareció en Forks y por el que vinimos corriendo hacía aquí... Está... en este lugar...Giré el cuello en todas direcciones, para encontrarme con esa mujer que hasta entonces solo había sido un punto en mi imaginación.Cabello largo y castaño.Alta.Muy hermosa, como todo inmortal.Se apoyaba tranquilamente sobre el cristal que nos separaba del exterior, en una pose casual, que si no fuera por el hecho de que sabía que era ella la que había estado a solo unos kilómetros de mi hogar, y sin duda acechando a mi hija, no me hubiera dado cuenta, porque su postura pasaba tan desapercibida como la de todos los demás.Todavía no nos miraba, pero estaba segura de que era consciente de que nosotros sí.Elevó el rostro, que hasta un segundo antes había estado mirando el suelo, y pude ver unos de los ojos mas rojos que jamás había visto. Era demasiado joven, no podía creer como alguien la había dejado sola en ese lugar...Debería de estar sufriendo por el olor a sangre humana que, ahora me permitía sentir por completo, inundaba todo a nuestro alrededor.Pero no fue eso lo más sorprendente...Renesmee se adelantó, casi en shock caminando hacía la intrusa, y Malenne también la observaba, con el rostro desencajado.– ¿Qué haces, Renesmee? – Preguntó Edward con la voz tensa, deteniéndola, protegiéndola.Nuestro plan había fracasado.– ¿No te das cuenta, papá, quien es? – Interrogó nuestra hija con la voz tomada por el miedo.La observé un segundo más, mientras la desconocida, de repente, se tornaba alguien más cercano...– No puedo creer que sea ella... – Dijo Malenne, mientras todos nos preparábamos para enfrentar lo desconocido.

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora