Parte 1 Imprevisible- Edward Cullen

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La oscuridad daba paso a la luz con una rapidez asombrosa. Tal vez me parecía así porque desde hacía más de cien años que veía ese transcurso constantemente. Como a todo inmortal, me era imposible perderme en el espiral fluctuante de los sueños. Por lo tanto, esa supuesta rapidez, solo podría ser fruto del acostumbramiento que tenía al ver cada día de la eternidad como el sol salía por el este, y se ocultaba por el oeste hasta la próxima vez, donde el ciclo infinito del día y la noche volviera a empezar, o mejor dicho, continuar.

Aunque debía admitir que desde que Bella llegó a mi vida, jamás había encontrado algo bueno en no dormir, porque estar despierto a lo largo de cien años no es nada bueno. No tiene absolutamente ninguna ventaja, porque siempre debes estar alerta de cualquier cosa, jamás puedes huir de la realidad, por más terrible que esta sea. Siempre percibes todo, y el cuerpo permanece constantemente en vigilia. Pero algo había cambiado desde hacía años, cuando el amor de mi existencia asomó en el escenario de mi vida, con su rostro de muñeca. Ver sus sueños era como un espectáculo maravilloso, y me producía la idea de que yo también podía acompañarla en ellos. Soñar con que estabamos juntos, de mil formas, amándola con cada célula de mi cuerpo, recorriendo en mundo que Morfeo creara para ella. Fue demasiado gratificante saber que soñaba conmigo, imaginaba que estaba a su lado, y que no era una pesadilla, en la que era un monstruo, un demonio...

No, soñaba conmigo, y deseaba que me quedara para siempre...

Ahora, unida a la inmortalidad conmigo, cada noche de obligado desvelo era la cúspide de la felicidad. Un tiempo que, si bien no me era suficiente, me dejaba satisfecho para poder aguantar todo un día de ocupaciones humanas.

Su piel contra la mía, sus labios suaves recorriendo los míos, besar su cuello, su garganta, cada parte de su glorioso cuerpo. Ella tirando con fuerza mí pelo, rodeándome con sus esbeltos brazos en un ansia porque nuestros cuerpos estén más cerca el uno del otro. Mi lengua recorriendo cada uno de los centímetros de su perfecta silueta. Deseoso de alimentarme de esa necesidad que era y es ella para mí, más urgente, incluso, que la sangre humana lo es para un vampiro, y a lo que tanto nos negamos los Cullen a sucumbir.

Ningún miembro de nuestra familia quería ser un monstruo, por ese nuestro estilo de vida, tan poco común, y muchas veces muy sacrificado. Como lo fue cuando me topé con mi Bella, tan frágil muñeca de porcelana, embestida con su delicadeza mortal, susceptible a ser alcanzada por la muerte de la forma más fortuita. Pero en ese momento, lo único que podía significa su muerte era la abominación antinatural que yo mismo era.

Pero incluso el monstruo más desalmado hubiera visto que ella era diferente entre todas las demás, la más sublime criatura creada en la tierra. Ella muchas veces me llamaba su ángel, pero estaba equivocada, ella era mi ángel... consagrada desde el mismo paraíso para sacarme de mis tinieblas. El ángel más perfecto y hermoso, el único capaz de hacer que mis sentimientos humanos revivieran...

Mi hermosa Bella, mi ángel... mi todo.

Ahora, su mejilla descansaba en mi pecho. Permanecer en silencio después de hacer el amor, era algo que nos permitía conectarnos aún más el uno al otro.

Su compañía era la más grata en este mundo, y a menudo pensaba si en verdad la merecía. ¿Qué había hecho yo para lograr que Bella Swan me ame de la forma en la que lo hacía? ¿Qué me ame lo suficiente como para dejar de lado su mortalidad, su familia, sus amigos? Todo eso que la unía a una posibilidad de ser humana, cumplir un ciclo, y luego seguir más allá, sea lo que sea que eso significase, pero que probablemente nosotros jamás averiguaremos.

¿Quién era yo? Solo un estúpido vampiro que intentaba no ser tan malvado, desde luego, nadie que mereciera a tan hermosa doncella. La más perfecta entre todas las mortales, que entregó su vida, su alma, por seguirme... ¿Como no amarla como lo hacía cuando ella había entregado todo por mí? Y no solo amarla, sino protegerla, adorarla, contenerla. Ser simplemente todo lo que ella necesita de mí, que tomara todo lo que precisara...

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora