Parte 5 Los Blancquarts

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No daba crédito a lo que mis ojos veían, simplemente eso.

No había forma en que las cosas terminaran siendo así.

Bueno, claramente sí la había.

El sitio estaba lleno de humanos. Molestos humanos que me impidieron salir corriendo hacía mi hija y tomarla del brazo para reprenderla como claramente se merecía...

¿Qué demonios significaba todo aquello?

La rodeaban dos desconocidos, dos vampiros que no había visto jamás en todos mis años de vida.

Había especulado mucho en esos últimos momentos, en los que esos extraños efluvios aparecieron en el departamento...

Un secuestro, por ejemplo.

Cosas malas. Que minaban mi esperanza, pero que no había querido que se materializaran, porque una vez que los problemas tienen una forma concreta, es difícil hacer algo para ignorarlos.

No había querido decirlo, porque Bella hubiera montado en un ataque de pánico generalizado. Tampoco había pensando en tomarlo completamente en serio, porque había pruebas suficientes para pensar que, al menos, Renesmee no se encontraba mal.

Sus llamados y sus comunicaciones habían dejado entre ver que no encontraba en un peligro mayor. Pero, sin embargo, y ahora que las piezas estaban uniéndose en el rompecabezas, que ocultaba algo.

Bingo.

La podía ver completamente relajada, riendo y bromeando con ellos...

Ahora que sabía que estaba completamente a salvo, podía darme el lujo de montar en un ataque de cólera por su irresponsabilidad, por su estupidez...

Solo bastó un segundo para que su expresión cambiara.

Puedo explicarlo... Fue lo primero que pensó Renesmee cuando nos vio acercarnos hacía ella.

Como si esa no fuera la explicación que toda adolescente daría

No sabía en el lío en el que estaba metida

En ese momento se había puesto nerviosa, porque nos veía avanzar con total tranquilidad...

Una tranquilidad falsa, obviamente.

Sus padres... – Pensó la vampiresa rubia. – Nessie es exactamente igual a él...

Avanzamos junto con Bella y Alice, indiferentes a los adolescentes que nos observaban como si fuéramos bichos raros.

Hacía tiempo que no sentía esa sensación, ya me había desacostumbrado de nuevo a la vida de instituto o de la universidad.

¿Qué no tenían otras cosas que hacer?

El torrente de pensamientos, al que desde luego también me había desacostumbrado, inundó mi mente, conviviéndola en un embrollo. La vida tranquila que habíamos tendido esos últimos siete años, había originado que la sensación de tener demasiadas voces en mi cabeza se tornara molesta.

"Son igual de hermosos que los Blancquarts..." Pensó una chica, que caminaba en dirección a la cafetería.

Pero yo no podía sacar los ojos de mi hija, la hermosa niña de ojos color chocolate que estaba de pie a escasos metros de mí, a la niña de papá, al tesoro más grande que la vida nos había regalado a su madre y a mí...

¿Cómo había ocultado algo como aquello?

¿Quiénes eran esos vampiros que estaban con ella? ¿Por qué se mostraban tan cordiales y amistosos?

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora