Parte 14 La fiesta

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La piscina era pequeña, comparándola con las dimisiones de todo lo que había en esa casa. Sin embargo era lo suficientemente espaciosa como para que los tres estuviéramos en ella. Malenne lucía la bikini negra como una diosa, y Raphael parecía sumamente perfecto con aquel pantalón tan breve.

Por mi parte, la bikini azul no me quedaba tan mal como había supuesto. Nos sumergimos en las aguas de la pequeña piscina y la temperatura me resultó más que agradable.

– El agua está perfecta, chicos – Dije, sumergiéndome totalmente, y emergiendo luego. Mis espesos rizos cedieron un poco a su habitual estado tan tenso, y mi cabello se alisó levemente por el peso del agua.

– Sí, tratamos de mantenerla siempre a esta temperatura. – Dijo Raphael – Además que sea pequeña ayuda a eso. No es más grande porque Malenne no quiso, quedó un poco afectada con respecto al agua desde lo que pasó cuando se ahogó. – concluyó con una falsa mueca de maldad en su rostro de ángel.

– Eso no es verdad, niño tonto – Dijo la aludida dándole un codazo debido a lo próximo que se encontraban, el vampiro compuso un gesto de dolor. Al parecer, su hermana tenía buen brazo – No quise que sea más grande porque si era por ti tendríamos que comprar la mitad del estado para construir una simple casa.

Raphael puso los ojos en blanco, y la salpicó con un torrente importante de agua. Ella sonrió, pero no hizo nada más. Desató la cola de caballo que se había hecho, y dejó que su melena dorada entrara en contacto con el agua, que debido a su baja estatura la cubría hasta los hombros.

– Vaya que son terribles ustedes dos... – Dije – A veces son tan niños, Raph... Mallie.

– Esa es la parte más grandiosa de la vida, Nessie – Comenzó Malenne – Tener la capacidad de tomar con seriedad las cosas importantes, y a broma las que son irrelevantes.

– Sí, y tu amiga Malenne es especialista en tomarse cualquier cosa a broma – dijo Raphael sonriendo.

– De verdad quieres que te golpee fuerte ¿No? – Dijo la aludida girándose a su imponente hermano.

– Tranquila, Mallie. No es necesaria la violencia – Dijo calmado, aunque resultaba obvio que intentaba con todas sus fuerzas no reírsele en la cara.

Intenté relajarme mientras ellos seguían con su graciosa discusión. Era bueno cerrar los ojos, allí, sumergida en el agua. Me relajó de una forma que no esperaba. En especial porque nunca me había llamado la atención nadar, ni ningún otro tipo de actividad recreativa relacionada con el agua o el mar.

– ¿En que piensas, Nessie? ¿Te estas aburriendo? – Preguntó Malenne, al cabo de un rato en el que estuve sin decir una palabra.

– Para nada – Respondí, abriendo los ojos y mirándola. – Solo que es realmente relajante estar aquí, en su casa y con ustedes. Es bueno dejar de actuar, aunque solo sea unos días.

– Sí, lo mismo pienso yo, en este lugar podemos ser nosotros mismo. – Dijo mi amiga.

– Es agradable dejar de convivir con humanos. Ya sabes, no es que tenga algo contra ellos. Ni mucho menos, solo que a veces, es difícil retener todas esas cosas que nos hacen diferentes a ellos. – Convine.

– Si fuéramos nosotros mismos, chicas, deberíamos estar cazándolos en vez de convivir con ellos. – Dijo Raphael, en un tono bastante menos alegre al que estaba acostumbrada a oír en él.

Su inesperada respuesta me dejó un tanto perturbada.

– ¿Por qué dices eso, Raphael? – Preguntó su hermana, que parecía igual de asombrada que yo ante tan inhabitual contestación.

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora