Spirit Bound Amane-chan || [Traducción]

VI. El chico exorcista.

Hanako-san miró al chico que ignoraba cada palabra que decía, otra vez. Por lo general, el chico femenino solo elegía ignorarla cuando estaba en una de sus fantasías de niño pequeño. Esta vez, sin embargo, no estaba ni en una pequeña fantasía ni desmayándose por Minamoto-senpai como lo hacía a menudo. En cambio, estaba mirando en dirección al cielo, un silencio puro que se extendía sobre ellos haciéndola sentir un poco incómoda. Nunca lo había visto lucir tan solemne desde que se encontraron y se cernía sobre el chico, bloqueando su visión de las nubes que pasaban.

Como era de esperar, tampoco se movió ni una pulgada. Sus cejas se fruncieron ante el estudiante que no respondía. ¿Había sido demasiado dura el otro día? ¿No le gustaba quedarse en la azotea? ¿Algo más le pasaba? Con cada pregunta que le hacía su mente, por supuesto no recibió respuesta. Sus labios se curvaron en un ceño de confusión y se inclinó para pellizcarle las mejillas, tirando de ellas y mirándolo fijamente a los ojos.─ Princesa.─ ella tiró de su rostro.─ Princesa, ¿por qué no me hablas? ¿Fue algo que hice? ─ normalmente, a Hanako-san no le importaba lo que hiciera o no hiciera, sin embargo, le incomodaba ver que el niño parecía comatoso en su presencia. Le hizo pensar en cómo podría ser convocada y aplastar pensamientos depresivos como esos, ella lo abofeteó un par de veces.

De repente, un suspiro dejó el cuerpo casi vegetal y Hanako-san lo dejó ir, ahuecando su rostro y mirándolo confundido.─ ¿Bien? ─ ella preguntó cuando unos ojos ambarinos la miraron cuidadosamente. ¿Pasó algo con su asistente? ¿Estaba enfermo por el frío? ¿Algo parecido?

─ Lo siento.─ se rió el niño para sí mismo mientras alejaba las manos de su cara.─ Estoy un poco cansada, eso es todo. Estoy bien, Hanako-chan.─ Parecía inspeccionarlo unas cuantas veces más y como si lo considerara apto para irse, pronto se alejó flotando y regresó a su lugar en la manta de picnic. Incluso este pequeño picnic en la azotea fue suficiente para confundirla. A esta hora del día, Amane generalmente estaba en clase y verlo correr hacia el techo y decir que deberían tener un picnic tradicional fue alarmante, aunque no fue tan alarmante como...

─ ¿Dónde está tu lonchera?

Los picnics estaban destinados a ser disfrutados con comida, eso lo sabía, pero Amane había corrido hasta el techo sin comida en sus manos. Ella lo miró, preguntándose dónde había ido la comida en tan poco tiempo: ni siquiera se suponía que él estuviera allí.─ Oh.─ se rascó la mejilla con torpeza.─ se lo di a mi hermano, se lo comió todo.─ Ella alzó una ceja ante su mentira blanca: había flotado por los pasillos antes de subir a la azotea y el niño gemelo idéntico a Amane estaba felizmente sentado en su salón de clases, respondiendo preguntas y siendo mucho más interesante que su contraparte que apenas prestaba atención en clase y parecía tener sentimientos encontrados cuando se trataba de hablar con la gente y tratar de seducir a chicos.

─ Entonces, ¿por qué no estás en clase? ─ bajó la mirada hacia su muñeca, fingiendo mirar un reloj inexistente que estaba debajo de su manga.─ comenzó hace veinte minutos, por casualidad, ¿es la chica popular... ─ forzó un jadeo a dejar su boca.─ ...saltando?

Ahora le tocaba a Amane fruncir el ceño. Ella observó cómo su rostro se deslizaba a través de múltiples emociones en un solo instante. Una era miedo, que se mostraba en sus ojos parpadeantes. El otro era molestia, visto mientras apretaba los dientes y el último era ansiedad que hizo que sus pupilas se dilataran cuando sus ojos temblaron y se ondularon vidriosamente, una fina película de agua cubriéndolos.─ No me gustan las clases.─ apartó la mirada de ella y levantó el puño para frotar un ojo con cautela.─ Nunca me gustaron las clases, pero Sensei no tomará mi palabra como respuesta, así que tengo que irme.─ el ceño fruncido cambió, convirtiéndose en una sonrisa dichosa.─ pero tengo un Sensei sustituto en mi clase de inglés.