XVIII. El joven exorcista.

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Yugi Amane, asistente de Hanako-san del baño, caminaba nuevamente a la escuela solo. De manera honesta, debería haber esperado esto. Tsukasa nunca caminó hacia o desde la escuela con él. Desde la primaria, ambos se habían mantenido a una gran distancia el uno del otro. Claro, su hermano apareció activamente cerca de él, aunque el niño nunca parecía estar cerca cuando Amane se despertaba. Tampoco podía cuestionarlo al respecto. Suspirando, giró un mechón de cabello alrededor de sus dedos. Caminar solo hacia la escuela era difícil. No solo eso, era solitário también. Por supuesto, a Amane no necesariamente le agradaba alguno de los estudiantes de su clase. Incluso si se mantuvieran a corta distancia, él habría apreciado el esfuerzo. 

Estaba acostumbrado a caminar solo por la acera. Sin nadie que lo molestara, podía admirar los árboles de cerezos. Sus pétalos caían al suelo con cada viento que se balanceaba, crujiendo bajo sus pies mientras caminaba. Deteniéndose en un cruce de peatones, Amane esperó a que la luz cambiara de color, jugando con su cabello mientras lo hacía. Si bien caminar solo siempre había estado bien para él, no pudo evitar sentir envidia. Otros estudiantes pasaron junto a él con sus amigos. Incluso si sus caras estaban garabateadas con tinta oscura, incluso si sus palabras no eran más que estáticas, tenían personas con las que caminar y por mucho que intentara negarlo, no podía. No tenía a nadie para caminar detrás o delante de él. 

─ Pft. ─ resopló el chico.─ no necesito que la gente camine conmigo a la escuela... ─ observó cómo la luz se volvía verde antes de cruzar. No era como si hubiera necesitado alguna persona antes, entonces, ¿por qué pensar en ello ahora? Absorviendo las lágrimas que amenazaban con caer, Amane inclinó la cabeza y siguió caminando. En estos momentos, deseaba tener al molesto fantasma del baño junto a su cabeza. Ella le gritaría lo mal que le estaba yendo en la escuela y aún así habría sido mejor que el silencio con el que estaba lidiando. Por supuesto, cuando se giró para cruzar otra intersección, no estaba mirando realmente a dónde iba. 

Un fuerte "oomph" lo dejó al caer al suelo. Con las manos raspando el hormigón, el niño hizo una mueca. Podía sentir los cortes punzantes en sus palmas. Tropezando, Amane notó los familiares pantalones caqui y el uniforme azul. Al mirar hacia arriba, sin embargo, la cara solo estaba cubierta de tinta negra. Una mueca de dolor lo dejó al inclinar la cabeza rápidamente.─ Ah, lo siento, tengo que irme.─ se fue para irse, pero antes de que pudiera, una mano le agarró la muñeca. 

El pánico se hinchó en su pecho. Estaba a punto de gritar, pero la visión de un brazalete rojo lo detuvo. Un kanji amarillo brillante estaba garabateado en la etiqueta. Permitiendo un momento de silencio, mantuvo su muñeca herida contra su pecho. Agarrando su camisa, el chico tragó saliva.─ Aoi-san.─ conocía ese brazalete rojo en cualquier lugar.─ lo siento por tropezar contigo tan descuidadamente, solo iba a...

─ ¿Ah? No hay necesidad de disculparse... ─ desafortunadamente, la burbuja de Amane no le permitió escuchar una palabra del muchacho. Tan pronto como le soltaron la muñeca, Amane se dio la vuelta y cruzó corriendo el paso de peatones. 

El sonido de un claxon sonando llegó a sus oídos. El mundo se atascó en movimiento. Los grandes ojos color ámbar vieron que el auto se acercaba. Los pies estaban arraigados al suelo. Un grito repentino atravesó sus oídos. Sintió que los brazos lo sujetaban por la cintura y luego el mundo continuó y dejó escapar un silbido mientras rodaba por la hierba y el auto azul oscuro salió a toda velocidad. Las gafas rojas se deslizaron hacia abajo y los brazos efectivamente lo sostuvieron en el suelo. Los ojos rojo oscuro lo miraron fijamente, el cabello anaranjado y suelto meciéndose en el viento.─ ¿Yugi-san? ─ La tinta garabateada se disolvió de su rostro y Amane se encontró mirando a nada menos que Akane Aoi.

Spirit Bound Amane-chan || [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora