Dos.

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BELLAMY

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BELLAMY

—¿Listo para un nuevo día? —preguntó Wells, sentado en el banco detrás de él, colocándose las botas del uniforme.

Bellamy abotonó la camisa azul antes de cerrar el casillero.

—Oí que traían a la nueva reclusa. —Tomó asiento junto a Wells para vestir las botas.

—Nicasia Derval —replicó Wells, apoyando el codo en una de sus piernas e inclinándose hacia él. Había un solo guardia además de ellos en el vestidor—. Dicen que tiene información sobre Ozias.

Asintió, acabando con las botas. Había oído la historia. Todos en el Arca lo habían hecho. Cuando se trataba de Ozias, las noticias volaban rápido.

—¿Crees que hablará? —indagó, aunque no muy interesado por el tema. Quería que atraparan a Ozias, pero no le quitaba el sueño por las noches.

—No tiene opción, ¿no? —Se encogió de hombros. Aún le faltaba abotonarse la camisa. Wells era más apasionado por este caso que Bellamy—. Le han dado tres meses.

—Hasta sus veinte.

—Sí —concordó Wells, ausente—. La van a matar.

Frunció el ceño, sin saber muy bien a qué se refería. Wells notó su expresión.

—Están rompiendo las reglas —explicó—. Todos aquí tienen un juicio a los diecinueve. Deciden si los flotarán o les darán una segunda oportunidad. Nicasia debió haber sido flotada.

Bellamy consideró lo que decía. No había pensado en esto. Trabajaba todo el día en confinamiento y, cuando llegaba a su casa con Octavia, lo que menos deseaba era pensar en todo lo que merodeaba en la policía.

Un casillero se cerró detrás de él, arrancándolo de sus pensamientos. Era hora.

—Será mejor que vayamos —dijo, poniéndose de pie y alisando la camisa azul.

Wells lo imitó.

—Ya quiero conocerla —comentó mientras se encaminaban fuera de los vestidores hasta el pasillo y doblando a la derecha para dirigirse a una de las puertas que conectarían con el comedor de confinamiento.

—Hablas como si fuera famosa —bromeó Bellamy, preparándose mentalmente para lo que sería el desayuno. Si Wells tenía razón, lo que era probable, todas las miradas estarían sobre Nicasia Derval de la peor manera.

—Lo es, de alguna forma —concordó Wells, deteniéndose ante la puerta gris y tomando la tarjeta de su cinturón para posarla en el lector. Con un sonido, la puerta se abrió—. Dicen que la redada fue bastante agitada —añadió en cuanto se encontraron del otro lado.

Bellamy cerró la puerta tras él. El comedor se encontraba aún vacío. La puerta de rejas abierta, lista para recibir a los reclusos. Las mesas rectangulares brillaban como cada mañana. De tan solo pensar en lo que lo esperaba por el resto del día, la espalda comenzó a dolerle.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora