Nicasia Derval ha sido condenada a confinamiento por ser cómplice de uno de los delincuentes más famoso y buscados en el Arca. A pesar de la mayoría de edad, el Gobierno le concede dos meses para confesar o ser flotada.
Derval tenía claro cuando ing...
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BELLAMY
El agarre había desaparecido de golpe, haciéndolo perder el equilibrio. Su cuerpo se encorvó hacia delante, buscando el aire que Vadik había sofocado a través de carraspeos que quemaron su garganta.
Había visto a Nicasia acercarse por detrás, tomar un objeto de su bolsillo, pero no fue hasta que levantó la cabeza, aún tomando bocanadas de aire que quemaban a pesar del dolor, que comprendió lo que Nicasia había hecho.
El cuerpo de Vadik se hallaba en el suelo, sangre borboteaba de su garganta donde tenía las manos inútilmente buscando detener el desangrado. Estaba pálido y daba bocanadas como un pez fuera del agua. Los sonidos guturales que provenían de su boca ligeramente abierta era lo único que se oía en el silencio de la lavandería, de repente tan fría como las celdas de aislamiento. Incluso si el cuerpo de Bellamy reaccionaba para buscar ayuda, sabía que no lo lograría. Su mirada brillaba.
A su lado, Nicasia temblaba. Sus ojos abiertos de par en par mientras sostenía con la mano derecha un punzón; la sangre manchaba la herramienta, mano y parte de la chaqueta.
Vadik dejó de moverse y Nicasia soltó un grito ahogado, dando un paso hacia atrás, topándose con el balde de ropa húmeda y cayendo al suelo.
—Ey, ey, Nicasia... —susurró Bellamy, agachándose ante ella. Esperaba que su cuerpo fuera tan grande como para tapar la horrenda escena de Vadik. Sin embargo, los ojos de Nicasia miraban un punto detrás de él. Pálida como papel—. Ey, mírame, Nicasia —pidió, apoyando la mano en su rostro.
Solo entonces le prestó atención.
—Lo maté... —murmuró entre una respiración irregular. Sacudió la cabeza—. Lo maté, Bellamy. Lo maté...
Bellamy acercó la cabeza de Nicasia a su pecho, abrazándola al momento en que rompía en un llanto histérico. No lo abrazó de vuelta, demasiado traumada.
—Lo hiciste en defensa propia —repuso, separándose. Apoyó las manos en sus hombros para mantenerla en su lugar y que dejara de temblar—. Si no lo detenías, me hubiera matado —aseguró.
Los labios de Nicasia en una fina línea, las lágrimas aún cayendo silenciosas sobre sus mejillas. La atención recayó en la mano manchada de sangre; el punzón había caído a un lado. Bellamy atrajo el balde de ropa húmeda.
—Vamos a limpiar eso —anunció, tomando una sábana entre sus manos que también empezaron a temblar al caer en la cuenta de lo que acababa de suceder.
Nadie le creería a Nicasia que hubiera sido en defensa propia. Incluso si Bellamy corroboraba su versión, era posible que Ozias... Ziv... buscara la manera de hundirla más, tanto que no tendrían más opción que flotarla.
Tenía que escapar.
Tomó la mano fría de Nicasia entre la sábana, quitando la sangre.
—Termino con esto y te irás, ¿escuchas? —inquirió. Se detuvo cuando no obtuvo respuesta—. ¿Nicasia? —llamó, pero al levantar la mirada notó que los ojos de ella estaba posados en un punto detrás de él. Esta vez no se trataba del cuerpo de Vadik porque su vista estaba alzada.