Doce.

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BELLAMY

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BELLAMY

—¿Ya te han liberado? —cuestionó, apoyando las manos en sus caderas, aún sosteniendo el libro.

Sahara notó su presencia por primera vez. Cuando lo miró, lo hizo con una sonrisa que le causó escalofríos.

—La buena conducta —repuso—. ¿No te alegra verme? —añadió, ladeando la cabeza con inocencia exagerada.

Bellamy anotó mentalmente preguntarle a Wells quién había sacado a Sahara Tavetti de aislamiento. Tras la pelea que había causado, aún debía estar en aquel agujero.

Nicasia a su lado apenas se movió y deseó hacer desaparecer a Tavetti para volver a estar solos y buscar una manera de hacerla sonreír hasta que los hoyuelos iluminaran su rostro.

—Vamos, Tavetti —señaló, acercándose a ella.

Sahara no se movió, lo observó de arriba abajo. Era una de las reclusas que habían coqueteado con él desde el primer día. Bellamy nunca le había respondido de la misma forma, por lo que creía que sentía cierto resentimiento hacia él. No estaba acostumbrada a perder y esto le hacía preguntarse qué cosas había hecho en confinamiento para lograr sus cometidos.

—Tengo ganas de leer —repuso.

Tomó aire, echándole un vistazo a Nicasia. Su mirada gris puesta en Sahara, ignorándolo por completo. El moratón que había cubierto gran parte de su rostro había casi desaparecido.

—Tendrás que esperar —afirmó, tomándola del brazo para arrastrarla fuera de la biblioteca. Sahara no opuso resistencia; se preguntó si era esto lo que quería.

—¿Qué pasa con Derval, Blake? —susurró—. ¿Qué hacían ahí dentro? —añadió divertida ante la situación.

Bellamy la soltó al llegar al final del pasillo.

—Será mejor que sigas tu camino si no quieres acabar en aislamiento otra vez.

El tono severo le hizo replantear su presencia en aquel lugar. Sonrió, ladeando la cabeza y se alejó. Con el corazón en la boca, Bellamy pasó una mano por su cabello, observándola hasta que se detuvo en una de las mesas redondas de la sala junto a sus amigas. ¿Qué estarían tramando?

Miró hacia el pasillo desierto. Nicasia seguía dentro de la biblioteca, pero no podía volver. Los reclusos que habían testificado la escena tenían su atención puesta en él.

Lo único que deseaba en aquel momento era volver a ver la sonrisa de Nicasia Derval. Cómo su rostro brillaba de tal forma que no parecía la misma muchacha que había ingresado con el ojo hinchado y la soledad pintada en todo su cuerpo.

—Eh, Bellamy.

Volteó hacia Wells, quien se acercaba a él desde el comedor.

—¿Qué llevas ahí? —preguntó, señalando el libro en su mano.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora