Nicasia Derval ha sido condenada a confinamiento por ser cómplice de uno de los delincuentes más famoso y buscados en el Arca. A pesar de la mayoría de edad, el Gobierno le concede dos meses para confesar o ser flotada.
Derval tenía claro cuando ing...
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NICASIA
La mataría. Nunca estuvo más segura de algo.
Caminando con rapidez a través de los pasillos de Walden, se detuvo ante la puerta del depósito. Era un lugar sombrío. La luz titilaba sobre su cabeza; nadie se atrevía a andar por allí a altas horas de la noche. Los ciudadanos y autoridades creían que se trataba de una zona repleta de chatarra donde arrojaban basura. Poco hubieran imaginado que una de esas puertas pertenecía al taller de Ziv y el mismo lugar donde Nicasia había pasado las últimas semanas.
Tomó aire. La cabeza aún le palpitaba. Le habían dado una gran paliza; pero lo que vendría sería mucho peor. No se compararía con la herida abierta en su frente debido al golpe contra la mesa del comedor comunitario vacío ni con el labio hinchado que le habían dejado para quitarle la mercadería. Pasó las manos por su cabello largo. La semana anterior le habían robado a Izbel Petya, quien hacía solo dos días había ingresado al grupo selectivo de Ziv. Nicasia se quedó a un costado mientras Ziv decidía su castigo. No quería oírlo. Sin embargo, el terror en los ojos cálidos de Izbel le dejó entrever que era peor de lo que su mente se permitía imaginar. Al día siguiente, la muchacha había vuelto con un aire ausente. Su cuerpo estaba en el taller, pero su mente parecía encadenada en el infierno.
La matarían.
Tomó aire. Tal vez Ziv la perdonaría.
No seas estúpida.
Claro que no la perdonaría. ¿Por qué lo haría? ¿Porque se acostaba con él? ¿Porque hacía todo lo que le pidiera? Su relación amorosa no tenía nada que ver con el negocio y Ziv no permitía que nada se le fuera de las manos cuando se trataba de este.
Podía volver a su casa.
No. No era una opción. Su madre haría preguntas, demasiadas. La vería con el rostro manchado de sangre, no la dejaría en paz hasta que le dijera la verdad. Ya lo había vivido la semana anterior cuando se dio una vuelta por su casa en busca de ropa. Kaisa estaba allí, con un cigarrillo entre los dedos temblantes. La interrogó de inmediato y Nicasia debió inventar la identidad de una amiga. Decirle que estaba ocupada con los estudios. No supo si le creyó. Tampoco se quedó para averiguarlo, salió de allí lo antes posible.
Tomó el pomo de la puerta. No podía atrasar lo inevitable. La abrió, encontrándose con el silencio mismo. Era altas horas de la madrugada. Las mesas largas ubicadas a un costado con balanzas y bolsas de plástico eran evidencia de lo que se realizaba durante el día. Caminó entre ellas, apretando las manos a los costados.
Ziv se hallaba sentado en la mesa del fondo junto a su mejor amigo Jevon Kimball, la única persona que parecía apreciarlo de verdad. También estaban Stein Bendik y Vasant Darshan, quienes solían quedarse después de hora solo para compartir unas cervezas y cigarrillos.