Trece.

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NICASIA

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NICASIA

Ziv se inclinó hacia delante para darle un beso en los labios. Estaba de pie detrás de ella, masajeando sus hombros mientras observaban cómo los empleados trabajaban a lo largo de las mesas. Pesando y guardando la mercancía.

Jevon estaba junto a ella, con un cigarrillo entre sus dedos.

—Ya vengo —susurró Ziv, dándole un rápido beso en el cuello.

Nicasia lo observó alejarse hacia la mesas.

—¿Ha vuelto todo a la normalidad? —preguntó Jevon, expulsando el humo del cigarrillo.

Asintió sin prestarle mucha atención.

—Estamos bien, si es a lo que te refieres —comentó.

Jevon se removió en su asiento, haciendo que Nicasia girara hacia él. Con la mano que sostenía el cigarrillo, señaló el lado derecho de su propio cuello.

—¿Estás segura?

Alejó la mirada hacia delante, deseando haber usado una prenda que cubriera sus brazos y cuello donde los moratones eran más visibles.

—No es nada —aseguró en voz baja. No lo eran, a decir verdad. Eran accidentes aislados, Nicasia luchando por calmar a Ziv cada vez que el negocio lo frustraba. Eran momentos en que Ziv perdía la cordura y volvía a ser el de antes segundos después, besándola y llevándola a la cama. No podía quejarse.

—¿Permitirás que te siga lastimando? —murmuró.

Giró hacia él.

—¿De la misma forma que permitiste que me grabara su inicial en mi piel? —inquirió—. ¿Con una navaja? —añadió al obtener el resultado que esperaba.

Jevon volvió a inclinarse hacia ella.

—Te dije que lo sentía.

Ziv continuó paseando entre las mesas, observando el trabajo de cada uno de los muchachos. Nicasia se mordió la mejilla para no replicar y Jevon bufó.

—Dime que quieres salir de aquí y te ayudaré.

Lo miró. No era la primera vez que le hacía tal propuesta, pero nunca lo había oído de una forma tan directa y con Ziv tan cerca de ellos.

—¿E ir a dónde? —cuestionó, encogiéndose de hombros—. ¿A Phoenix? ¿A casa? —Sacudió la cabeza. Era inútil seguir hablando—. Mis padres ni me reconocerían.

Si Jevon estuvo a punto de replicar, nunca lo escuchó. La puerta del taller se abrió, revelando a una alterada Halima Jinja. Su piel oscura brilló bajo la tenue luz del recinto, su cabello rizado era un desastre, sangre caía de su boca.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora