Veinticinco.

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NICASIA

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NICASIA

En cuanto la alarma resonó en confinamiento, apoyó la mano en el bolsillo donde cargaba el punzón para asegurarse que aún estuviera allí. Llevaba despierta más de una hora, formando un mapa en su cabeza para bajar las escaleras hasta el comedor sin demoras. Allí estaría a salvo; donde los guardias no podrían hacer la vista gorda si Sahara buscaba venganza.

La puerta se deslizó, permitiendo que la luz artificial ingresara a la celda. Nicasia se acercó al umbral, observando con atención a los reclusos que pasaban delante de ella; todos la miraban y susurraban entre ellos, tal vez preguntándose cómo obligarla a hablar.

Al salir para dirigirse a las escaleras, se detuvo en seco.

Sahara se encontraba apoyada contra la baranda del balcón con Persia a su lado. Ambas la observaban detenidamente, con una pequeña sonrisa que le causó escalofríos. Luchó por mantenerse quieta donde estaba; mirando disimuladamente los alrededores en busca de guardias, pero los pocos reclusos que seguían con sus caminos no le permitían ver nada mientras que el resto comenzaba a detenerse, siendo testigos de la escena que estaba a punto de desatarse.

Sahara se alejó del balcón, aún sosteniendo la baranda y deslizándose como una niña pequeña. Persia la siguió, sus ojos marrones desprovistos de emoción alguna, sus brazos robustos cruzados sobre su estómago.

—¿Qué pasa, Derval? —susurró Sahara, deteniéndose ante ella. Tan cerca que podía sentir el aliento contra su rostro. A pesar de ser más joven, eran de la misma altura—. ¿Buscas a Blake? —insistió. Nicasia encerró el punzón entre sus dedos—. ¿Ya te acostaste con él? —añadió, dando un paso más hacia delante. Presintió el goce de los presentes—. ¿Qué te prometió a cambio? ¿Una tarjeta para hacer una llamada?

Nicasia observó sus ojos ámbar, tiesa en el lugar. Quienes la observaban, estarían sorprendidos que pudiera mantener la calma ante tales acusaciones. Incluso Sahara pretendía haberla hecho explotar desde el comienzo; al ver que no daría el primer golpe, ladeó la cabeza, su cabello marrón oscuro, cayendo sobre sus hombros.

—Lavinia está en el agujero por tu culpa —soltó entre dientes, claramente perdiendo la paciencia. Nicasia reprimió una sonrisa satisfecha—. Más vale que hables si no quieres que te maten. —Para enfatizar su amenaza, tomó el cabello de Nicasia desde la nuca.

Tuvo suficiente.

Llevó su puño hasta el rostro de Sahara, quien dio un paso atrás ahogando un grito. Los nudillos de Nicasia ardieron, pero no se dejó llevar por la distracción cuando Sahara reanudó la pelea, dándole un puñetazo que Nicasia esquivó a duras penas.

Sin embargo, la diversión acabó cuando los grandes brazos de Persia la sostuvieron por detrás, inmovilizándola por completo.

El rostro sangriento de Sahara se acercó, hecha una furia. Sonrió, sus dientes manchados de rojo.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora