Tres.

1.3K 88 3
                                    

NICASIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NICASIA

Apenas logró ocultar su sorpresa cuando la voz femenina sonó en la enfermería. El guardia, cuyo nombre aún desconocía, la miró como si esperara una explicación, pero ambos estaban perdidos en la oscuridad.

—¿Quién es? —preguntó el guardia tras presionar el botón de la radio.

—Jex Derval.

Claro. Por supuesto. Tenía que ser su padre. Bajó la cabeza, dejando que su cabello corto ocultara la sonrisa irónica. Jex era el único que podía organizar una visita a confinamiento un lunes por la mañana.

El guardia suspiró, volteando hacia Avram.

—¿Eso es todo?

Avram asintió, ajeno a la situación extraña.

—Sí. Me gustaría verla mañana por la mañana —repitió.

—Está bien —aceptó el guardia, señalándole con la cabeza que lo siguiera.

Nicasia le tendió el vaso a Avram antes de seguirlo. Le llamó la atención que no le hubiera puesto las esposas. No lo señaló. Las muñecas le ardían más que nunca.

El guardia se detuvo junto a la puerta de la enfermería, sosteniendo el pomo.

—Si prometes comportarte, no te colocaré las esposas —susurró como si hubiera leído sus pensamientos—. He visto tus muñecas lastimadas.

Nicasia asintió. Le descolocaba la actitud de este guardia a diferencia de Vadik, quien la había sostenido del cabello más temprano, listo para pegarle si fuera necesario. Este guardia era más amable. Lo notaba en su mirada marrón, oculta detrás de pestañas negras y espesas.

También la mirada de Sahara parecía amable.

El guardia abrió la puerta, tomándola del brazo para guiarla fuera. No esperaba lo contrario. La guió a través del pasillo de vuelta al salón principal, donde se encontraban las celdas, hasta las rejas. La misma muchacha que había estado en el escritorio cuando llegó, seguía allí.

Las rejas se deslizaron hacia un costado.

—Finella —saludó el guardia mientras caminaban hacia el lado contrario de la entrada.

—Blake —murmuró Finella con una sonrisa que Blake no captó, demasiado concentrado en encaminarla hacia otro pasillo, esta vez con rejas a su derecha en lugar de pared gris.

A través de los triángulos atisbó un salón con seis mesas desperdigadas y dos sillas cada una. Una de ellas ocupadas por un hombre de cuarenta y cinco años, cabello rubio y corto y ojos grises que Nicasia había heredado. Vestía el uniforme de guardia negro, supuso para denotar poder en confinamiento.

Esperaba que su corazón diera un vuelco cuando sus miradas se encontraron por primera vez en meses, pero lo único que sintió fue una ira escalar por su cuerpo, asentarse en su pecho donde se suponía debía sentir la calidez de una hija hacia su padre.

Errante || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora