Capítulo 7: Música

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Capítulo 7: Música

Danny estaba tarareando contentada desde su lugar de la habitación, llevaba así desde ayer por la noche. Todo se debía a que hoy era el día asignado para salir a la ciudad, poder escapar de los muros de Élite.

No sé como mi mejor amiga se las había ingeniado para que Anna le dejara salir, después de todo su lío con el código de vestimenta y el castigo. Si yo fuera Anna por la broma que le gastó con lo del deporte le había prohibido las salidas.

Supongo que Danny era realmente convincente.

No me quejaba. Me gustaba salir con ella por la ciudad, eran todo risas y diversión con ella. Recuerdo que una vez nos llegamos a colar en el barrio residencial donde hay un portero y todo.

Al final tuvimos que salir corriendo porque el de seguridad nos estaba amenazando con su porra, pero no paré de reírme hasta que cogimos de nuevo el autobús. Danny sabía mejor que nadie como animar una salida, aunque en muchas ocasiones me quejara.

Hoy iba a ser un día tranquilo, sin embargo.

André también tenía permiso para salir y con su sexy acento me había convencido de dejarle entrar en nuestro grupo, así que le pedí tranquilidad a Danny. Ella prometió que sólo iríamos a una tienda de vinilos.

-Hoy estás de muy buen humor- comenté con sorna mientras me acababa de poner las botas negras.

Había decidido que utilizaría mis vaqueros rotos junto a una camiseta verde de algún grupo de música que Danny me había regalado por mi cumpleaños.

-Claro que lo estoy- dijo con una sonrisa- voy a ir a una buena tienda y comeré hamburguesas. Todo perfecto para mí.

Rodé los ojos.

-¿Cuándo hemos quedado en comer hamburguesas?

Ella hizo un gesto quitándole importancia.

-Tenemos a un amigo francés que quiere conocer todo lo que pueda de nuestras costumbres, y ¿qué mejor que las hamburguesas? Además, admite que también quieres comerlas.

Sonreí divertida.

Totalmente cierto. Mi placer secreto era la comida chatarra, cuando podía me atiborraba pero me tocó una madre obsesionada con la comida sana. Así que solía aprovechar estos viajes y comía todo lo que se me ponía por delante.

-Eso lo dices porque no tienes a doña dietas de madre- me burlé.

Ella rodó los ojos.

-Lo tengo peor, tengo a la obsesionada con Juego de Tronos- señaló su colcha y luego a sí misma.

Tenía que admitir que ella tenía razón. Su situación era mucho peor que la mía.

-Tú ganas- alcé las manos.

Danny hizo el gesto de la victoria y cogió su bolso, para luego lanzarme el mío como si nada.

-Mueve el culo- me soltó- que quiero entrar en el primer autobús. Paso de quedarme más tiempo del necesario aquí dentro, además el querido francés tendrá que estar esperándonos en este momento.

Suspiré.

-¡Ya voy!

No entendía por qué habían puesto un horario tan horrible para salir a la ciudad. Había tres turnos para ir y dos para volver. El primero era a las siete y media, el segundo a las diez y el último a las doce y media.

Todo el mundo quería dormir algo y por eso iban al de las diez, sin embargo, si no eres deportista o animadora no podrás colarte en la autobús y por tanto te quedarás fuera. Y por ello se ven obligados a ir a eso de las doce, lo que es una putada porque has perdido media mañana dentro de Élite.

Electricidad y magnetismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora