Capítulo 21: Ayuda
-¿Estáis todos bien?- pregunté en cuanto pude apartar el airbag de mi cara.
Hice una inspección rápida sobre mí misma, no me dolía nada y todo parecía estar en orden. El choque no había sido gran cosa, cuando acabé contra un árbol había sido peor, pero temía por mis compañeros. Esperaba que no les hubiera pasado nada por mi culpa.
-Diablos- exclamó Olivia- decías en serio que eres pésima conduciendo.
André tosió detrás de ambas y al girar la cabeza para observarlo pude ver que estaba entero sin ninguna herida aparente. Menos mal.
-Deberíamos salir cuanto antes- aconsejó el francés- los del hotel han avisado a los profesores y el de historia nos estaba persiguiendo con el coche, estará cerca.
-Tendrá miedo por la carta- dedujo Olivia- ¿todavía la tienes?
Cogí mi bolso y me encontré allí la carta arrugada, levanté el dedo pulgar en dirección a la rubia.
-Vamos chicas- animó André- no podemos permanecer mucho tiempo en este lugar. Acabará dando con nosotros, seguro que ha llamado a la policía. Nuestra única ventaja es que no sabe quiénes somos.
Olivia asintió, y se desabrochó el cinturón de seguridad para salir del coche. André y yo la seguimos.
Ella lideraba nuestra marcha, nos metió por toda clase de callejones intentando despistar a quienes nos seguían, sin embargo, cuando me sentía más relajada podía oír como los policías se nos acercaban. Estaban dedicando mucho esfuerzo a nuestra captura, seguramente instigados por el profesor.
-Les habrá dicho- explicó Olivia al ver mi cara de terror- que le hemos robado a la hija de un diplomático.
Cierto, el padre de Corina era político. Ahora mismo se encontraba en Latinoamérica y no paraba de enviarle regalos a su hija que ella mostraba con gusto.
Siempre me dio pena por ello. Su padre no aparecía para verla sino una vez al año en Navidad, e intentaba ganarse el cariño de su hija con ostentosos regalos. Me sentía afortunada en ese aspecto, porque nunca me había faltado el amor de mi familia.
Observé como André miraba a todos lados temeroso, apenas hacía ruido. Era como si estuviéramos en una película de espías. En ese instante parecía más feliz de lo que lo había visto nunca, como si huir de la policía formara parte de él.
-¿Cómo vamos a despistarlos?- pregunté cuando dimos el décimo giro- porque tarde o temprano se nos van a acabar la callejuelas.
-Si tuviera aquí una moto...- murmuró para sí misma Olivia- podría intentar atropellarlos y distraerlos.
Me quedé mirándola fijamente, esperando que lo que decía fuera en broma.
-Lo de distraerlos es una buena idea- apuntó André.
Negué rápidamente con la cabeza.
-Aquí nadie va a acabar en la cárcel, me niego. Todo lo habéis hecho por mí, así que yo digo que si entramos a esa habitación juntos vamos a salir de estas juntos- prometí- voy a invitarlos a una ronda.
Olivia soltó una risita.
-Que idealista eres- comentó- todo lo contrario a tu prima, ella ya nos hubiera dejado atrás.
Me rasqué la cabeza avergonzada. Quería defender a Érica indicándole a Olivia que ella se quedaría hasta el final, pero sabría que era mentira. Aunque hubiera cambiado a mejor había algunas cosas que permanecían, y era fue el instintito de supervivencia de Érica. Puede que ya no intentara que el resto se hundiera con el barco pero si encontraba un chaleco salvavidas se lo quedaría para ella.
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Electricidad y magnetismo
Teen FictionJo lleva toda su vida siendo víctima de humillaciones en Élite. Sin embargo, su vida da un cambio de ciento ochenta grados cuando en mitad del curso la mandan a un internado en Inglaterra de donde volverá irreconocible. Un nuevo curso ha comenzado e...