Septiembre de 1996
Laura está harta de volver a empezar. Apenas tiene doce años y le faltan dedos en la mano para contar todas las ciudades en las que ha vivido. No le gustan los cambios, no le gusta conocer gente nueva y no le gusta tener que ir a un colegio distinto. En la última ciudad ha pasado apenas un año, en la anterior tres.
Su madre la acompaña, junto a sus hermanos pequeños, al nuevo colegio. Va enfurruñada, pensando en la vergüenza que va a pasar, con ganas de vomitar el desayuno, tan dentro de sus pensamientos que ni siquiera ve la señal de tráfico con la que acaba chocando, con tanta fuerza que sale despedida hacia atrás, justo a las puertas del colegio, donde todo el mundo ha podido verla. Siente ganas de llorar pero se traga las lágrimas, se frota la frente y se despide de su madre con un simple gesto de la mano. A día de hoy sus padres no son sus personas favoritas. Ellos la han arrastrado hasta allí.
Su clase es 7ºB y allí se dirige. Cuando entra todas las mesas están ocupadas. 30 pares de ojos se giran hacia ella, que querría desaparecer, y acaba sentándose en el único hueco que queda libre, en primera fila. Justo tras ella entra el profesor y llega el momento que lleva temiendo varios días. La obliga a levantarse y presentarse ante la clase.
Cuando se levanta puede escuchar de una de las filas del fondo la frase que acaba de amargarle el día
- ¡Vaya jamones tiene la nueva!
Siente que enrojece pero no es capaz de distinguir quién la ha dicho. Ha sido uno de los dos chicos rubios que están sentados al final. Muerta de la vergüenza, maldiciendo por haber elegido esos pantalones a primera hora de la mañana y por tener que volver a pasar por la misma situación una vez más, comienza a hablar.
- Me llamo Laura, tengo 12 años y soy de Madrid
- ¡Uy que fina! - se oye un susurro de una de las chicas de la clase
- ¡Finolis! - grita un chico desde el final
Laura sigue hablando, aguantándose las lágrimas
- Mi padre es funcionario y por eso viajamos mucho por España. El año pasado vivíamos en Málaga y el anterior en Madrid, pero he vivido en muchos más sitios. Y eso, que no sé cuánto estaré por aquí.
Se calla y el profesor la invita a sentarse.
- Muy bien Laura, muchas gracias. Espero que el tiempo que estés aquí sea agradable y aprendas mucho. Y a vosotros - dice mirando a los demás - espero que os comportéis y que hagáis que estos primeros días Laura se sienta como en casa.
Como en casa, repite Laura en su mente. Su casa queda muy lejos y nada en esa clase se parece lo más mínimo.
*******
Fran odia el colegio. Lo odia desde que tiene uso de razón. Lo único bueno que tiene es poder jugar al fútbol en el recreo con sus amigos. No hay nada más que le interese allí. Se aburre en clase y no hay trimestre que no vuelva a casa con más de tres suspensos. Aún no comprende como ha pasado a 7º, porque de verdad que pensaba que el año pasado repetía y eso sí que le hubiera molestado de verdad porque no quería separarse de sus amigos. Especialmente de Miguel. Llevan sentándose juntos desde parvulitos y sería una mierda tener que separarse de él por repetir.
Como cada año han entrado en clase y han cogido su sitio, columna del centro, tercera fila. Ni muy cerca del profesor ni muy lejos. Las niñas de la ventana están también allí, en primera fila, parece que les guste recibir los goterones de saliva de los profesores mientras explican. En su columna, en primera fila está Carmen, una repetidora con bastante mal genio. Tal es su fama que nadie ha querido sentarse a su lado.
Justo antes de que aparezca Don Eustaquio, el maestro, una niña entra por la puerta. Tiene el pelo corto y negro y lleva una camiseta blanca, unos shorts y unas zapatillas Victoria, de esas que a su madre le encantaba ponerle cuando era pequeño. No le da tiempo a verle la cara, pero se sienta en el hueco junto a Carmen, el único que ha quedado libre en la clase.
Antes de empezar a impartir la materia el maestro la obliga a levantarse y presentarse, y no lo puede resistir, se lo dice a Miguel pero su tono de voz es algo más alto de lo necesario, ganarse unas risas del público el primer día de clase tampoco está mal, porque esa es su misión, ser el que divierte a los demás.
- ¡Vaya jamones tiene la nueva!
Ve como ella mira y ubica de donde ha salido la voz y, entonces, cuando sus ojos oscuros y gigantes se posan en él siente un poco de vergüenza, pero el coro de risas y golpes en la mesa lo compensa.
El resto de la clase lo pasa mirándola. Bueno, más bien mirando su nuca. Quiere volver a verle la cara, fijarse en algo más que en sus ojos, pero no se gira. Cuando en profesor sale por la puerta la ve hablando con Carmen y como alguna que otra chica se acerca a saludar. Ellos sin embargo se quedan en su mesa, hacen el corrillo de chicos y recibe las felicitaciones por su gracieta de antes.
- Esta buena la nueva - dice José Luis, un repetidor que lleva con ellos desde sexto
Nadie contesta. En el fondo es que no están acostumbrados a hablar de chicas. No es que no les gusten, es simplemente que hasta hace apenas unos meses ni siquiera sentían que vivieran en el mismo planeta... sin embargo todo está cambiando rápido... lo ha sentido cuando la nueva le ha mirado, ha sido como un calambre por dentro, una cosa muy rara. Eso sí, se jura y perjura que ellos nunca dejarán de jugar al fútbol en los recreos como esos idiotas de 8º que ahora se pasan el día sentados en los bancos con las chicas o jugando al voleyball. Por ahí sí que no va a pasar.
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El hilo invisible
RomanceLaura acaba de llegar a la ciudad y odia empezar de nuevo. Fran es el gracioso de la clase que odia ir al colegio. Una historia donde la amistad y el amor se dan la mano a través del tiempo y el espacio.