Abril 1997
Laura está sentada en uno de los bancos del patio con Carmen y Luisa cuando se acerca Alejandro. No han hablado desde el incidente de la fiesta de disfraces. De hecho Laura ni siquiera quiere tenerlo cerca por eso cuando lo ve acercarse se levanta del banco para marcharse.
La agarra del brazo.
- No te vayas, por favor
- No quiero que te acerques a mi. Suéltame, por favor. No quiero más problemas.
La suelta
- Te prometo que es solo un segundo
- ¿Qué quieres?
- Lo primero quería pedirte perdón
- Han pasado dos meses, es un poco tarde ya
- Tienes razón, pero aún así. Solo quería que supieras que ya no estoy con Tamara y que no hay derecho a lo que te hizo.
- Muy bien, ya me lo has dicho
- En serio, solo quiero que seamos amigos
- Eso no va a ser posible... no quiero que esa loca vuelva a pegarme
Laura da por terminada la conversación y con sus amigas se marcha a la otra punta del patio. Tiembla de nervios, lo nota en sus manos. En el fondo no puede evitar seguir sintiendo cosas cuando él está cerca pero le dolió mucho que ni siquiera le preguntara cómo estaba después de todo el lío. Y ya, dos meses después, no tiene ningún sentido. Además siente que Tamara la sigue vigilando y tiene un poco de miedo.
Desde que pasara aquello sus amigos nunca la dejan sola. De hecho Fran la recoge y la acompaña a casa todos los días. Se ha convertido en su guardaespaldas particular y a ella le gusta. Le gusta hacer el tonto con él y reírse y también le gusta como la mira. Además siente cosas cuando está con él. No es como con Alejandro, que es capaz de dejarla paralizada... es diferente. Con Fran siempre está contenta.
Se puede decir que Laura es feliz. Ha hecho buenos amigos y cada día piensa menos en regresar a Madrid. No es que no eche de menos a los de allí, es simplemente que ahora está bien por primera vez en muchos meses.
En casa el cambio también ha sido radical, vuelve a sonreír a menudo y a hacer bromas. Pasa más tiempo en el salón con todos y menos encerrada en su habitación. Aunque sus padres siguen sin ser sus personas favoritas en el mundo, ya no está tan enfadada con ellos.
Las clases de ese día terminan sin pena ni gloria. Cuando salen por la puerta Alejandro está esperándola de nuevo.
- Laura, ¿podemos hablar?
- Ya hemos hablado antes
- Ya, pero es que necesito que me perdones
Fran que se ha adelantado unos pasos vuelve hacia atrás.
- Te ha dicho que la dejes
- No estoy hablando contigo
- Ya pero yo contigo sí. Y ella te ha dicho que la dejes
Fran tira del brazo de Laura que arranca a andar junto a él.
- Por mucho que lo intentes nunca te va a ver como algo más que un amigo ¿lo sabes no? - Alejandro tira con bala
- Bueno - contesta Fran aparentemente tranquilo - en cualquier caso siempre seré algo más que tú que solo eres una mierda
En ese momento ya se ha montado un corro alrededor. La posibilidad de una buena pelea a la puerta del colegio es siempre un espectáculo deseado. Ahora es Laura quien tira del brazo de Fran pero parece inutil. No entiende como siendo tan delgado puede tener tanta fuerza para quedarse en el sitio mientras ella intenta arrastrarlo. No sirve de nada. Cuando se quiere dar cuenta Alejandro avanza hacia Fran con grandes zancadas y, por mucho que Laura grita que paren, los puñetazos vuelan. Cuando se quiere dar cuenta Miguel la saca de allí y empieza a pelearse también. Parece una batalla campal en la que la mayor parte de los chicos de su clase se pelean con los del A. Luisa corre a avisar a algún profesor mientras que Carmen y Laura intentan separarlos tratando de no llevarse ningún golpe. Todo es inutil.
*****
Fran sigue golpeando hasta que alguien lo levanta y lo aparta. Se resiste hasta que se da cuenta de que es Don Jesús, el profesor de Educación Física. Al otro lado ve como uno de los maestros de los pequeños agarra a Alejandro. Le sangra el labio pero ve que su oponente tampoco se ha ido de rositas y tiene un buen corte en la ceja.
Un par de profesores más terminan de disolver el corro y de mandar al resto de alumnos a casa mientras que Fran ve como Laura trata de acercarse hasta donde le han apartado sin éxito. Los profesones no la dejan. Desde lejos le dice por gestos que le llamará por teléfono a lo que él asiente justo antes de que se lo lleven junto al resto de protagonistas de la pelea a la sala de profesores.
Piensa en el castigo y la expulsión y por quien más lo siente es por su madre. Además ya se puede ir olvidando de volver a salir en lo que le queda de vida, su padre le va a imponer pena de confinamiento, eso por descontado.
Aguanta el chaparrón en el despacho del director sin explicar los motivos de la pelea, eso se queda entre ellos, y acepta la semana de expulsión y la llamada a sus padres con la serenidad de quien lo veía venir. Cuando su padre llega a recogerle el labio ha dejado de sangrarle pero se le ha hinchado y le duele. Miguel está sentado a su lado y ha salido casi ileso. Él y el resto de los de la clase que se han metido estarán castigados sin recreo durante dos semanas pero se han librado de la expulsión. Su padre los saca a los dos de allí y de camino a casa de Miguel trata de averiguar qué es lo que ha pasado. Aunque Fran no quiere soltar prenda, su amigo canta todo lo que sabe.
- De verdad que no ha sido culpa nuestra... - termina Miguel - es que él no la dejaba en paz
- Pues pronto empezais a pelearos por chicas - suspira su padre incrédulo - pensaba que habría sido por algún partido de fútbol y, la verdad, no sé qué me preocupa más.
Fran sigue callado y mira a su amigo con cara de eres un bocazas de los buenos.
- Sea por el motivo que sea, ya os podéis ir despidiendo porque a este - dice señalando a su hijo - no le vas a ver el pelo en la semana que va a estar expulsado y una vez vuelva a clase, será lo único que haga... ni videojuegos, ni salidas, ni fútbol
- ¡No! ¡Papá! - le mira espantado Fran - ¡El fútbol no!
- ¡Ah!, y una cosa más - continúa su padre - también estás castigado sin teléfono
Fran no da crédito y mientras se despide de Miguel piensa en que no le pasaran a Laura cuando llame para saber qué ha pasado finalmente. Va a pasar una semana entera sin verla y, lo que es peor, sin poder hablar con ella.
****
Laura llama a casa de Fran y es su madre la que descuelga.
- ¿Si?
- Hola, quería hablar con Fran, soy Laura
- Hola Laura, bonita, no te lo puedo pasar, está castigado sin teléfono hasta nuevo aviso
Fran escucha a su madre desde el sofá tratando de averiguar que es lo que Laura está diciendo al otro lado.
- Vale, perdón... - dice apurada - ¿pero está bien?
- Bueno, tiene un corte bastante feo en el labio y se le ha hinchado un poco. Ha llorado cuando se lo he desinfectado pero sobrevivirá.
- ¡Mamá! - grita Fran tratando de evitar que siga hablando
- ¿Y el colegio? - pregunta Laura
- Expulsado una semana
- ¡Vaya! - suspira - solo quiero que sepa que no fue culpa suya, solo quería defenderme. Y entiendo que le castiguen pero debe saber que empezó el otro.
- Seguro que él va a agradecer tu defensa, de hecho lo tengo aquí al lado tratando de arrancarme el teléfono, pero efectivamente el castigo no se lo quita nadie.
- Lo siento mucho. Digaselo a él también. Ha sido todo por mi culpa
- No, guapa. No ha sido tu culpa. Ha sido la de ellos que son unos salvajes y se creen que las cosas pueden arreglarse a mamporros.
Cuelgan el teléfono y Fran mira a su madre.
- ¿Qué decía?
- Solo estaba preocupada por ti
Fran sonríe y se marcha a su cuarto mientras su madre piensa que la edad del pavo y este enamoramiento lo tienen idiotizado.
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El hilo invisible
RomanceLaura acaba de llegar a la ciudad y odia empezar de nuevo. Fran es el gracioso de la clase que odia ir al colegio. Una historia donde la amistad y el amor se dan la mano a través del tiempo y el espacio.