La despedida

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Junio de 1998

El último día de clase ha llegado para Laura casi sin darse cuenta. Desde por la mañana temprano todo es diferente y por primera vez siente que todo se ha acabado. Es un día especial y nadie puede hacer que se evada de esa sensación.

Lo que le espera cuando llega a clase, sin embargo, es una verdadera sorpresa. Luisa y ella llegan un poco tarde, probablemente porque su amiga las ha retrasado a propósito, y al entrar un gran cartel está pegado sobre parte de la pizarra. En el mismo, junto a un "Hasta siempre, Laura", todos sus  compañeros han dibujado, pegado fotos o escrito mensajes y no puede evitar que se le salten las lagrimas.

Todos la abrazan y le desean suerte en su nuevo camino. Además, cada uno le entrega un detalle para que no los olvide. No son grandes cosas pero sí recuerdos imborrables: el estuche de Carmen, las pulseras de Luisa y Miguel, la camiseta favorita de David y la cinta del pelo de Fran, la de la suerte, la de ganar partidos.

Además, los profesores han organizado, ya para todos, una pequeña fiesta de despedida en el salón de actos. El director les da una pequeña charla, recordándoles que desde ese día dejan la infancia atrás, abandonan el colegio y se enfrentan a la vida del instituto. En realidad esa es una verdad solo a medias. Carmen y Luisa tendrán que volver en septiembre a recuperar una asignatura cada una. Fran no y Laura no puede estar más orgullosa de él. Ha conseguido aprobar todas no sin esfuerzo y ese será, como para ella, el último día tras las puertas del colegio.

En el transcurso de la fiesta desde secretaría van llamando a todos los aprobados para entregarles su libro de escolaridad y es entonces cuando Laura se convierte en la verdadera sensación de todos ellos. Para empezar porque el suyo es azul mientras que el de los demás es verde, algo motivado porque empezó el colegio en una autonomía distinta, y para continuar porque mientras la mayoría de ellos solo tienen rellena una hoja, la que marca la entrada y salida del mismo centro, el de Laura cuenta con todas las páginas llenas de entradas y salidas de distintos centros, tantas que han tenido que inscribir algunas en las páginas de anexo. Su libro de escolaridad corre de mano en mano entre sus compañeros que solo en ese momento alcanzan a ver la magnitud de sus movimientos y cambios de ciudad durante la infancia.

La fiesta termina con las despedidas, de muchos de ellos hasta el siguiente año, donde volverán a ser compañeros en el instituto aunque seguramente en distinta clase, de otros hasta después de verano, cuando seguirán quedando en el barrio para jugar al fútbol o sentarse a charlar en los bancos. Tan solo para Laura es un adiós incierto.

De camino a casa se despide de Miguel, David y Carmen, no sin lágrimas y abrazos, y apenas unos minutos después de Luisa. Fran decide acompañarla casi hasta el portal, a su callejón de siempre.

***

Fran la abraza y no quiere soltarla. Sabe que tendrá que hacerlo pero quiere esperar hasta que no haya más remedio. Sabe que los padres de Laura están terminando de empaquetar todo y que esa misma tarde saldrán en dirección primero al pueblo, donde la dejarán junto a sus hermanos, y luego a Madrid, para hacer descargar la mudanza sin niños.

Laura se suelta un momento de su abrazo y le coge las manos.

- Ha llegado el momento

- Ya

Fran nota como sin querer las lagrimas empiezan a correr por su cara y cuando mira a Laura se da cuenta de que está igual.

- No quiero que esta sea una despedida triste - le dice ella mientras le vuelve a besar

- ¿Cómo no va a serlo?

- Volveremos a vernos pronto - le asegura

Él la quiere creer pero es consciente de que eso no está en su mano, sino en la de sus padres y sabe que, aunque ninguno de los dos los días ese es el final. En realidad es sencillo, no se puede salir con alguien que vive en otra ciudad. En ese momento desearía que fueran mayores y pudieran tomar decisiones por ellos mismos, pero eso no es así.

- No te voy a olvidar nunca - le promete

- No te voy a dejar, porque voy a ser muy pesada, te voy a escribir cartas y te llamaré por teléfono cuando mis padres me dejen, aunque no podrá ser todos los días porque es conferencia

Vuelven a abrazarse y Laura mira el reloj.

- Me tengo que ir

La besa una vez más, la última, y siente el sabor de sus lágrimas saladas. Entonces se obliga a forzar una sonrisa y le pide a ella que haga lo mismo. No ha guardado todos esos recuerdos de su cara durante meses para que la última imagen sea la de ella llorando.

La acompaña hasta el portal, donde los padres de Laura están terminando de entregar a los del camión de la mudanza las cajas con las cosas que hasta hace unos días eran parte de su casa. Y la deja allí, ni siquiera se vuelve a mirar hasta que consigue doblar la esquina y empezar a subir hasta su casa. Cuando llega las lágrimas ni siquiera le dejan ver. Se abraza a su madre que trata de consolarlo sin mucho éxito. Ese es el final, o al menos eso es lo que cree.


El hilo invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora