Vuelta a clase

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Septiembre de 1997

Laura, Luisa y David entran en el patio con la seguridad de saber que ese año son sus dueños. Los mayores, por fin. Ya nadie les echará de la pista de voley en los recreos, ni se colará a la hora de comprar el bocadillo, ni les mirará con cara de superioridad. Este año es su año. Sin embargo, la alegría le va a durar poco a Laura, el tiempo justo de ver a Fran hablando con Tamara...

- ¡Que está hablando con Tamara! - se vuelve enfadada hacia Luisa - precisamente con ella... Tía, que me pegó hace menos de un año...

- No hagas caso, ignorale - contesta su amiga que no tiene ganas de bronca y busca con la vista a Miguel

Pero Laura no se puede quedar quieta y si Fran ha decidido que ese es el camino que va a tomar ese curso del que apenas han transcurrido cinco minutos, ella también sabe que es lo que tiene que hacer. Ni corta ni perezosa se acerca a Alejandro, que charla con sus amigos, y le da un toque en la espalda.

- ¡Hola!

- ¡Hola!

- ¿Qué tal el verano?

- Muy bien ¿y el tuyo?

Mientras habla con él sigue controlando a Fran que ya la ha visto y la mira con la misma cara de espanto que ha debido de poner ella cuando le ha visto hablando con Tamara.

- ¿Curso nuevo, vida nueva? - le pregunta a Alejandro

- Claro... en realidad llevaba un tiempo esperando que me perdonaras

- Pues hecho

Luisa la coge por el codo y la aleja de allí.

- ¿Pero que haces? - le pregunta como si estuviera loca

- Pues ya lo has visto, lo mismo que él

Luisa se echa las manos a la cabeza mientras caminan hacia su clase. Una vez dentro se sientan juntas, mientras que David se sienta con Carmen justo delante de ellas. Miguel se sienta justo detrás y cuando llega Fran se pone a su lado.

- ¿Qué pasa finolis? - le pregunta con rintintín

- Pues aquí, imbecil - le contesta

Y Luisa piensa que va a ser un curso muy, muy largo aguantando a esos dos.

***

Cuando Fran ve a Laura hablando con Alejandro siente que le hierve la sangre. Por su culpa se pegó castigado sin salir casi dos meses el curso pasado y ahora ella está ahí, pasteleando con él como si nada. Tiene ganas de gritarle pero se controla y aguanta en el patio hasta que suena el timbre y no le queda más remedio que entrar a clase.

Cuando entra ve que Miguel se ha sentado justo detrás de Luisa y Laura y no se lo puede creer. Se siente junto a él y la saluda con toda la maldad que tiene dentro. Ella ni siquiera le mira cuando le contesta y le llama imbecil.

Miguel le da un codazo pero no está dispuesto a cambiar de actitud. Laura le ha ignorado durante todo el verano y no piensa seguir detrás de ella. En uno de los cambios de asignatura, aprovecha para contarle a Miguel en voz lo bastante alta para que las chicas lo oigan, que ese verano ha estado con una chica en Melilla. Le cuenta con pelos y señales todas y cada una de las veces que se besó con Ana, adornándolo y exagerándolo. Laura ni siquiera se gira pero la nota tensa y apostaría a que está apretando los puños. Se lo tiene merecido.

A la hora del recreo, las chicas se van a la pista de voley. Desde la de fútbol, Fran ve como Alejandro se acerca a hablar con ella, se ríen y ella le contesta que sí a algo. Apenas unos minutos después sabe a qué, han formado pareja de voley para los reyes de la pista del recreo, mientras que Luisa juega de pareja con Carmen. Durante la media hora de recreo, Laura y Alejandro ganan todos y cada uno de los partidos y cuando suena el timbre para volver a clase chocan sus manos, como si fueran amigos de siempre y todo lo pasado hubiera quedado atrás. No puede soportarlo.

Está tan enfadado que cuando entra en clase tira de un manotazo el estuche y los bolígrafos de Laura al suelo justo en el momento en que ella está entrando por la puerta. Puede ver la ira en sus ojos y le empuja mientras se agacha a recogerlos.

- ¡Eres un gilipollas! - le grita

- Y tú una gorda - le contesta - te has puesto de buen año este verano

- Mira que yo te mato - le grita Laura mientras que Luisa la agarra para que no se vaya para él

Justo en ese momento entra Don Francisco, el profesor de Literatura, que intenta frenar los gritos sin éxito. Finalmente es él quien grita.

- ¡No quiero energúmenos en mi clase! - les señala - ¡Los dos fuera, ya!

- Pero Don Francis... - intenta protestar Laura

- ¡Don nada! - sigue gritando - ¡Los dos al pasillo y ahora me pensaré si os mando a Jefatura!

Ambos salen al pasillo y Fran cierra la puerta de la clase de un portazo. Laura se sienta contra una de las paredes del pasillo y él hace los mismo en la opuesta. Durante toda la hora que permanecen allí ni siquiera se miran. Fran es consciente de que la discusión se les ha ido de las manos y no se puede repetir. A él en el fondo le da igual, el pasillo siempre ha sido parte de su hábitat y mientras está en clase tampoco atiende mucho, pero piensa lo que será para Laura perderse una clase. En el fondo no puede dejar de preocuparse por ella pero, obviamente, no se lo va a decir.

Cuando Don Francisco sale los llama a los dos.

- Espero que estéis ya más calmados - ambos asienten - y que esto no se vuelva a repetir en mi clase ¿de acuerdo? - vuelven a asentir - Bien, solo por esta vez os librais de ir a Jefatura. Tirad para dentro de clase y en silencio. No quiero oiros en toda la semana.

Con la cabeza gacha vuelven a entrar en clase, así pasan las dos últimas horas de la jornada escolar, sin hablarse y sin mirarse y llenando de incomodidad a sus amigos que tienen que separarse en la vuelta a casa: las chicas con Laura y los chicos con Fran. Un auténtico disparate.


El hilo invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora