Julio de 1997
A Laura siempre le han gustado sus cumpleaños. Son su día especial. No es solo por los regalos, es porque se trata de una fecha solo suya, en la que se convierte en el centro de atención de sus padres y amigos. Ese año cumple 13 y se siente mayor.
El curso ha terminado y tiene todo el tiempo del mundo para estar en la calle y disfrutar con sus amigos. Sus notas han sido buenas, como las de Miguel, aunque las de Luisa, Carmen y Fran no lo han sido tanto y están obligados a estudiar todas las mañanas. Es por eso que durante ese mes de julio Laura y Miguel se acercan más. Pasan mucho tiempo sin los demás lo que les permite conocerse mejor y coger más confianza. También pasan más tiempo con David y Marco, especialmente cuando van a las pistas deportivas y juegan al voley durante gran parte de la mañana. Los primeros días jugaban al fútbol pero Laura lo hace fatal, así que decidieron cambiar de deporte y junto con otros chavales del colegio echan dos para dos durante horas.
Es precisamente en la mañana de su cumpleaños cuando Miguel y ella tienen una conversación que Laura recordará muchos años después, cuando la vida les lleve por caminos que entonces ni siquiera pueden imaginar.
- ¿Tú crees que a Luisa le gusta alguien? - se lo pregunta justo después de que les hayan echado de la pista tras perder frente a David y Marco que ahora se enfrentan a la pareja compuesta por Alejandro y otro chico de su clase
- No sé - miente Laura - ¿por qué me lo preguntas?
- Te lo digo pero no puedes decir nada
- Te lo juro que no
- Es que creo que me gusta un poco
Laura sonríe y le abraza. Le da mucha ternura la confesión de Miguel.
- Vale - le dice - yo no te he dicho nada pero puede ser que a ella también le gustes un poco
En realidad no siente que esté traicionando a su amiga, más bien al contrario. Le está poniendo en bandeja la posibilidad de que el chico que le gusta intente algo. Eso le haría super feliz.
Laura se despide de los chicos y se acerca a casa. Tiene que ayudar a preparar a su madre la fiesta de la tarde. Una fiesta en la que le ha prometido que tanto ella como su padre y sus hermanos se irán durante un par de horas y les dejarán solos. Le ha costado mucho conseguirlo pero no quería que sus padres estuvieran allí como si fueran pequeños, ya no lo son. Volverán justo para la tarta y soplarán las velas juntos. Eso sí que ha sido innegociable.
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Fran pasa todas las mañanas del mes de julio encerrado estudiando. Las tres que ha cateado le obligan a un esfuerzo extra en verano para lograr pasar de curso. Ni siquiera se quiere plantear que pueda suspender y que Laura y Miguel pasen a 8º y él no. Luisa lo tiene aún peor que él, ahora que lo piensa (ha suspendido 5), pero seguro que su madre no es tan pesada como la suya, que se sienta cada mañana con él ha hacer los ejercicios y preguntarle la lección.Además sabe que mientras él estudia, Laura, Miguel y otros chicos de la clase se pasan la mañana jugando en las pistas de deporte. Miguel también le ha dicho que va Alejandro y no puede evitar sentir celos porque sabe que a Laura antes le gustaba y a lo mejor puede volver a gustarle. Así que, con fastidio, sigue estudiando esa mañana en la que, además, es el cumpleaños de Laura.
A las cinco de la tarde comienza a vestirse. Quiere estar guapo para la fiesta. Laura le ha dicho que sus padres se irán un par de horas y volverán para comer la tarta. La idea es que puedan bailar y merendar sin que nadie les moleste. Pese a ello le pone nervioso que tanto a su llegada como luego los padres de Laura vayan a estar allí, sobretodo su padre. ¿Y si se entera de que se han besado? No quiere ni pensar en ello.
Llega tarde, para variar. Por mucho que lo intenta nunca llega puntual a los sitios. Le abre la puerta la madre de Laura que le lleva hasta el salón donde ya están los demás. El salón parece hoy mucho más grande, han retirado todos los muebles, pegándolos a las paredes y dejando solo una mesa llena de sandwiches, patatas y refrescos. La música suena y todos bailan. Se acerca a Laura, bajo la atenta mirada de su madre, y la felicita, dándole un beso en la mejilla. Siente que se pone rojo de la vergüenza e intenta disimular. Apenas unos minutos después, los padres de Laura y sus hermanos pasan por el salón a despedirse y les dejan solos. Ya más tranquilo se acerca a ella y le da su regalo.
- ¿Qué es? - le pregunta emocionada antes de abrirlo
- Ahora lo verás
Lo abre nerviosa, rompiendo el papel y se queda mirándolo. Son dos collares de tatuaje, uno negro y uno rojo, y una pulsera de hilos. Se lanza a abrazarle.
- ¡Me encantan! - le grita en el oído - ¿Me los pones?
Mientras Fran le ayuda a ponerse tanto los collares como la pulsera observa como al fondo del salón Miguel y Luisa charlan en susurros
- ¿Y a esos dos que les pasa? - le pregunta a Laura
- Que se gustan - le dice muy bajito al oído - Miguel me ha dicho que ella le está empezando a gustar esta mañana y a ella le gusta él desde hace muchísimo.
- Ya, lo que pasa es que ahora con las vacaciones...
Sin querer ha puesto la mesa un tema espinoso y Laura se pone en guardia.
- ¿Qué pasa con las vacaciones?
- Pues que cada uno se irá a un sitio
- Nosotros también - contesta ella afinando los ojos en un gesto que ya sabe distinguir como peligroso - ¿qué tiene de malo?
En realidad Fran no quería tener esa conversación en ese momento. Esperaba hablar con ella a final de julio antes de irse.
- Nada, solo que es un poco raro empezar a salir justo para separarse. Pero bueno, no tiene nada que ver con nosotros porque nosotros nos salimos ¿no?
- ¿Ah no? ¿Y entonces lo que hacemos qué es? ¿Tú te crees que yo me voy morreando por ahí con cualquiera?
Puede ver la furia en sus ojos. Lo deja allí plantado y se va a buscar a Luisa, pasan por su lado sin mirarle y se encierran en el cuarto de baño. Miguel se acerca hacia él para averiguar que ha sucedido. No entiende nada hasta que se lo cuenta.
- Pero ¿cómo se te ha ocurrido decirle que no salís?
- Porque no salimos, nunca se lo he pedido...
- Ahora desde luego sí que está claro que no salís y yo que tú me iría olvidando de esos besos que os vais dando por los rincones.
Cuando salen del baño Laura tiene los ojos rojos y parece que ha llorado. Intenta hablar con ella pero sus amigas han construido una barrera y no solo él, sino todos los chicos, parecen ser el diablo personificado. Pronto regresan los padres de Laura, soplan las velas y se acaba la fiesta. Laura ni si quiera se despide de él cuando se va.
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El hilo invisible
RomansaLaura acaba de llegar a la ciudad y odia empezar de nuevo. Fran es el gracioso de la clase que odia ir al colegio. Una historia donde la amistad y el amor se dan la mano a través del tiempo y el espacio.