Noche de Feria

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Agosto de 2016

Laura termina de maquillarse y arreglarse el pelo frente al espejo. Lleva un mono azul turquesa y unas cuñas de esparto a juego con una cartera de mano, de las que se enganchan a la muñeca, ideal para una noche de de Feria y baile.

Baja las escaleras de la casa de verano de sus padres. Nunca podrá agradecerles lo bastante que escucharan sus opiniones a la hora de comprarla y decidieran hacerlo en aquella ciudad en la que tantos amigos había dejado.

Es su primera noche de vacaciones. Desde hace años aprovecha para cogerlas coincidiendo con la Feria. Sus padres pasan allí casi todo el verano, mientras que Laura y sus hermanos viajan cada vez que tienen oportunidad.

Esa noche ha quedado con Luisa, Miguel y el resto de su pandilla. Irán a cenar y luego a disfrutar de la Feria. Lejos quedan ya aquellos años en los que se cenaba en casa, se compraba el botellón y se bebía en el parque antes de entrar en las casetas.

Cuando Luisa la ve, la abraza hasta aplastarla. Miguel también la achucha pero con algo más de suavidad que su amiga. Durante 15 minutos ellas no hacen más que parlotear mientras Miguel las observa con una sonrisa.

- ¿De qué te ríes? - le pregunta su prometida con guasa

- De que os miro y os oigo y me parece que el reloj ha dado marcha atrás...

- Anda, anda - le golpea Laura en el brazo mientras le guiña un ojo - no dirás que ahora no estamos mucho mejor...

- Lo que estáis es igual de locas, jajajajaja

Los tres ríen y se ponen al día aunque los preparativos de la boda centran la mayor parte de la conversación. Queda menos de un mes y ya están cerrados todos los detalles. Luisa está de los nervios y no duda a la hora de reconocerlo, Miguel, sin embargo, parece tranquilo y feliz.

Sus amigos han reservado una mesa en uno de los bares de moda. Son once en total, casi todo parejas. En cierto modo Laura echa de menos esas noches de Feria de cuando eran más jóvenes y nadie tenía pareja formal, ahora se siente un poco incómoda al ser de las pocas que permanece soltera, sobretodo porque siempre intentan liarla con alguien. Esa noche no parece que vaya a ser menos. Miguel le obliga a dejar un asiento libre a su lado.

- He invitado a un amigo - le dice - quizá te guste y así tengas compañía en la boda - y le guiña un ojo

Laura va a contestarle cuando le ve. Acaba de entrar por la puerta y se dirige hacia su mesa. No es casualidad. Lleva el pelo corto, lejos de aquella melenita de la adolescencia, y esta muy moreno. Sus ojos aún no han reparado en ella y se pregunta si será consciente de que está allí o ha sido sometido también a la encerrona. De pronto la mira a los ojos y Laura siente que se le va a parar el corazón pero no lo hace, sigue latiendo y ella solo quiere que la trague la tierra.

****

Si Fran hubiera sabido que Laura iba a poner esa cara de susto, hubiera aceptado mucho antes la propuesta de Miguel. Sus ojos se han abierto como platos, primero se ha puesto pálida y ahora está roja como un tomate. Se levanta para saludarle y cuando le pasa el brazo por la cintura para darle dos besos nota como tiembla. Como aquel día en la puerta de su casa cuando la besó por primera vez.

- Me alegro mucho de verte - le dice con sinceridad

- Yo también - contesta ella mientras trata de recomponerse y mira a Luisa y Miguel con cara de asesina en serie

Sigue siendo igual de guapa que siempre. Es cierto que ya no es aquella niña tan mona, ni la adolescente llamativa, ahora es una mujer hecha y derecha. Su cara, sin embargo, guarda todavía muchos de esos gestos que él memorizó y recordó durante años. Lleva el pelo larguísimo, peinado todo hacia un lado, dejando despejado el lado izquierdo de su cara y una oreja llena de pendientes, recordatorio de una rebeldía que había nacido con la enésima vuelta a empezar.

Cuando Miguel le llamó hace unos días para invitarle, le costó un poco aceptar. Fue absolutamente sincero, le dijo que Laura estaría alli y que Luisa quería que se vieran antes de la boda porque temía sus reacciones en el día más importante de su vida.

- Además - insistió - tiene cierto sentido que os reencontreis una noche de Feria. Así cerráis el círculo

- ¿Ella sabe que yo estaré?

- Luisa considera que es mejor que no, de hecho tampoco quería que te lo contara a ti...

- Ya

- Tienes que venir, en serio. Cenamos y si la cosa está muy tensa, pues te vas cuando quieras

- Está bien - terminó aceptando

Y ahora esta ahí. Sentado junto a ella que ya superada la sorpresa charla con Luisa.

La cena transcurre entre risas y anécdotas. Cuando salen del bar ya llevan una buena dosis de alcohol  en las venas, que se incrementa a medida que transcurre la noche y bailan en las casetas. Desde que se han levantado de la mesa, Laura ha tratado de mantenerse alejada de él. En cierto modo le da coraje. Fue ella la que le llamo para hablar antes de la boda y ese era también el objetivo de esta noche: limar asperezas. Por eso en un momento dado, cuando la ve acercarse a la barra va tras ella y se coloca a su lado.

- ¿Qué bebes? - le pregunta - Yo te invito

- Ballantines Seven Up - contesta algo seria - y no es necesario que invites...

- Ya, pero quiero hacerlo

Pide las dos copas y cuando ella se dispone a marcharse la retiene suavemente por el brazo.

- ¿Quieres que vayamos a la terraza un rato? Aquí es imposible hablar con la música tan alta

Laura asiente y él le hace un gesto a Miguel que les observa desde lejos. Salen juntos y se apoyan en una de las mesas altas de la terraza de la caseta, donde la música sigue oyéndose pero algo más atenuada.

- Bueno, pues ya estamos aquí... - le sonríe algo nerviosa

- Sí, aquí estamos... - le contesta sin saber muy bien por donde empezar

- Fran - le mira a los ojos - no es necesario que hablemos si no quieres. De hecho, tampoco tenemos porque hacerlo en la boda. Podemos compartir espacio sin pelearnos como personas adultas que somos. No es necesario que seamos amigos.

- Lo sé - él aguanta su mirada - pero he sido sincero cuando te he dicho antes que me alegraba mucho de verte. No sé, no tiene ningún sentido que algo que pasó hace 10 años nos siga marcando hoy. Tú y yo compartimos mucho más que aquella noche.

Laura le sonríe y siente que, en realidad, el tiempo es caprichoso. Nunca 10 años le han parecido tanto y tan poco tiempo a la vez. Por un momento deja de verla como ahora y recuerda la noche que todo se rompió entre ellos de forma definitiva. La ve con aquellos vaqueros y un top negro, saliendo con paso firme de la caseta después de que él se apartara cuando ella iba a besarle y se riera en su cara. Vuelve al presente para no seguir escarbando en esos recuerdos que había conseguido mantener encerrados hasta hace poco más de medio año, cuando recibió la invitación a la boda de Miguel y Luisa.

- ¿Y hasta cuando te quedas por aquí? - le pregunta

- Bueno, un par de semanas. Normalmente suelo venir tres pero este año he guardado una para la boda, ya sabes - sonríe - seguro que Luisa necesita ayuda un par de días antes y yo necesitaré recuperación un par de días después.

- Eso seguro, están montando una buena... - se carcajea. Luego cambia de tono y algo más serio pregunta - ¿Irás con alguien?

- No - Laura se muerde el labio - iré sola. ¿Y tú?

- También... - le sonríe - no hay nadie lo bastante importante como para acompañarme en un día tan especial.

- Te entiendo, esta no es una boda cualquiera

En eso están cuando los demás salen de la caseta y les anuncian que ha llegado el momento de cambiar de sitio. Apuran sus copas y les siguen. Va a ser una larga madrugada.

El hilo invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora