Estaba en la casa de los padres de Patrick. Específicamente en su habitación. Faltaban exactamente dos horas para la boda y no aguantaba mis nervios.
—Ni que fuera la feliz novia —murmuré mientras terminaba de secarme.
Suspiré cuando me observé en el espejo.
Al final de todo, la madre de Patrick había organizado toda la boda. Yo puedo ser muy cabezota, pero esa mujer, lo era aún más. Me había rendido una hora después de comenzar a hablar con ella sobre el acontecimiento. La mujer lo había tenido todo preparado y no me había permitido intervenir.
Volteé mis ojos y negué.
Si esta boda fuera por las razones correctas nunca la hubiera dejado hacer lo que le viniera en gana, ni siquiera le hubiera permitido intervenir. Pero como no era así, no estuve dispuesta a perder mi tiempo con la organización.
Apenas me cubrí con una esponjosa toalla la puerta de la habitación fue abierta de par en par. Vi a Jennifer entrar seguida de cuatro personas, dos cargando cajas y las otras dos, maletas.
—Bien, ahí está ella —dijo y de un segundo a otro me encontré de pie en el centro de la habitación.
Una mujer me dio un paquete con ropa interior. Miré un biombo a lo lejos y caminé hasta allí, no me detuve por las protestas de las demás para arreglarme.
Al acabar salí del lugar y rápidamente tomé el vestido de novia, que había sido lo único que había elegido de todo. Era bastante sencillo pero muy bonito, sin hombros y largo, nada exagerado.
Antes de vestirme me maquillaron y peinaron, luego me puse el vestido con cierre trasero y el velo con la ayuda de una chica.
Me miré en el espejo de cuerpo entero y suspiré.
En serio, si el matrimonio fuera por las razones correctas, me alegraría saber que todo esto, lo bien que me veía y lo cómoda que me sentía, valdría la pena. Pero al verme enfundada en el vestido, me hizo dudar de mi decisión completamente.
Ya estás aquí, pensé, nada de tirar la toalla. ¿Aún no empieza el año y piensas en renunciar?
—Perfecta —dijo la chica que me había peinado y la miré, asentí suavemente—. ¿Estás nerviosa?
—Un poquito —dije y sonreí.
Me dejaron sola con la mujer y lamenté en seguida eso.
La observé a través del espejo detenerse a mi lado. Su rostro era como siempre cuando estábamos solas, como si deseara hacerme desaparecer.
—Tu padre subirá cuando debas bajar.
Asentí y salió de la habitación.
Suspiré y caminé alrededor.
—Cálmate —murmuré —no es nada, ¿por qué estás así?
Volví a mirarme en el espejo y gemí frustrada. Otra vez la puerta fue abierta y tres personas entraron: Catalina, Alberto y Rodrigo, vestidos elegantemente.
Rodrigo silbó y sonrió.
—¿Y cómo está la feliz novia? —dijo él, volteé mis ojos—, ¿impaciente?
—Sí —suspiré. En verdad lo estaba, solo deseaba que esto terminara pronto.
Él sonrió como si nada al oírme.
Catalina se paró a mi lado examinándome.
—No olvides por qué haces esto —le oí decir de repente. La miré enseguida y noté que me observaba como si no hubiera salido ninguna palabra de su boca. Negué con mi cabeza.
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Solo Son Negocios
RomantikSinopsis ¿Quién era él? Mi vergonzoso y culpable amor platónico. ¿Qué me llevó a casarme con él? El dinero. ¿Y por qué me enamoré de él? Porque era como el mar. A veces calmado, tranquilo, cálido y agradable. Y otras veces furioso, destructivo, frío...