Capítulo 25: Por fin de luna de miel.

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Luego de que comenzáramos a tener relaciones estas no disminuyeron en frecuencia, sino que aumentaron. Pensé que luego de hacerlo tanto en un día, tres veces eran mucho para mí, él dejaría pasar un tiempo antes de volver a acercárseme, solo que no fue así.

Cuando desperté esa mañana siguiente jadeé abiertamente y no porque las cortinas estaban abiertas y el sol llegara a mi cara, sino porque él, mi marido, me estaba acariciando con sus dedos.

—¡¿Qué?! —pregunté, torpemente claro está.

Al girar mi cabeza lo vi apoyado en una mano mientras la otra se movía dentro y fuera de mí. Abrí mis piernas sin pensarlo y sonrió suavemente. Luego, otra vez lo tuve sobre mí, empujando con un ritmo constante y enloquecedor.

Al acabar me siguió luego de unos segundos, temblando sobre mí.

Después, simplemente se quedó allí unos segundos, intentando recuperar el aire y calmar su corazón. Levanté mis manos y justo cuando iba a tocar su cabello él se levantó lentamente. Me alejé enseguida y miré hacia la ventana.

Arrugué mi frente.

—¿Qué hora es? —pregunté.

Él se sentó en la cama y me observó por sobre su hombro, como seguía desnuda me moví y metí bajo las sábanas para cubrirme.

—Creo que más de las nueve —se puso de pie y caminó hacia el baño.

—Vas a llegar tarde a tu trabajo.

—No —soltó y desapareció en el baño.

, pensé, iba a llegar tarde y yo también.

—¡Oh rayos! —susurré y salté fuera de su cama.

Atravesé el baño o más bien, lo intenté. Patrick al verme prácticamente correr hacia mi habitación me detuvo agarrando mi brazo y me posicionó entre él y el lavamanos.

—¡Voy a llegar tarde! —solté y miré a todos lados menos a él y su cuerpo desnudo.

—No, no lo harás —lo miré —, estas enferma.

Ahora si estaba confundida.

¿Enferma, yo?

—Yo estoy perfectamente —alzó una ceja —y tengo que ir a clases así que si me lo permites... —intenté moverme pero solo logré que se pegara más a mí, tanto, que lo sentí claramente contra mi vientre, duro y caliente.

—No —repitió —tú estás enferma y no iras a clases el día de hoy, y yo... —se inclinó hacia adelante y yo hacia atrás, sonrió por eso —también estoy enfermo, ya llamé a mi oficina para que cancelaran todas mis citas.

Abrí y cerré la boca.

¿Por qué había hecho eso? Me pregunté.

—No tuvimos una real luna de miel, hay que cambiar eso —dijo como si hubiera leído mi mente.

Solamente atiné a alzar una ceja, pero olvidé lo que le iba a decir cuando su boca tomó posesión de la mía.

—Mm —jadeé cuando lo sentí restregarse contra mí, liberó mi boca y siguió por mi cuello —esto no es posible.

—¿Qué? —preguntó y continuó.

—Esto —susurré —no es posible que otra vez estés en este estado.

Claro que no era posible, que hombre podía tener una erección luego de haberse corrido, no habían pasado ni cinco minutos. Y a eso se le sumaba lo que habíamos hecho el día anterior, este hombre debía tomar algo para ser tan... resistente.

Patrick se alejó y me observó con el ceño fruncido, tomé aire al verme liberada de su boca.

—¿Qué estado? —inclinó su cabeza hacia un lado para examinarme.

Sentí que me sonrojaba ante su mirada, y ante lo que tenía que decirle, todo este asunto me avergonzaba.

—Pues... así —apunté su entrepierna con mi cabeza sin mirarlo realmente.

Alzó una ceja y dio un paso lejos de mí.

—¿Así como? —insistió, mostrándome claramente su desnudes y lo cómodo que podía estar en ese estado, en cambio yo, apretaba la sábana con mi mano casi dolorosamente.

—Excitado —susurré y observé el piso.

Volvió a acercarse a mí y afirmó mi rostro, me hizo mirarlo a los ojos.

—Vas a tener que acostumbrarte —tragué —me vas a ver desnudo muchas veces, más de las que crees y... —sentí que agarraba la sábana, de un tirón me la quitó y jadeé sorprendida —yo también voy a verte así.

Llevé mis manos a mis partes privadas, una a mis pechos y otra a mi entrepierna, para cubrirme.

Suspiró.

—Ana Luisa —me llamó —no eres una niña, no hagas eso.

—¿Qué? —pregunté y arrugué mi frente.

—No te escondas de mí de esa forma, ya te vi desnuda, toda a ti, así que deja eso —miró mis manos.

Como no las quite él tomó cada muñeca y quiso alejarlas de mi cuerpo, le obligué a usar su fuerza para eso. Me reí cuando lo logró y me empujó contra su pecho, mantuvo mis manos en mi espalda en un abrazo.

—Ves, no cuesta tanto —murmuró y volví a reírme contra su pecho.

—Sí, así puedes verme muy bien —comenzó a caminar y llevarme con él de regreso a su habitación.

—Mm, quizás no pueda verte, pero si sentirte.

Jadeé cuando choqué con la pared y él empujo su cadera contra mí.

Mantuvo mis manos firmes en mi espalda unos segundos hasta que me liberó, solo que en vez de dejarme tocarlo las mantuvo prisioneras con una de sus manos.

Patrick movió su mano libre por mi vientre hasta mi centro. Separé mis piernas cuando comenzó a acariciarme y besé su pecho, él se movió y lo besé con ansias. Continuó su tortura hasta que se apretó contra mí. Protesté un poco ya que mis manos y una de las suyas estaban en mi espalda.

—¡No puede ser! —clamó con voz ronca y se alejó rápidamente.

Sorprendida lo vi llegar a su velador y sacar un condón. Me miró mientras lo abría y caminaba hacia mí. Quise moverme a la cama, pero solo me detuvo y llevó hacia uno de sus muebles.

—Siéntate aquí —susurró él y me levantó para quedar sentada en el borde de una cómoda. Luego de ponerse el condón se restregó contra mí.

Jadeé al sentirlo y tomé su cuello para atraer su rostro al mío. Volví a besarlo y mientras se abría paso dentro de mí, su lengua invadió mi boca. Batallamos por el control unos segundos hasta que comenzó a moverse y dejé de intentar tener un poco de control. Patrick me tomó con calma en un principio, pero luego aumentó sus envistes, su velocidad. Gemí mientras él jadeaba cerca de mi oído. Y cuando por fin me corrí él me siguió casi enseguida, estremeciéndose y gruñendo.

Pasamos el resto del díaasí, en la cama o en el baño, en la cocina comiendo y otras cosas. Cuando Rogerllamó mi atención de que no lo había alimentado fue el único momento en que nopermanecimos juntos. Y aunque sé que todo esto no tenía nada romántico, aun así,fue un grandioso día.

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