Capítulo 35 : Fiesta de Cumpleaños.

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—¿Cumpleaños? —pregunté.

Catalina me observó con suficiencia, porque claro, ella sí sabía el día de cumpleaños de mi marido y yo no.

Suspiré suavemente.

—¿Cuándo es? —. Volteó sus ojos.

—Es el cuatro—. Asentí.

Patrick esta de cumpleaños 20 días antes que yo.

—La fiesta se realizará en el hotel, su salón está reservado —volví a asentir—. Como es una fiesta sorpresa se espera que su mujer —recalcó la palabra casi con burla —también este allí.

—Pues gracias por avisarle a su mujer —la imité—, sobre todo un día antes.

Lo cual era maravilloso.

¿Qué rayos voy a regalarle a ese hombre?, pensé ante mi nuevo dilema.

—Ocho meses —dijo Catalina, la observé—. Ocho meses llevan casados, cada vez falta menos.

Asentí suavemente.

—Bien, es mejor que me vaya —ella se puso de pie, pero antes de alejarse arrugó su frente en mi dirección —¿No has olvidado porque te casaste con él, cierto?

Apreté la mandíbula.

—Claro que no.

Asintió satisfecha.

—Bien, no sería agradable enterarse de que estas enamorada de él y cambiaste de opinión sobre el divorcio.

Suspiré al oírla.

Hacía meses que no la veía y ahora sabía el porqué. La mujer no era agradable, para nada, y menos conmigo.

La observé dejarme sola en completo silencio hasta que tomé mi celular y le mandé un mensaje a Sofía y Marcela.

Urgente reunión. Problemas. No sé qué regalarle a mi marido en su cumpleaños.

Cinco minutos después recibí dos mensajes. El de Sofía diciéndome que tenía una idea y el de Marcela regañándome por olvidarlo. Solté un bufido y les respondí invitándolas al centro comercial.

Luego de dos horas de tortura tenía lo que necesitaba.

—¿Esto cuenta como regalo? —pregunté al par.

—Sí —se quejó Sofía—, solo deja de preguntar.

—Está bien, le gustara.

—Bien —murmuré.

***

Cuando llegó el día de la fiesta estuve a la hora indicada en el salón del hotel. Vestía un cómodo y lindo vestido, idea de mis amigas, que ocultaban uno de mis regalos para él. Miré alrededor buscando a alguien conocido, pero solo divisé a Catalina, los padres de Patrick, Alberto y Rodrigo, que también me observaba. Lo saludé con una mano y me respondió de igual forma.

Tenía la sospecha de que Patrick sabía de esta fiesta, si se la hacían todos los años me lo aseguraba, pero no le había preguntado por razones obvias.

—¿Qué haces tan sola? —preguntó Rodrigo a mi lado.

Lo miré enseguida.

—No conozco a nadie —aseguré.

—Gracias —sonrió con ironía y noté mi torpeza.

—Quiero decir a nadie a parte de ustedes.

Asintió.

—¿Todos los años le hacen una fiesta?

—Sí, y sé que de sorpresa no tiene nada, pero es como una tradición, además aprovechamos de hacer negocios.

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