Capítulo 29: Una visita especial.

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Arrugué mi nariz cuando mis dedos encontraron el pequeño dispositivo en mi brazo, oculto bajo mi piel. Después de un mes de exámenes, pruebas y demás, por fin había logrado tener un control de natalidad, uno que no debía recordar tomar todos los días y funcionaba por tres años.

Volví a tocarlo y me estremecí. Me sentía como si llevara encima un dispositivo extraterrestre, o algún tipo de localizador gubernamental.

Bueno, por lo menos esto iba a alegrar a Patrick, se quejaba como un niño pequeño cada vez que tenía que ponerse un condón, se burlaba de ellos diciendo que eran algún tipo de extraña tradición entre los dos.

Me pregunté si sería demasiado infantil ir a su oficina para decirle. Nunca lo había visitado y pensaba que eso no era muy correcto viniendo de su esposa. Además, debía ir al centro de la ciudad para comprar libros y esas cosas, podía aprovechar el viaje.

Sonreí, de compras y luego una visita a Patrick, eso sonaba muy bien.

Dos horas después estaba de pie delante de una mujer elegantemente vestida.

—Buenas tardes —dijo ella—, ¿puedo ayudarle?

—Hola, me gustaría ver a Patrick.

Ella alzó una ceja suavemente.

—¿Tiene cita? —preguntó con un poco de amabilidad y otro poco de aburrimiento.

—No, no la tengo a decir verdad, pero podría decirle que Ana Luisa Sinclair está aquí —abrió sus ojos sorprendida—. Soy su esposa.

—Cla... claro —tartamudeo un poco —si gusta sentarse le informare de su visita.

Sonriendo me senté y observé alrededor. Vi a la mujer ponerse de pie y caminar hacia la puerta de al lado. Suspiré.

Quizás estaba en alguna importante reunión, ¿qué le diría si era así? Que ya no tuviera que usar condones no me parecía una noticia tan importante, incluso era muy vergonzoso. Arrugué mi frente. Entonces, ¿qué se supone le diría?

—Ana Luisa —llamaron y levanté mi vista, me encontré con Alberto quien salía de otra puerta—. Buenas tardes, ¿qué haces aquí?

Me acerqué a él y le sonreí.

—Hola, solo estoy visitando a Patrick —apunté el escritorio de la mujer —pero no sé si sea oportuno, quizás esta en alguna reunión.

Negó enseguida.

—Justo hace diez minutos terminamos una muy larga reunión, lo más probable es que se alegre de tu visita. Necesita un poco de distracción—. No pude evitar sonrojarme ante sus palabras.

Obviamente él no sabía porque estaba allí, pero la palabra distracción provocó que mi cerebro imaginara miles de formas para distraerlo.

Alberto arrugó su frente un segundo examinándome y luego alzó una ceja.

—Por cierto —continuó él —Patrick me informó que ya todo estaba resuelto entre ustedes.

El todo me dejó claro que ya sabía que nos habíamos acostado.

—Sí, ya todo está en su sitio —murmuré incomoda.

—Señora Sinclair —me llamó la secretaria de Patrick y me giré, ya estaba de regreso—. El señor Sinclair ya puede verla.

—Bien, gracias—. Miré a Alberto—, me alegra volver a verlo—. Él asintió—, debería pasar por casa para comer con nosotros alguno de estos días.

Sonrió con amabilidad.

—Eso sería buena idea, además a mi esposa le encantaría conocer a la mujer que logró casarse con Patrick—. Sonreí un poco.

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