Patrick no apareció en la casa de mis padres, ni siquiera llamó para avisarme que no podría ir. Solo, no apareció. Por eso regresé sola a su casa en un taxi con un consejo de mi padre y otro de mi madre.
El primero me dijo que debía comprar un auto, la segunda, que nunca esperara nada de mi marido. Ambas cosas me dieron que pensar.
Al llegar a la casa me detuve en la sala y presté atención a lo que me rodeaba, no se escuchaba nada, ni siquiera estaba Paty o su marido. Suspirando llegué a mi habitación y decidí salir de compras al día siguiente para hacer de ese lugar algo más mío, también para comprar un auto.
No vi a mi marido ese día, ni el siguiente. Tres días después me encontré con él al desayuno.
—Buenos días —me saludó, yo solo moví mi cabeza como respuesta y llegué al refrigerador, tomé una caja de leche y justo cuando iba a beber directamente de la caja me interrumpió—, hay vasos en el mueble detrás de ti.
Lo observé unos segundos antes de girarme y tomar uno.
Claro que sabía dónde estaban los vasos, solo que apenas quería un trago de leche, ensuciar un vaso por eso me parecía ridículo.
—Por cierto —lo miré—, lamento no haber asistido al almuerzo con tus padres.
Bebí tranquilamente y regresé la caja al refrigerador, luego de lavar el vaso le respondí.
—No tienes que disculparte conmigo sino con ellos —me encogí de hombros.
—Pero tú estás molesta por eso —se apoyó en la mesa con su codo.
Sí, lo estaba, me dije, pero no demasiado. A decir verdad, estaba molesta conmigo por molestarme, no debería sentirme así.
Negué con mi cabeza suavemente.
—Lo estaba, ahora no, no tienes por qué hacer lo que te digo, yo no espero nada de ti Patrick—. Él arrugó su frente al oírme.
Tranquilamente salí de la cocina y llegué a la entrada. Salté por el susto al oírle hablar.
—¿Qué quieres decir? —. Me giré enseguida y llevé mi mano sobre mi corazón.
—Me asustaste —reproché.
—¿Qué quieres decir con que no esperas nada de mí?
Arrugué mi frente.
¿Por qué tenía que explicarlo?
—Eso, que no espero algo de ti, entiendo que tenga que acompañarte a reuniones y esas cosas, es lo que una esposa debe hacer, pero eso de cenar con mi familia —me encogí de hombros —si no lo deseas no tienes por qué ir.
Tomé mi chaqueta del perchero y lo observé aún a mi lado. Como no dijo nada llegué a la puerta y salí. Debía ir a terminar los detalles de la adquisición de mi automóvil.
Cuando por fin acabé todo el papeleo y me lo entregaron era tarde, pero no regresé a la casa de Patrick, sino que fui a la de mis padres para que vieran el automóvil. Luego me quedé a cenar y decidí regresar por fin.
No lo vi y tampoco esperé encontrármelo, y así, paso otras tres semanas de ese matrimonio hasta que un día él me sorprendió.
Estaba curioseando en el cuarto frente a nuestras habitaciones cuando él apareció detrás de mí.
—¿Qué haces? —preguntó tranquilamente.
Aun así me sorprendí y congelé, sentí que mis mejillas se sonrojaban al ser descubierta en esa habitación. Él no me había dicho nada sobre ella, tampoco me había prohibido ingresar, y la única razón por la que estaba allí era por las cajas y cajas repletas de cosas.
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Solo Son Negocios
Roman d'amourSinopsis ¿Quién era él? Mi vergonzoso y culpable amor platónico. ¿Qué me llevó a casarme con él? El dinero. ¿Y por qué me enamoré de él? Porque era como el mar. A veces calmado, tranquilo, cálido y agradable. Y otras veces furioso, destructivo, frío...